La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Con vistas al Naranco

Acerca de la que se llamó Ronda Sur

Me entero por los medios de que una líder vecinal, Lorena Mora, que creo no conocer personalmente, plantea la utilización peatonal, al menos parcial, de la vía ovetense que se llamó Ronda Sur. Me sorprende como lo hizo en su día Ignacio Páramo, luego concejal, "imaginando un bulevar". El académico Felix de Azúa ha insistido, no obstante, en base al genio Sánchez Ferlosio, en la inconveniencia hogaño de usar la palabra "peatón".

En los comienzos de mi mandato municipal impuse que la inauguración de aquella pomposa Ronda Sur, que habían defendido los Alcaldes Buylla y Riera, fuera con una marcha ciclista en la que repartimos diplomas personalizados de asistentes, incluido al ingeniero autor, Luis Galguera, que vino democráticamente en chandal y bici. Fue muy emocionante. José Manuel Suárez, compañero de Galguera, hizo una magnífica foto. En mi ánimo, por otra parte, estaba muy vivo el sentido recuerdo de Amalio Telenti, el carismático bacteriólogo, que murió en la ronda interior a su paso por el término de la calle Asturias. De aquellas calendas Galguera y otros ilustres ingenieros (Urbano Arregui, Paco Mata, Nacho Arango, Juan de la Rúa, Rea, Aníbal Guerrero, Federico del Real, García Arias, Pepe Fidalgo...) me dieron ideas impagables para el urbanismo ovetense por más que, en boca de uno de ellos "los ingenieros no debemos tener nombre propio". Esas y otras aportaciones sin protagonismo no convencieron a Mesones, autor oficial del planeamiento, que, aconsejado por Pedro Blanco, hube de relevar. A no olvidar que los literatos Salvador de Madariaga, Juan Benet y el nobel Echegaray fueron ingenieros. Y los novelistas Jorge Ordaz, petrólogo, y Pepe Monteserín, aparejador... Bien recuerdo también el almuerzo en Casa Fermín tras la recepción de las obras. Estaban, entre otros, la empresa Ceyd, que nos convocaba, y un representante del MOPU que había sido alcalde de una ciudad gallega. Me pidieron que autorizase por unas horas el paso de vehículos de motor para su inauguración oficiosa a lo que me negué en redondo, pues se trataba de un acto simbólico en favor de la bicicleta; muy convencido estaba de un pequeño gesto simbólico en el único momento que no deberían atosigar veloces coches. La vía había tardado demasiado con el problema de un nuevo barrio, separado de la ciudad, diseñado con posterioridad a la misma ronda. Después hicimos otra circunvalación mientras en el Parque de Invierno, cuya sensacional idea recuperé de González Villamil, concejal de los tiempos de Manuel Conde e Ignacio Alonso de Nora, los vecinos se quejaban con un punto razonable de que ese tramo del anillo no fuera aún más alejado. Fernando Beltrán, padre del poeta, soñó ese hoy importante Parque, orientado al mediodía, según deduje de la primera edición de, del, Tolivar Faes. Esa segunda ronda sur propició luego el benéfico uso por el peatón, palabra que rescribo con disculpas al gran autor de El Jarama, del centro urbano, tras un primer y exitoso ensayo en las fiestas mateínas desde 1983.

No sé si cabe hogaño el planteamiento de Lorena, que veo dotada de buena voluntad para hacer audazmente ciudad moderna.

Compartir el artículo

stats