La mitad de los componentes del coro de adultos de la Escuela Municipal de Música de Oviedo, un total de trece personas, han abandonado la formación en las últimas semanas. Lo han hecho descontentos por una decisión municipal que les obliga a pagar una matrícula mínima de 50 euros para poder seguir participando en la actividad.

"No es por el dinero, es por la actitud", explica Carlos Nores, profesor de Zoología de la Universidad de Oviedo y miembro del coro. Nores recuerda cómo en 2009 se intentó poner en marcha esta misma medida pero finalmente se paralizó. La causa que esgrimen los cantantes salientes es que "en aquel momento, Roberto Sánchez Ramos (entonces en la oposición y ahora edil de Cultura) nos apoyó y evitó que tuviésemos que pagar, lo hizo cuando estaba en la oposición pero ahora estando en el Gobierno parece que no se puede hacer". El descontento, "el cabreo", remarca Nores, es la causa de la salida.

La Escuela Municipal de Música no pertenece al área de cultura, de la que es responsable Roberto Sánchez Ramos, sino a la de Educación, concejalía que ostenta Mercedes González (Somos). Aún así, aunque no sea competencia de Sánchez Ramos, las personas que han decidido abandonar el coro le reprochan al edil la "falta de coherencia" entre la postura negativa que mantenía en 2009, con el PP en el Gobierno, y la de ahora. En 2009 el actual concejal de Cultura militaba en ASCIZ (Asamblea de Ciudadanos por la Izquierda) y abanderó la reivindicación de los padres frente a la entonces edil de Educación, la popular Isabel Pérez-Espinosa, que acabó reconociendo que se había tratado de un error y eliminó la obligatoriedad de pagar tasas.

El problema no es sólo que se vaya la mitad de la formación sino que "se ha ido la mitad más importante", recalca Nores, que enumera cómo han salido del coro los jefes de cuerda, la soprano que dirigía a las sopranos, el tenor que dirigía a los tenores o el bajo que dirigía a los bajos. Muchos de ellos se han integrado ya en otros coros de la ciudad por lo que aunque el Ayuntamiento decidiese dar marcha atrás y anular esos 50 euros de matrícula por cada curso de nueve meses, "sería muy difícil que la gente volviese", dice Carlos Nores.

De este modo, la formación de adultos de la Escuela Municipal de Música de Oviedo ha perdido a algunos de sus pilares más importantes, que además de cantar, "hacían una gran labor de enseñanza y de guía entre los otros componentes", "tal vez hemos perdido a la mejor gente", recalca Carlos Nores, que ha decidido seguir cantando porque es una de sus grandes aficiones.

La última actuación del coro al completo tuvo lugar durante la celebración de los actos de fin de curso de la Escuela Municipal de Música. Fue en junio en el Auditorio Príncipe Felipe. Esta es una de las cuatro actuaciones fijas que tiene la formación junto al concierto de Santa Cecilia, el 22 de noviembre, el concierto de Navidad y el de Semana Santa.

El coro de adultos de la Escuela Municipal de Música de Oviedo se comenzó hace alrededor de 15 años. La idea inicial era que los padres de los alumnos de la escuela se implicasen de este modo en la formación musical y que entrasen a formar parte de esa comunidad. Varios profesores colaboraron de manera altruista en la puesta en marcha y se contó además con colaboradores externos. Más tarde se fueron uniendo personas no involucradas en la Escuela pero sin con inquietud musical. Ahora todo está en el aire.

"Músicas contra el poder" es el título de un libro de Valentín Ladrero, publicado por la editorial "La Oveja Roja". En este interesante y enciclopédico trabajo se explica cómo la canción popular ha sido un instrumento de lucha contra la opresión del poder en los Estados Unidos de todas las épocas, en la España franquista, en el Portugal salazarista, en la Argentina peronista, en el Reino Unido thatcherista, en la Argelia fundamentalista o en la Sudáfrica del Apartheid. Hasta aquí todos de acuerdo, pero cuando llega a la Cuba castrista, la canción popular, curiosamente, en vez de criticar al poder pasa a cantar sus loas. Deduzco de ello que el gobierno de aquel país era ajeno al poder o que, en ese caso, el poder no era opresor. Hay otra explicación posible: es más fácil que el poder sea capaz de aplastar nuestras convicciones cuando está de nuestro lado.

Al inicio del curso 2009-2010, el Ayuntamiento de Oviedo exigió el pago de una tasa para que los integrantes del Coro de Adultos y de la Big Band de la Escuela Municipal de Música pudiesen continuar con sus actividades. Ambas formaciones estaban constituidas mayoritariamente por exalumnos de la escuela y por sus padres, puesto que el nivel que habían adquirido era consecuencia de una experiencia que los ultrajóvenes alumnos de la escuela difícilmente podían alcanzar.

Denunciada la situación por los integrantes del coro, el entonces concejal único del Grupo Municipal Asamblea de Ciudadanos por la Izquierda (ASCIZ), Roberto Sánchez Ramos, interpeló a la concejala de educación por imponer una tasa porque "va en contra de la labor de la escuela y del Ayuntamiento como promotores del conocimiento, el disfrute y la educación musical" y a través de una nota de prensa reprochó que les obligase a pagar cuando el Consistorio "regala patrimonio a empresas privadas". Consiguió con ello que la concejala del PP diese marcha atrás y considerase que el cobro de la tasa "había sido un error".

Este curso se repitió la situación. El Ayuntamiento obligó a pagar una tasa para seguir cantando en el coro, pero ningún concejal de ninguna izquierda escuchó la nueva reclamación. Este curso el pago de la tasa no debe ser un error y los que ocho años más tarde se negaron de nuevo a pagar la tasa han abandonado la formación coral. No son buenos tiempos para la coherencia, pero ¿a quién le importa que la Big Band haya desaparecido y que un coro quede diezmado?