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Concejal del PP en el Ayuntamiento de Oviedo

Oviedo siempre será Oviedo

Sobre la intención de imponer Uviéu como nombre para la capital asturiana

El concejal Fernando Villacampa, como los adictos al desfibrilador de tontos de Carlos Herrera, no ha dejado escapar otra oportunidad de hacer el ridículo y se suma a la polémica, generada por el tripartito, sobre su imposición para denominar como Uviéu a Oviedo. Y lo hace escribiendo en astur-bable podemita, que es el que utilizan los catetos que usan la llingua como arma arrojadiza sin saber escribir -ni leer, lo que parece peor- ni en español, ni en lengua asturiana.

Su argumentación es sencilla: Caunedo tiene la culpa de todo -incluso de que la llingua no sea cooficial- y es un radical que lleva la contraria a los radicales extremistas -e incapaces, lo que es aún peor- del tripartito. Así de indecente, porque es una ofensa a la inteligencia que quien pertenece a un gobierno que no ha hecho nada por Oviedo salvo sembrar la discordia, generar enfrentamientos, alimentar guerras de tiempos pasados para ganar las batallas que el partido comunista perdió (lo de la transversalidad es un "cuentu babayu", la ideología y la razón de ser de Somos / Podemos es el viejo PCE y sus checas), a la vez que generar chollos, contrato a menor a contrato menor, para su ejército de cuentacuentos, es, digo, una ofensa a la inteligencia que trate de dar lecciones de sensatez y de responsabilidad. Es, en definitiva, como un grito revolucionario: ¡Cateto a babor! Aunque en la lengua podemita el grito de guerra es: ¡Todos a por Caunedo!

Que un desgobierno que ha demostrado hasta la saciedad -con la SOF, con las fiestas de La Corredoria, con el stand de la Feria de Muestras, favoreciendo a amiguetes día a tras día para alimentar el sumidero de votos radicales?- su falta de respeto a la legalidad, a la democracia y a la convivencia pretenda dar lecciones de algo es un esperpento propio del Puigdemont belga, al que los amigos de estos bablistas oportunistas apoyan sin fisuras.

Esta polémica es un nuevo invento de personajes que responden fielmente a la definición de "mazcayu" y que no tienen por finalidad defender la lengua o la cultura asturiana, un fin muy respetable, sino ofender a muchos ovetenses. Y buena prueba de ello es la encuesta de LA NUEVA ESPAÑA -una vez depurado el intento (¡toma democracia!) de trampas informáticas de los radicales para imponer su criterio- en la que más de 10.000 personas opinaron ganando sin discusión los que se oponen a llamar Uviéu a Oviedo. ¿No son estos los que pregonan que respetan la opinión de la gente? Entonces ¿por qué perseveran en esta "xuerga"?

Por mucho que Villacampa se esfuerce, no está claro cuál es el topónimo de Oviedo: ¿Es Uviéu? ¿Es Ovieo? ¿Es Uvieo?... Entonces, ¿no existen otros problemas más urgentes para Oviedo y los ovetenses? ¿Por qué no se esfuerzan en cumplir la legalidad en otras esferas de Gobierno que ya están siendo investigadas por la Fiscalía con evidencias de posible prevaricación?

Estamos ante una nueva provocación a la esencia de Oviedo y ante una nueva acción de la checa radical en su persecución indecente contra Caunedo y contra el PP. Es un hecho insólito que un Gobierno gaste sus fuerzas en perseguir al líder de la oposición. Lo hacen porque saben que se les acaba el tiempo y son conscientes de que ni en bable inventado van a poder explicar las consecuencias de su incapacidad política y de "la zuna" (en llingua asturiana) que les define como personas.

Señor Villacampa: no pierda más el tiempo en explicar las malas artes del lado malo de la fuerza donde medra. Yo me dejaría de preocupar de Caunedo y miraría por su futuro personal, porque a este ritmo, entre tanto cateto, en el barco a la deriva del tripartito, no va a poder encontrar "puestu" ni "sitiu", ni a babor ni a estribor. Y no se olvide de una cosa: Oviedo siempre será Oviedo.

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