El jueves asistí en la galería Alfara, calle Rafael Gallego, 16, a la inauguración de la muestra de Carlos Martín, que se expondrá hasta el 19 de diciembre. Los óleos de Carlos me parecieron abstractos concretamente, dinámicos, animosos, maduros, luminosos, expresionistas, recurrentes, coloristas, pop, vibrantes, poliangulosos y a su vez ondulados, nunca atormentados, tampoco blandos, yuxtapuestos, equilibrados, laberínticos, de contrastes, escalonados, febriles, un punto mironianos, armónicos, ¿tachistas?, no exactamente, tampoco monotópicos, ni automáticos, ¿inconscientes?, y lo contrario, no me atrevería a decir op-art, sincromistas sí, de aquella manera, adictivos, incalculables, dinámicos, caleidoscópicos, ensimismados, de vitral neogótico, neoplasticistas, microscópicos, insistentes, dramáticos, cromáticos, intensos, cogitativos y, bien mirado, martinianos.
La mar de Oviedo