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Delegado diocesano de causas de los santos

Cuando el heroísmo se convierte en amor

San Isidoro recibe hoy las reliquias del mártir José María Fernández

A finales del siglo XIX, el canónigo Magistral de Oviedo, Fernando Argüelles, leonés, y que más tarde sería obispo de Astorga, fue el que trajo el espíritu de San Vicente de Paúl. Primero llegaron las Hijas de la Caridad, para encargarse del Hospicio (actual Reconquista), y luego los frailes paúles, en 1895, para hacerse cargo del Seminario de Oviedo, y así fue como comenzó la historia heroica de José María Fernández.

Puede que sea la historia corriente de un cura corriente, como tantas y tantas de nuestros tiempos. José María había nacido en Oviedo en 1875, era un chaval espabilado, se va al Seminario y a los veinte años se va al noviciado con los vicencianos. Se ordena sacerdote en Madrid, amplía estudios en Roma, vuelve a Madrid, pasa por Guadalajara, se va de misionero a la India durante seis años, vuelve a Oviedo, torna definitivamente a Madrid y acaba muriendo como los mejores, con el martirio, el día 23 de octubre de 1936.

José María Fernández también fue un misionero de la liberación, antes de que esta palabra se inventase. Llevó a aquellas gentes de la India, la fe y la esperanza, pero también ayudó a mejorar las condiciones de vida, construyendo casas, escuelas, humildes hospitales, sencillos caminos, todo aquello que es necesario para el desarrollo de las personas. A la misión de Cuttack, llegó en 1921 y la gente "lo consideraba un santo. Y la comunidad de paúles decía de él que era muy mortificado y que predicaba siempre con el buen ejemplo".

Para la familia vicenciana y para los que le conocían ya era un santo. Ahora toca que los vecinos de Oviedo descubran la santidad de este cura que vivió por el Fontán y que acudan a él para que les eche una mano. Nosotros, cristianos mediocres, ya no soñamos con la flecha o el balazo. Nos basta con saber llevar el arañazo de cada día, aunque con este "martirio a plazos" nunca nos canonicen. Hoy, domingo, a las 12 del mediodía, en la Iglesia de San Isidoro, se reciben sus reliquias. Les invito a que vengan a contagiarse de un poco de evangelio y que así recuperemos algo del coraje cristiano.

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