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La mar de Oviedo

Carpa mateína

De la misma manera que el mal humor de un escritor juega a favor de su calidad literaria (si es risueño y optimista, apaga y vámonos), sostengo que un restaurante donde atiende al cliente un dueño malhumorado, vago y gruñón, decorado el establecimiento de manera descuidada o sin gusto, con infames acuarelas de hórreos en las paredes, firmadas por gente de la casa, es garantía de excelente cocina de la abuela. Digo esto de los hosteleros, a quienes con frecuencia critico, para defender ahora a los afincados en la Heroica Oviedo con el asunto de los chiringuitos de San Mateo, competencia desleal contra quienes apuestan por el negocio estable y sobreviven a pesar de los impuestos. Si la SOF se refunda, es hora de poner en solfa las adjudicaciones vitalicias de los chiringuitos y, antes de que se mueran con todo y abuela, incorporar a los hosteleros en la carpa mateína.

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