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El Otero

Imagina una ciudad

La transformación del entramado urbano que afronta Oviedo

Un arquitecto es un dibujante de sueños. O, al menos, eso es lo que cree la arquitecta Grace McGarvie. Bien. Hay que tener sueños e intentar plasmarlos. Sueños que se transformen, por ejemplo, en construir ciudades más habitables. Más amables. Menos hostiles. Soñemos, por tanto, la ciudad que queremos. Imaginemos el Oviedo que deseamos legar. Y ese es uno de nuestros grandes retos colectivos: lograr una ciudad más sostenible. No es fácil.

Arrastramos una historia de construcción urbana basada en la especulación, en fabricar meros alojamientos. De escasa planificación. De un urbanismo cortoplacista que no atiende más que al beneficio inmediato generando brutales impactos ambientales. Y no me extiendo porque creo que a buen entendedor pocas palabras bastan. Sería, por tanto, deseable, tornar esa inercia. Cambiar, en palabras de la arquitecta Jen Valentino "esos antiguos modelos y paradigmas de planificación urbana y empezar a generar otro tipo de intervenciones teniendo en cuenta el medio ambiente, la reutilización de materiales, la implementación de energías renovables y el aprovechamiento de los recursos naturales de una manera sostenible para avanzar hacia el ordenamiento sustentable de las ciudades". Y eso implicará, más pronto que tarde y por la cuenta que nos trae, un cambio en la mentalidad de los ciudadanos. En no muchos años el uso del coche, de la energía o la gestión de los residuos urbanos mudará. Nos guste o no. Por eso hay que planificar la ciudad con visión de futuro.

Hemos visto en las últimas semanas diversos proyectos que replantean zonas de Oviedo como los terrenos del Cristo, la ronda sur o el entorno del prerrománico naranquino y acceso a la cumbre o, más recientemente, del entorno de Santullano. Supongo que habrá opiniones para todos los gustos. Proyectos, a priori -aunque con matices- aceptables. Pero lo que está claro es que la reconciliación con el entorno es obligada. Cicatrices como la Ronda Sur, que ahora se pretende corregir, son errores en los que no hay que reincidir. Errores que parece no nos vacunan contra nuevos proyectos faraónicos de inasumible costo, impacto ambiental desmesurado y escasa eficacia como nuevas rondas al norte. Una entrada en la ciudad por una autopista, fragmentando asimismo la comunicación de dos barrios, a escasos metros de un monumento Patrimonio de la Humanidad, no es de recibo.

Así que empecemos a dejar de mirar al dedo cuando éste apunte a la luna. Deberemos asumir cambios en nuestros hábitos de vida. Porque nos vendrán impuestos. El diseño de ciudad pasará por el concepto "ciudad sostenible". ¿Cómo? La teoría dicta que regenerando y preservando los espacios naturales y los parques e incrementando y manteniendo las zonas boscosas del municipio. Maximizando el uso de fuentes de energía renovables. Apostando decididamente por una movilidad sostenible. Practicando un comercio que fomente la compra local. Acercando una cultura integradora y ofreciendo garantías sociales. O buscando una planificación en la construcción que preserve el entorno natural, fomentando el acceso real a una vivienda digna a los habitantes de la ciudad. Como en los proyectos que citaba al inicio, el papel lo aguanta todo. Pero pasar de las musas al teatro es más complejo. Una ciudad sostenible es, en último extremo, una ciudad más humana. Responsabilidad de los políticos que a través de los planes de ordenación urbanística y de otras herramientas han de imaginar el Oviedo del futuro, sí; pero también es una responsabilidad de todos y cada uno de nosotros. Todos estamos llamados a contribuir, desde nuestra cotidianidad, a perseguir esa ciudad mejor.

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