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La mar de Oviedo

Restos franquistas

En el Retiro de Madrid, nada retirado, se yergue una escultura de bronce dedicada al demonio, al Mal, al "Ángel caído", obra de Ricardo Bellver. También hay monumentos literarios al Demonio, al ogro, al Capitán Garfio, al lobo feroz, a Mefistófeles y al horror, que, en ocasiones, triunfa sobre el Bien. A lo que voy: es un error eliminar esos últimos restos franquistas que lucen en la Universidad de Oviedo; la lápida de los caídos por la patria, el escudo del águila de San Juan y la vidriera falangista representan una oportunidad para explicar historia a los estudiantes y para tenerla presente los que no estudian. Y si no, ¿por qué no nos cargamos también las Pirámides, el Coliseo, los vestigios de la invasión francesa...? Tras restaurar nuestra Catedral, varios sillares de la torre y pórticos acribillados quedaron sin tocar a propósito, para conocer los estragos de la intemperie, el odio y la ignorancia.

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