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Crítica / Música

Viva Verdi

La gran noche de Olga Peretyatko junto a Luca Salsi, brillante barítono sustituto

Verdadera gala operística con la soprano rusa Olga Peretyatko-Mariotti junto al barítono Luca Salsi, sustituto de Thomas Hampson, obligado a cancelar por una insuficiencia respiratoria. Recién salido del MET pasando por Naples, en Florida, y con Ramón Tébar al piano, la aparición del italiano obligó a ligeros retoques en el programa y en el orden previsto para el mismo sábado. A ellos se sumó la orquesta Oviedo Filarmonía (OFIL) con el joven director taiwanés Tung-Chieh Chuang, artífice y responsable musical que no solo mimó las voces sino que supo sacar lo mejor de la orquesta local. Fue lo de anteanoche una muestra operística a medida de la diva rusa especializada en "bel canto" del que nada escuchamos pero optando por el Verdi más exigente.

Dos voces jóvenes con trayectorias asentadas en los grandes coliseos repasando para este sábado sus mejores personajes, organizados como es habitual en estos casos: tres arias cada uno más dos dúos semiescenificados, con más peso para la segunda parte, intercalando la orquesta ovetense, con un Chuang claro y preciso, páginas que figuran incluso en conciertos sinfónicos: atinado magisterio mozartiano en las oberturas, impetuosa "Las Bodas de Fígaro" e impecable "La forza del destino" sumándose Mascagni con el bellísimo y delicado Intermezzo de "Cavalleria Rusticana" al que la OFIL (con Marina Gurdzhiya nuevamente de concertino) tiene hace años interiorizado, muy centrados y eficaces pese a los imprevistos de la semana. Reconocimiento a todos por el esfuerzo que llevó a buen puerto este esperado recital.

Y es que la Peretyatko cumplió las expectativas y no defraudó en sus roles, dejándonos sin la Julieta de Gounod o algo de su Rossini pero con dos pinceladas (como los dos vestidos) de Mozart y mucho de Busseto. Del genio de Salzburgo la Condesa del "Dove sono?" recién estrenada en su repertorio digamos que pudo con el aria pero aún falta rodarla, demasiado sobria y falta de sentimiento. La segunda aria ya enfocado Verdi , el bolero de Hèléne de "Les vèpres siciliennes" necesita madurar y reposar pese a los años que lleva en su repertorio, tal vez con el mismo aire y color de su "Carmen" pensada pero con unos graves necesitados de ganar cuerpo, redondez y volumen para igualar colores demasiado contrastados todavía. Esperada Violeta de "La Traviata" que no estuvo perdida (sí el público aplaudiendo antes del "sacrificio") ni abandonada sino encontrada por Germont padre poderoso, buen empaste y mejor escena haciendo peligrar el podio para redondear con solvencia una aplaudidísima primera parte para todos.

La Gilda de "Rigoletto" también tuvo de todo, "Caro nome" de pirotecnia excesiva pero entregada antes del dúo final con el jorobado, lo más destacable.

Del italiano Salsi aplaudir su generosidad en todos los sentidos, solista contundente, impecable "Provenza" en su primera salida a escena aunque sin plena seguridad ni musicalidad, supongo que todavía frío, buen complemento masculino y paternal Germont en el dúo de "Traviata" mejor y más entonado hasta brindarnos un entregado Macbeth "Pietà, rispetto, onore" que nos supo a poco, de voz pletórica y rotunda. Especialmente inspirado como padre jorobado del dúo paternofilial "Tutte le feste?" tras el "Cortigiani" que siempre supone la reválida de todo barítono, corroborando las expectativas en el italiano y la buena pareja ítalorusa para Verdi.

Para rematar la velada nada menos que tres propinas: la Bess rusa del "Summertime" (Gershwin) prevista en el programa inicial, sin poso en el grave, muy plana pese a sus agudos pero de lo más comercial, antes de "darse la mano" como Zerlina con el hoy suegro, padre y al fin Don Juan (segunda pincelada mozartiana) que hubiese sido el final ideal, pero sin más papeles preparados y para regocijo del respetable, tras organizarse un poco los desconcertados músicos y director bisarían los compases últimos del dúo "Todos los días de fiesta..." para repetir Viva Verdi, porque Oviedo volvió a disfrutar de la ópera.

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