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La mar de Oviedo

Caelia

En noviembre de 1986, al finalizar mi Camino Francés, desde Saint-Jean-Pied-de-Port, un canónigo del Cabildo de Compostela, Juan Martínez Bretal, me firmó el diploma y escribió mi nombre, Josephum, en acusativo, no Pepe ni José. De esto me acordé a principios de este mes, en la Sala Trascorrales, antigua plaza del Pescado; disfrutaba de la exposición Artistas por Médicos del Mundo, ante un cuervo al óleo de Faustino Ruiz de la Peña, cuando, curiosamente, me encontré a otro cuervo, o sea, otro praviano. -Te presento a Caelia -me dijo. -¿Caelia? -Sí -respondió la afectada, Caelia. -¿No será Celia? -le dije, pues en latín la ae se pronuncia e. -Caelia, te digo; mi hermana se llama Rosae y mi hermano pequeño Caesar. -Pues deberías decir Celia, que viene de Caelium, que significa cielo. -Yo prefiero decirlo como se escribe -insistió. -Pues a tu amigo deberías llamarlo Juacuín.

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