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Director del Laboratorio de Medicina del HUCA

La belleza de la sencillez

Una ceremonia con música clásica y palabras de sus más íntimos despidió a la bioquímica: "Tu sonrisa nunca se apagará"

Me comentó Pedro si podría decir unas palabras sobre Sofía y obviamente no podía ni debía decir que no. Espero que la emoción no me sobrepase y pueda terminar, no sin algunas paradas, lo que me gustaría decir de Sofía.

La conocí, los conocí, en el año 1974, cuando llegaron a Salamanca en el grupo de Santiago Gascón, nuestro mentor que también nos abandonó, incluso siendo más joven que Sofía, para continuar su carrera universitaria en Oviedo, en el departamento de Bioquímica. Llega Sofía con 25 años, recién cumplidos, los que la conocisteis después os podréis imaginar cómo era Sofía entonces. Llamaba la atención su altura, su guapura que diríamos los asturianos, pero además había algo más en la pareja que hizo que, aun sin conocernos de nada, surgiera una amistad duradera desde el minuto cero. Se fueron rápidamente a trabajar a New Jersey, USA, pero esos pocos meses de contacto, previos a su marcha, fueron suficientes para que Sofía ya demostrase sus cualidades enviándome unos productos de su laboratorio, difíciles de conseguir en España y que me sirvieron para finalizar los experimentos de mi tesis doctoral. No todos fueron buenos recuerdos de aquella época. Organizaron una fiesta en su casa de Bellavista, esquina de General Elorza con García Conde, y el plato estrella de la tarde-noche fue el gazpacho, no podía ser otro, y la verdad es que no tengo un buen recuerdo de aquello, pero no es menos cierto que actualmente compite con el salmorejo por ser mi plato favorito de verano en el menú del hospital.

Regresaron de USA y estaba escrito que ya estaríamos juntos hasta hoy. De hecho, vinieron a vivir al mismo edificio en el que ya vivíamos Fernando Moreno y Piluca y nosotros. Era el departamento de Bioquímica 2. Allí pasamos, juntos en su piso, pegados al transistor, oyendo a José María García, una fecha inolvidable, el 23-F. Nuestros hijos crecieron juntos, diría que mezclados, y hoy todavía siguen con una amistad que nos llena de alegría a todos.

Si tengo que destacar una cualidad de Sofía diría, sin equivocarme, que su sencillez. Recuerdo conversaciones con ella en el departamento y en el campo de la investigación, más jóvenes, y ella siempre ponía un énfasis especial diciendo 'es muy bueno', frase no habitual en una gran parte de investigadores. Sofía nunca luchó por estar en la primera página, ella hacía su excelente investigación en el laboratorio de una forma callada pero reconocida por sus colegas.

Sofía no se ha ido ayer (por el martes), la verdadera Sofía se nos ha ido hace tiempo, cuando comenzó a manifestársele esta maldita enfermedad que le ha usurpado un montón de años, impidiéndole disfrutar de su familia y amigos. Un amigo pediatra me decía: 'Paco, si te sale la carta mala, estás jodido'. A Sofía, según mi amigo, le tocó la carta mala. Me pregunto, ¿por qué? No tengo respuesta pero sí puedo decir con seguridad que no la merecía. Pero, ¿cual es la carta mala? ¿El tres de picas? ¿La sota de copas? ¿El cuatro de corazones? ¿El rey de espadas? Ninguna de ellas. La carta mala es la que no te da opción a jugar de nuevo, no ha habido otra oportunidad.

Desde hace seis años y pico, creo recordar que fue el 29 de octubre de 2011, sábado, no somos pares. Ese día fue la última vez que estuvimos sentados diez personas en la Casa de Santos cenando y Sofía, aunque intentaba estar sentada, ya no estaba allí. El 1 de noviembre ingresaba en la Residencia La Real, hasta que hace pocos días se vino a vivir a Oviedo. Desde entonces somos impares, 5, 7, 9. Sofía ha dejado que el número impar fuese el que prevalecía en las cenas que siempre comenzaban con la misma pregunta cuando llegaba Pedro: ¿Qué tal está Sofía? Desde hace un tiempo la respuesta oscilaba entre, se ha quedado tranquilina y, hoy me ha costado mucho darle de cenar. Eran las respuestas más comunes. A partir de hoy ya no habrá más esa pregunta ni se producirán las mismas respuestas. Me vais a permitir que no utilice una frase muy manida en estos casos, porque no creo en ella, en su lugar utilizaré la frase de Sócrates cuando acudió al oráculo de Delfos, le preguntaron quién es el hombre más sabio de Grecia, y respondió: "Sólo sé que no sé nada", diré que sólo sé que Sofía se ha ido y eso es lo que importa, lo que sentimos todos, que ya no la volveremos a ver. Sin embargo, aprovecho un dicho de Platón, discípulo de Sócrates, que tengo en el despacho y dice: "No dejes crecer la hierba en el camino de la amistad". Sofía, estoy seguro, no tenía un solo hierbajo en ese camino.

Pedro, tus amigos estamos orgullosos de ti, de tu entrega, cuidado y paciencia hacia Sofía desde que esta maldita enfermedad se apoderó de ella. Ana y Sofía, debéis estar orgullosas de vuestra madre, que os adoraba. Cuando estando ya enferma le preguntábamos por vosotras, no solo cambiaba el rictus de su cara, su mirada era otra. No necesitaba las palabras para expresar lo que os quería.

Sofía, no te olvidaremos.

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