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Profesor del Departamento de Psicología | Secretario de CC OO en la Universidad de Oviedo

Universidad pública y laica

La relación de la institución académica con las entidades religiosas

El hermano mayor de la Hermandad de los Estudiantes, Ramón de Cangas, ha criticado al Rector de la Universidad de Oviedo, Santiago García Granda, por someter a votación en el Claustro del próximo viernes el convenio existente entre la institución académica y la organización religiosa. "Sorpresa y disgusto" fueron las expresiones empleadas, según informó LNE (6-4-2018, p.6). No sé qué tipo de compromisos habría adquirido el Rector con los representantes de la hermandad, pero someter a votación un acuerdo de la institución académica en su máximo órgano colectivo de gobierno es normal y solo debería generar tranquilidad e incluso alegría. ¿Qué ideas acerca del funcionamiento de la sociedad tiene una persona a la que una votación de un órgano colegiado de gobierno de una institución pública le sorprende y disgusta?

España es, sobre el papel, un estado aconfesional (art. 16.3 de la Constitución), pero hay constantes demostraciones de lo contrario. Los mandatarios públicos pueden jurar o prometer sus cargos ante la biblia y un crucifijo, vemos funerales de estado católicos con profusa participación de autoridades políticas. La presencia de altos mandos del Ejército, la Guardia Civil o la Policía, junto a nuestros representantes políticos, en las procesiones de la reciente Semana Santa ha propiciado escenas del NODO. Por ejemplo, en Málaga, el Jueves Santo, la compañía de honores de la X Bandera del Tercio Alejandro Farnesio, IV de La Legión, procedió al traslado del Cristo de la Buena Muerte -conocido como el Cristo de Mena- a su trono procesional, ante la atenta mirada de cuatro miembros del Gobierno central (María Dolores de Cospedal, Juan Ignacio Zoido, Íñigo Méndez de Vigo y Rafael Catalá) a los que pudimos ver acompañando a los legionarios en el canto de su himno (Soy el novio de la muerte). Otro ejemplo reciente: el pasado jueves, día 8 de Marzo, el nuevo ministro de Economía, Industria y Competitividad del actual gobierno, Román Escolano Olivares, juró su cargo ante un facsímil de la Constitución abierta por el Título IV, que trata del Gobierno y la Administración, dispuesto junto a un crucifijo y una Biblia editada en 1791 y dedicada a Carlos IV, abierta en el capítulo 30 del Libro de Números, que dice: "Cuando alguno hiciere voto a Jehová, o hiciere juramento ligando su alma con obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su boca." (Num., 30, 2) un texto apropiado, desde luego, sin entrar en exégesis, pero ¿no sería mejor que el Sr. Ministro dejara estas cosas para su fuero interno y su entorno más íntimo? A día de hoy, teniendo en cuenta la situación de Palestina, una promesa ante Jehová, el Dios de los Judíos, no es precisamente tranquilizadora.

En un estado aconfesional, estas cosas no deberían pasar. Una cosa es que un representante público sea cristiano, islamista, budista o ateo y profese sus creencias como quiera, y otra que, en el ejercicio de sus funciones públicas, presida actos religiosos en calidad de Ministra (como Cospedal en Málaga). Y una cosa es que la Universidad esté abierta a toda la sociedad para el desarrollo de sus funciones, muy especialmente las relativas a la investigación, la educación y el desarrollo del pensamiento crítico, y colabore con entidades religiosas en diversos actos e iniciativas y otra que forme parte de las ceremonias propias de cada credo. La religión es un fenómeno humano muy extendido, variado y digno de estudio y atención. La Universidad tiene especialistas e interés en el hecho religioso, pero no debe identificarse con las ceremonias internas de cada uno de ellos.

En un claustro anterior, un representante electo del colectivo de estudiantes solicitó al Rector que se sometiera al claustro el Convenio vigente entre la Universidad de Oviedo y la Hermandad de los Estudiantes. Y así se hará el próximo viernes.

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