"Un problema de comunicación". El Ayuntamiento y el Oviedo nos venden que el motivo de sus discordias infinitas es la comunicación. Ya, y los burros vuelan. La comunicación no es buena, cierto, pero el problema principal no es ese. El problema es, exagerando un poco, que no se pueden ni ver. El recelo es mutuo. La desconfianza, total. La lista de encontronazos, interminable: Asturcón, césped, mamparas, marcas? Ahora el nuevo circo es por el circo. Circo al cuadrado.
El pasado miércoles hubo función en el Ayuntamiento. Ambos cara a cara. Que los periodistas supiéramos antes la hora y el lugar de la cita mosqueó al club. Nada nuevo. Al Oviedo le obsesionan las filtraciones hasta límites insospechados. Al Ayuntamiento, menos. Conocer la agenda de un gobierno con tres partidos a golpetazos es fácil. En esa cita hubo alta tensión. El Oviedo, molesto porque se le requirió información sobre unas obras que hizo (y pagó) en el Tartiere. Papeles que había entregado pero que, al parecer, no llegaron. Aquí hay que entender al club: pagas unas obras que no te corresponden para mejorar una instalación municipal y encima te tocan las narices. El gobierno aduce que las obras son "ilegales" por no ser informadas y que si pasa algo cargan con la responsabilidad.
Tensión inicial resuelta. Se reconocen errores. Calma hasta que alguien lee en el móvil un titular de LA NUEVA ESPAÑA: "El Oviedo, ante la reunión con el Ayuntamiento: 'Va a estar caliente a la salida'". Otra vez espadas en alto. El Oviedo regatea: era un vaticinio irónico. Sigue la reunión. Rápido, que juega el Madrid en Munich. El tono es suave. No de amigos, eso nunca, pero suave. Se habla de las marcas, el principal caballo de batalla. El Oviedo las quiere recuperar sin gastar mucho y el Ayuntamiento no las quiere malvender. En 2009, con el equipo en Tercera, las compró por tres millones. ¿La nueva tasación va a ser menor o igual? Ja. ¿Busca el Ayuntamiento hacer negocio? "No". Palabra de?Taboada. El Oviedo, de momento sin declaraciones altisonantes, mira por sus intereses. Y el Ayuntamiento, que ha vuelto a mirar por el club después de años oscuros, por los suyos. ¿Hay problemas de tiempos? Sí. Se pueden solventar, también. ¿Cómo? Con voluntad real. ¿Hay voluntad real?
