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Con vistas al Naranco

La lavadora voladora (2)

Hace años, en este mismo rincón periodístico, evocaba la lavadora que la pluma de un camión de mudanzas hacía volar de un lado a otro de la calle Santa Susana. Lavarropas, en lugar del acreditado lavadora, sigue poniendo Pedro Mairal, tan buen escritor, en "La uruguaya", premio "Tigre Juan" 2017.

Por si no fuera ya poca imagen conmovedora un electrodoméstico aleteando por los aires, pues el aparato seguía bajando aún en pleno funcionamiento por pila o batería, una mujer salió del portal santasusino con rulos en la testa, quejosa de que, en la distracción le llevasen también colada sin terminar. A esta escena ovetensista de mi magín volví ha poco al ver a Jessica Hernández, una muchacha colombiana, ensalzada por Naciones Unidas, que, lavadora al hombro, recorría calles sin asfaltar de Soacha (Santa Fe de Bogotá) ofreciendo su trabajo y el de su máquina para ocuparse de las ropas sucias del vecindario. La ONU destaca el carácter de esta chica, soltera, con cuatro hijos y una afección pulmonar, beneficiaria de un par de microcréditos para su esforzado negocio.

Debí de leer en Ramón de Mesonero Romanos, tan idealizado por los mentores de mi adolescencia, que un madrileño, entrado en años, carretaba a su espalda cotidianamente un armario con abalorios. Fatigado y sudoroso, pero resignado, le contaba al cronista las bondadosas virtudes de la gente que le permitían renovar constantemente la mercancía de la que mal viviría. De esa escena matritense no hay vídeo, pero sería como las portadoras, impresionantemente encorvadas y pasos cortos, que atraviesan hogaño la frontera de Melilla o Ceuta.

También me emociona que, aquí, en el teatro Campoamor, se premió con el "Príncipe de Asturias" al bengalí Muhammad Yunus, antes del Nobel de la Paz, gran impulsor bancario de los microcréditos que tanto bien han hecho, entre otros, a esa heroína bogotana de la lavadora. A Yunus se lo encontró mi hijo en una cafetería de la calle del Regente Jaz pidiendo un refresco cuyo precio, supusimos, le habrá más que sorprendido.

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