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La ciudad y los días

Aún interesan los libros de papel

Acerca de la sede de Libroviedo y otros debates sobre la ciudad y su vida literaria

Si la memoria no me es infiel, y a bote pronto, las ferias del libro en Oviedo tienen más de un cuarto de siglo de edad, seguramente con algunos vanos antes del formato actual. Antecedentes, pues, de las ferias que han cumplido ahora su cuarto de siglo y tuvieron hasta no hace mucho tiempo su vistoso asentamiento en los Álamos, atractivo lugar de paso y de paseo.

De cualquier modo, nuestra ciudad ha sido tradicionalmente sede de numerosas librerías de prestigio y larga trayectoria repartidas por todo el casco urbano, algunas de ellas ya desaparecidas como la Universal de Pepe Richard, la de Santa Teresa con su continuadora y muchas más por no hacer una lista exhaustiva.

El previsible éxito de visitantes, de títulos presentados y de ventas en la reciente edición de la Feria ha sido, al parecer, muy satisfactorio y ha servido también para hacer notar que el libro de papel ha recuperado frente al electrónico gran parte de su prestigio y utilidad para una mayoría de lectores, no siempre y precisamente jóvenes.

No olvidemos que Oviedo es de antiguo una ciudad literaria y muy ligada a la lectura, tanto por su historia y tradición como por su clima cultural y si me apuran también atmosférico. Las razones para seguir con la sede actual en la antigua plaza del Pescado en Trascorrales tienen su respaldo municipal y han recuperado la aceptación por parte de los libreros que confiesan haber batido récords de ventas..

La antigua plaza del Pescado evita una instalación más costosa en Los Álamos, y no sé si problemática al tratarse de una zona urbana de tránsito peatonal. Que además requiere el alquiler de casetas y una serie de condicionamientos, requisitos y costos que no es posible ignorar. Trascorrales, en cambio, facilita el montaje y abarata la instalación.

No obstante, uno echa de menos aquellas casetas a lo largo del espacioso paseo contiguo a la calle Uría en el formato tradicional de la feria con la diversificación de su oferta en el centro de la ciudad. Puestos a echar de menos, cómo no hacerlo respecto a la actual ausencia de concursos literarios que tuvieron aquí su sede como el premio Aramo, el Ciudad de Oviedo y otros.

Oviedo es ciudad cultural y ha de cuidar y rentabilizar esta vitola merecida de antiguo. Recuperar uno de sus certámenes de prestigio, incluso para un género específico, habría de constituir un objetivo del ámbito cultural y literario al que no faltarían patrocinios.

Queda felicitar a los libreros por sus éxitos y desear que resulte aún mejor la próxima Feria, en la que, Dios mediante, este escribidor pretende presentar sus complicadas memorias con un título que es una declaración:"Informar no ha sido fácil".

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