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La mar de Oviedo

Metáfora del perro

Suelen interesarme poco los relatos policíacos porque atienden más a la cuestión práctica, a solucionar sin retórica cualquier asesinato. Prefiero los conflictos que tardan en madurar, aunque no se resuelvan, donde el estilo cobra más importancia que el asunto, de lo baladí se hace arte y la anécdota se convierte en categoría. No importa el qué sino el cómo. En esta búsqueda mía de las metáforas, esta mañana, en el Paseo de Valdeflora, vi un perro caminando torcido; no es la primera vez que observo este andar perruno, ladeado; es como si las patas de atrás, las motrices, caminaran más rápido que las delanteras. Algo así sucedía antes, en las cuestas abajo, donde el carretero tenía que echar el freno para que el carro no pasara por delante de los bueyes. Observo esto en la democracia mal entendida, en que la sociedad camina torcida cuando la masa, las patas de atrás, corren más que quien lo inventó.

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