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La mar de Oviedo

Hostias e hindúes

Por la primera comunión de Marta Monteserín, hija de un sobrino, pasé en Oviedo el domingo, y conocí la iglesia María Auxiliadora del Colegio Fundación Masaveu, enfrente del Palacio de los Niños, donde se trasladó la ceremonia de parroquianos del Cristo de las Cadenas. En el sermón, el párroco del Cristo, Julián Herrojo, contó que cuando estuvo de misionero en la India y decía misa, a la hora de comulgar se sumaban a la cola un montón de hindúes para participar del sacramento, puesto que se corría entre ellos que Julián ofrecía un alimento de salvación con el que se alcanzaba la vida eterna. Contaba Julián cómo unas monjas lo ayudaban a espantar a aquellos hindúes que pretendían saltarse los requisitos para participar dignamente en la eucaristía y así evitar que llegaran por atajos al paraíso. Vaya, que Dios es amor, pero no tanto. Que buenos sí, tontos no.

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