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Crítica / Música

Vitalidad y frescura orquestal

Vicente Mascarell, al fagot, y James Ross, a la batuta, lideran a la OSPA en un buen concierto

Solista: Vicente Mascarell (fagot). Director: James Ross.

Programa: "Concierto rumano" de Ligeti, "Concierto para fagot en si bemol mayor, KV 191/186E" de Mozart, "Serenata n.º 1 en re mayor, Op. 11" de Brahms.

En el primer acercamiento a una orquesta sinfónica, uno de los instrumentos que más llama la atención es el fagot, que esta semana fue protagonista en el programa de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA). Para ello, uno de los profesores de nuestra orquesta volvió a la primera fila, como solista del conocido concierto de Mozart para este instrumento. Vicente Mascarell, fagot principal de la OSPA desde 1994, nos permitió comprobar las posibilidades de este instrumento, que amplía la región grave de la sección de viento madera de la orquesta. En esto también fue clave la conferencia previa al concierto a cargo del polifacético John P. Falcone, para ofrecer una historia del fagot muy didáctica. Y es que todavía puede sorprender el desconocimiento general hacia este instrumento, que se asentó en la orquesta a fines del siglo XVII y en el siguiente siglo tomó posiciones como instrumento solista.

El "Concierto para fagot y orquesta, KV 191" de Mozart, una de las obras representativas para este instrumento, es prueba de ello. El viernes, bajo batuta de James Ross, escuchamos en el Auditorio carbayón una versión de altos vuelos, teniendo en cuenta la exigencia técnica y estilística de esta obra.

Mozart compuso esta obra en Salzburgo con 18 años y su partitura denota frescura, sencillez de concepción sobre una estructura bien establecida, equilibrada y donde la interpretación del solista se vuelve compleja por la libertad que Mozart dio, además, al intérprete. Todo ello lo tuvo en cuenta la OSPA, bien calibrada, y con Mascarell al frente, para escuchar todo detalle de su sonido, claro y perfectamente articulado. Hay que destacar la sonoridad lograda por el fagot en el movimiento lento, delicadísimo, y el control de ejecución del rondó en el conjunto.

También en la segunda parte de la velada, con la "Serenata n.º 1" de Brahms, los vientos de la OSPA se alzaron protagonistas, con un nivel sobresaliente. Se trata de otra obra de juventud, en este caso del compositor romántico, si bien su versión definitiva no se estrenó hasta 1960.

Sin duda, Brahms elaboró de manera refinada esta obra con ecos del pasado, pues se entrevén procedimientos de Haydn y Beethoven, incluso Schumann, como valoraba el musicólogo Ramón Sobrino en las notas al programa. La versión que comandó Ross sonó con empaque orquestal, en una OSPA llena de vitalidad, diáfana en el desarrollo de una obra imaginativa, y llena de sorpresas en movimientos que invitan a la danza, con las sonoridades exquisitas de sus partes centrales, que la OSPA cuidó de manera delicada.

El programa lo completó el "Concierto rumano" de György Ligeti (1923-2006), figura extraña en las tablas asturianas, pero imprescindible en la música del siglo XX, más allá de su presencia en las bandas sonoras de las películas de Kubrick. Así, celebramos la programación de esta obra, también de juventud, la cual, a modo de díptico lírico y lento, emplea material folclórico en un homenaje yo diría que sentimental a Bartók, que fue otro de los grandes compositores húngaros. Hay que subrayar la fluidez de la interpretación de una OSPA flexible y sensible a las texturas y sonoridades que ofrece esta obra, especialmente en el segundo bloque, con una orquesta realmente evocadora. En suma, una jornada muestra de vitalidad y frescura orquestal.

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