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Begoña Pérez: en el cielo de las ideas y otros

Semblanza de la exconcejala socialista fallecida recientemente y su perfil de política dialogante

Cuando me contaron lo que pasó con Begoña Pérez hace unas semanas, literalmente digo que no tuve prácticamente reacción en lo aparente, porque se me antojó algo incomprensible. Quizá hice una mueca. Pensamiento amargo hubo, pero ninguna palabra.

La conocí practicando el buen talante de los activistas progresistas. Aquel de las causas nobles y también comprometidas, en las que coincidimos. Ella era, en esta tierra, mujer y militante socialista; cosa que acompasó con sus circunstancias personales y profesionales. Se le debe el haber implantado aquí el concepto de servicios sociales basado en los derechos, frente la idea de beneficencia. Y tantos otros trabajos en torno a la especialidad que profesaba. Política ovetense, fue concejal durante tres mandatos, desde los cuales desarrolló aquellos modelos comunitarios en los que creía.

En mi época dilatada como Secretario General del Partido Popular asturiano, visitó muchas veces el despacho que tenía dentro la organización u otro de la Junta General del Principado, nunca hubo por su parte reserva para acudir públicamente a esos lugares. Los que quisieran ver dos orillas enfrentadas en debate es que no entendieron nada, ella era, antes bien, todo lo contrario: conversaciones alrededor de síntesis ideales (en lo político) o el diagnóstico de necesidades y sufrimientos buscando soluciones (en lo social).

Poco antes de los lamentables acontecimientos que llevaron a su fallecimiento, ella y amigos comunes tuvieron un encuentro amical donde salió a colación el contenido de un libro, del que soy autor y pendiente de publicar; tratando divertidamente alrededor los contenidos del mismo. A la sazón, allí Begoña tuvo buenas palabras y recuerdos en lo personal. Gracias. Entonces yo digo que el mejor recuerdo y homenaje es proseguir su misión y abrazar a los suyos.

En el convencimiento de que esto es sólo un viaje, recuerdo como algo evocador la descripción de André Maurois acerca el accidente fatal del autor de El principito, cuando hizo su tránsito: "Aquello terminaba como una novela de Sain-Exupéry y se la imaginaba perfectamente; escaso de gasolina y también de esperanza, subiendo, como uno de sus héroes, hacia algún campo celeste, totalmente balizado de estrellas". El maestro y amigo Antonio Masip escribía, yendo más allá, que "el asteroide libérrimo sigue en el infinito su órbita desestructurada, Bego ha variado ligeramente la suya, se ha ido de su pasmo hacia otra dimensión". Conque estamos de acuerdo: esto es el principio, o uno de ellos.

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