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Químicamente puro

La noticia sobre la muerte de un ser querido siempre nos pilla por sorpresa, por más que pueda tratarse de una muerte anunciada. Todos sabíamos que el final de nuestro Emilio Huerta, de "Triqui" no estaba muy lejano, iba yéndose poco a poco desde meses atrás. Pero cuando el desenlace fatal se produce nos rebelamos contra él: porque toda muerte es injusta, y más todavía la de un ser que amábamos. No voy a hablar sobre sus cualidades como persona y sindicalista que tanto luchó por la prevención de los accidentes y enfermedades profesionales. Un ser químicamente puro, íntegro.

Los amigos, al morir, dejan un hueco irremplazable. Es como un amor perdido que abre un agujero que no puede ocupar un amor nuevo. A mí me queda vacío el hueco de su risa. Ya sabes que nunca te olvidaremos, mi querido Triqui, te envío mi mayor abrazo.

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