El uso de canarios en las minas estuvo muy extendido antes de que existiesen los modernos sistemas de detección de gases tóxicos. Los mineros introducían al pájaro en la galería y si dejaba de cantar y se adormecía eso significaba que había concentraciones peligrosas de metano y de monóxido de carbono en el aire. El canario actuaba como un bioindicador. La elección de un ave -la del canario en concreto se explica por su abundante cría en cautividad- responde a la alta sensibilidad de estos vertebrados a las circunstancias ambientales, lo que les confiere la cualidad de "sistemas de alerta" de los ecosistemas. Su respuesta a los problemas, los cambios y las alteraciones en el medio es rápida y visible, y se refleja tanto en especies individuales como en comunidades.
El Día Mundial de las Aves, que se conmemora este fin de semana, pone en primer término ese papel para reivindicar la importancia de un mundo con pájaros. No son los únicos bioindicadores, ni los más eficaces, pero presentan grandes ventajas frente a otros organismos: han colonizado todos los hábitat del planeta y son fáciles de observar.
Pongamos un ejemplo: la campiña atlántica, el paisaje característico de gran parte de las tierras bajas de Asturias desde la aparición de la agricultura. Es obvio que este ambiente ha variado mucho en las últimas décadas por la propia evolución de los cultivos, ahora mecanizados, más intensificados, con ciclos diferentes y dedicados a otras producciones (o en porcentajes distintos), y asimismo por la construcción de carreteras, áreas industriales y urbanizaciones. Las aves reflejan esas modificaciones en su propia abundancia y en su distribución geográfica, y también acusan otras alteraciones más sutiles, en la estructura de la vegetación, en la composición de las comunidades vegetales naturales y en la riqueza de invertebrados, es decir en la disponibilidad de soportes para los nidos y de recursos alimenticios, que afecta a sus tasas de reproducción y de supervivencia, los dos índices más fiables para relacionarlos con una causa concreta. Como consecuencia de todo ello, la mayoría de las especies vinculadas a los medios agrícolas muestra actualmente tendencias negativas. El incremento del uso de herbicidas y plaguicidas también ha tenido importantes repercusiones, al igual que la contaminación de los ríos y la alteración de sus cauces y de sus riberas. Incluso el despoblamiento rural y el abandono de los pueblos afectan de forma directa y significativa a ciertas aves.
Los pájaros acusan también cambios más sutiles y difusos, como el calentamiento global. Si se analiza la fenología de nuestras aves se advierten variaciones significativas en las fechas de llegada y de partida de las especies migratorias, adelantos o retrasos en el calendario reproductor, e índices más elevados de fracaso reproductor relacionados con fenómenos meteorológicos extremos o con una asincronía respecto de las épocas más propicias para la incubación y la crianza de los pollos, por razones de temperatura / frecuencia de precipitaciones y abundancia de alimento, respectivamente.
Las especies alpinas están consideradas como indicadores particularmente sensibles al cambio climático, ya que este fenómeno tiende a reducir su hábitat, de por sí limitado, por el avance en altitud de la vegetación leñosa sobre los pastizales montanos, y mengua los neveros (depósitos de nieves perpetuas), de los cuales depende, en buena medida, su suministro de insectos.