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Memorias 1 | BASILIO COSMEN ADELAIDA | Dominico

"Mi recuerdo más temprano es el de tener en casa dos monjas dominicas durante la guerra"

"Cuando mi padre era arriero y viajaba con carros y mulas de Leitariegos a Madrid yendo por Laciana, había una tarifa más barata para quienes en las cuestas se bajaran de la montura y fueran andando"

El dominico Basilio Cosmen, junto a un monumento dedicado por el pueblo de Caleruega a Santo Domingo de Guzmán. j. m.

Llegan las columnas gallegas. "Él cogió y se marchó. Como era del puerto, conocía los pueblos y los montes y se refugió donde pudo. Desde el lugar donde estaba escondido veía la carretera y al mes observó cómo pasaban los camiones de los republicanos, que se iban. Y al día siguiente vio otros camiones que se notaba que eran de otros soldados. Eran las columnas gallegas que iban hacia Oviedo, y después llegaron los moros. Una vez que vio pasar el Ejército nacional, ya bajó a Cangas. Después de la guerra, hubo represión en Cangas, pero de muchas de esas cosas me enteré tiempo después, porque siendo niño no me daba cuenta y nos dedicábamos a jugar por la carretera".

Línea Cangas-Villablino. "Los arrieros llevaban mercancías, e incluso muchas veces a personas, en una caravana con varios carros y mulas para la gente. A veces también llevaban dinero de Cangas a Madrid o a la inversa. Utilizaban carros tirados por mulas, y mi hermano Pepe contaba muchas veces que había distintas tarifas, y una de ellas era el de ir en burra, y otra, más barata para los viajeros que en las cuestas arriba se bajaran de la montura y fueran andando. Pero si pagaban más, no tenían que bajarse. Mi padre empezó siendo arriero, y en el puerto nevaba muchísimo entonces, con lo que había bastante dificultad para subirlo con carros y carromatos. Una de las veces que volvía de Madrid, llegó a casa y se encontró a su madre llorando, porque, claro, la familia sabía que les tocaba llegar tal día, pero con el mal tiempo se preocupaban por ellos y temían que se encontraran con peligros por el camino. Mi padre me contó que ese día, al ver a su madre llorar, se dijo a sí mismo que dejaba aquello, que bajaba a Cangas y se instalaba allí. Y así empezó con una tienda y con algún negocio, pero siguió con el transporte porque creó una línea de pasajeros desde Cangas a Villablino (León), por Leitariegos. Iba por la mañana y volvía por la tarde, y eso ya lo conocí yo".

Escuela apostólica de Corias. "Las Dominicas abrieron un colegio para párvulos y yo comencé a ir a él, de modo que las monjas que habíamos tenido en casa más ese colegio fueron desarrollando mi vocación. Llegó el tiempo de lo que se llamaba el examen de ingreso al Bachillerato, que tocaba a los 9 o 10 años y fui a hacerlo a Oviedo. Después, ingresé en Corias, a dos kilómetros de Cangas, que era casa de estudio de los Dominicos, lo que llamábamos escuela apostólica y que corrientemente se llama Seminario menor. Ese edificio del convento de San Juan Bautista de Corias es el actual parador nacional. Allí estudié hasta la reválida de Bachillerato y tengo muchos y buenos recuerdos. Entonces había una disciplina estricta, y a pesar de estar tan cerca de casa, solamente un domingo al mes, el primero, podía salir a ver a mi familia. Ellos llegaban a la portería y yo salía a su encuentro. Los otros domingos, ellos iban a la función que había por la tarde en la iglesia del monasterio, con una procesión nuestra por el claustro. Me veían de lejos y yo les hacía una señal de saludo. Aquello yo no lo tomaba como algo malo, sino que lo aceptaba porque era la norma de la disciplina".

Sepultado por las armas. "En Corias estuve cinco años, desde 1942 a 1947, y al cumplir los 15 años ya podías tomar el hábito y pasar al noviciado. Todos los de mi curso lo tomamos, pero yo era el menor de todos, porque había nacido en diciembre, y tuve que esperar unos meses para hacer ese año de noviciado. Corias estaba lleno y en total yo creo que seríamos unos 200 niños. Varios dominicos del monasterio habían muerto durante la Guerra Civil, después de que los condujeran a La Felguera o a Sama. Pero algunos lograron huir, como el que era superior nuestro entonces, Nicolás Albuerne, de Proaza, un gran hombre que se marchó al monte con otro sacerdote amigo. Estuvieron perdidos, andando por casas y caseríos hasta que liberaron Corias. Había otro fraile famoso por apellido, ya que era Antonio Riego, familiar del general Rafael del Riego. A este Antonio llegaron a cogerle y le hicieron cavar una fosa en el patio del convento. Después le sepultaron para obligarle a entregar las armas que tenían, porque los milicianos estaban empeñados en que los frailes tenían armas. Pero no había nada de eso. A Antonio Riego le sacaron después de la fosa y no lo mataron".

Toma del hábito. "Los que tomamos el hábito en mi curso fuimos 47, y de ellos muchos éramos de Cangas, como 30. A Corias acudían estudiantes de toda Asturias, pero también de León y algunos de Salamanca o de Palencia, es decir, de donde había conventos de Dominicos y salían vocaciones, que venían con nosotros o los enviaban a Villava, en Navarra, cerca de Pamplona, donde había otro escuela apostólica. Los de ambos lugares nos juntábamos en Salamanca para la toma del hábito. Era entonces superior del convento salmantino de San Esteban un dominico, el padre Alberto Colunga, de Noreña. Y nos impuso el hábito otro asturiano, Manuel Suárez, de Herías (Lena), que era el Maestro General de la Orden de Predicadores, el octogésimo maestro general después de Santo Domingo de Guzmán y el decimocuarto español en ese puesto".

La Biblia Nácar-Colunga. "Alberto Colunga Cueto había ido a estudiar a la Escuela Bíblica del Convento y Basílica de San Esteban de Jerusalén (la que edita la 'Biblia de Jerusalén'), para doctorarse en Sagrada Escritura. Volvió hecho un sabio en comparación a como estaban los estudios bíblicos en general y, particularmente, en España. Cuando empezó a funcionar la Universidad Pontificia de Salamanca, él se incorporó como profesor y coincidió con Eloíno Nácar. Los dos tenían gran afinidad y conocía las lenguas orientales antiguas. Entre los dos tradujeron y pusieron notas a una Biblia, la Nácar-Colunga, que publicó en 1944 la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC). Ya había algunas traducciones al castellano, pero aquella era la primera que se lanzaba al público con decenas de ediciones hasta el presente. Alberto Colunga murió aquí y está enterrado en Caleruega. Su labor la continuó el padre Maximiliano García Cordero, que también era asturiano, de Nembra".

Promoción de Caleruega. "Y con el padre Manuel Suárez volví a coincidir el día 17 de abril de 1952, cuando se colocó la primera piedra de este convento de Caleruega y la bendijo él como Maestro General. Fue un fiestón y vinimos 150 o 200 frailes estudiantes que entonces cursábamos Filosofía y Teología. Yo en ese momento estaba en primero de Teología en Salamanca. El padre Suárez también está enterrado en Caleruega. Había ingresado en Corias y realizó los estudios eclesiásticos de dominico. Después hizo la carrera de Derecho en la Universidad Central de Madrid y ya se fue a Roma, donde fue rector de la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino, la Universidad de los Dominicos, comúnmente conocida como el Angelicum. Destacó como jurista y canonista y tuvo una gran progresión ante la Santa Sede en tiempos del Papa Pío XII, que le dio misiones especiales, por ejemplo, en Estados Unidos. También colaboró en el Concordato España-Santa Sede de 1953. Cuando lo eligieron Maestro General de la orden le dio un empujón tremendo, porque tenía gran vitalidad y una visión extraordinaria. El fue quien promovió el convento de Caleruega, que pese a ser el lugar de nacimiento de Santo Domingo no había recibido la atención de la orden, tal vez por tratarse de un pueblo, ya que lo normal de los Dominicos son los conventos en las ciudades. El padre Suárez murió en un accidente de carretera, viniendo de Italia a España. Él conducía y en Perpiñán se estrelló".

Asturiano perseguido en China. "Hay muchos otros dominicos asturianos relevantes. En el siglo XIX, por ejemplo, estaban Ceferino González, gran profesor de Filosofía y cardenal, o el obispo de Oviedo Ramón Martínez Vigil, de Tiñana, que inauguró la basílica de Covadonga. Ya en el siglo XX está el padre José Gafo, de quien Etelvino González escribió una gran biografía que ha desenterrado la categoría de Gafo, al que le sucedió una de esas cosas más ilógicas que existe, porque él defiende, lucha y crea sindicatos, y hace todo lo que sea en favor de los obreros, pero van y lo matan al comienzo de la Guerra Civil, en Madrid. En Salamanca fue profesor el padre Manuel Cuervo, de Cornellana, un teólogo extraordinario de la Universidad Pontificia que fue querido por todos los alumnos por lo bien que explicaba, por ejemplo, la doctrina de la Trinidad. Entre nosotros tuvo mucho prestigio un hermano suyo que fue repetidas veces superior provincial y que tenía mucha categoría. Y antes había habido otro dominico asturiano apellidado Cuervo que había escrito un libro muy bueno sobre la historia del convento de San Esteban de Salamanca. Hubo también un obispo dominico asturiano, Juan Bautista Velasco Díaz, de Parana, Lena. En China fue prisionero del comunismo, lo liberaron y después estuvo en Filipinas como obispo de Manila".

El "Apaktone" y el antropólogo. "Y entre los misioneros esta José Álvarez, de Cuevas, el 'Apaktone', que está en proceso de beatificación y fue un misionero de primer fila, como el padre Pío Aza, de Pola de Lena, que en 1905 comenzó a trabajar en Madre de Dios, en el Alto Amazonas, en pura selva y que es donde también trabajo el 'Apaktone'. Aza escribió muchos textos sobre costumbres y modos de ser de los indígenas nativos. Ellos descubrieron tribus y se comunicaron con ellas. Sus trabajos fueron grades referencias para estudios de tipo antropológico. En ese campo trabajó también el padre Ricardo Álvarez, de Nembra, que es el gran antropólogo dominico, doctorado en Antropología por la Universidad París VII".

Arintero y Unamuno. "Tras la toma de hábito, el año de noviciado se dedicaba al conocimiento de Santo Domingo y de las constituciones de la orden. Y también se dedicaba a la formación y al crecimiento espiritual. Por cierto, el maestro de novicios era también asturiano, de Illano, y se llamaba Sabino Rozada, un gran discípulo del padre Arintero, que fue el que levantó la mística en España en el primer tercio del siglo XX. Arintero era muy amigo de Unamuno, que iba por San Esteban a hablar con los Dominicos. Estudio después la filosofía tomista, de 1947 hasta 1951, en Caldas de Besaya, Cantabria. La escolástica era entonces indiscutible. A continuación pasé a la Teología, cinco años. De los años de estudio tengo recuerdos muy gratos. Suelo decir que siempre fui un poco tonto y por eso me gustaba estudiar".

En el balneario de Mondariz. "A mi familia la veía poco. Pepe fue visitarme a Salamanca alguna vez, y mi padre también. Pero conmigo hicieron una excepción en la orden que fue rarísima: cuando mis padres celebraron los 25 años de casados, me dejaron ir a Cangas. Pepe era cinco años mayor que yo y había estudiado el Bachillerato, junto a mi hermano mayor, Secundino, con los jesuitas del colegio Apóstol Santiago de Vigo, que al terminar la guerra estuvo provisionalmente en el balneario de Mondariz. Después, Pepe va a estudiar perito industrial a Gijón".

Con los alumnos de Preu. "Me ordeno sacerdote cuando terminé cuarto de Teología, y la ordenación fue en Corias la víspera de la fiesta de Santo Tomas (28 de enero) de 1955. Después, termino la Teología con grado de licencia y mi primer destino es el colegio de Oviedo, de septiembre de 1956 hasta 1963, que me voy a Corias. El recuerdo de aquellos años es extraordinario por el trato continuo y habitual con los estudiantes. Mucho trato y mucha orientación. Y los dos o tres últimos años estuve con los alumnos de Preu, en el último piso del colegio, donde los internos tenían habitaciones individuales. Di las asignaturas de Lengua, Latín y Francés, ya que durante los veranos me dejaban salir a Francia a estudiar la lengua".

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