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Muerte al salmón, vida para los ríos

El comienzo de la temporada de pesca tradicional anima a los aficionados mientras se reaviva el debate entre los partidarios de una reglamentación restrictiva y los que quieren mayores facilidades

Por la izquierda, Javier Vega, con sombrero, Pepe "el Sevillano" y Fermín Corte, ayer en el lance "Puente Romano" del Sella, en Cangas de Onís. j. m. carbajal

Los ríos asturianos llevan más de un mes abiertos a los pescadores, pero hasta hoy no sufrirán la avalancha que provoca la posibilidad de llevarse a casa, o de vender, un salmón. La pesca sin muerte dará paso a la búsqueda del campanu, el primer salmón de la temporada, y a casi tres meses de una actividad que mezcla deporte, comercio y satisfacción personal. Este año las aguas bajan más calmadas porque apenas ha variado la normativa de la Consejería de Agroganadería y Recursos Autóctonos. Pero la polémica viene de lejos y nunca se apaga, sobre todo entre los proteccionistas y los partidarios de una reglamentación que permita disfrutar sin trabas de uno de los tesoros del Paraíso Natural. El Piloña, después de cinco años, se incorpora al catálogo de opciones que tienen los casi 10.000 aficionados con licencia.

El presidente de la Federación Asturiana de Pesca, Pedro García, sigue un año más su cruzada contra los cotos, una figura que "limita la capacidad de pesca en función de la capacidad económica". García está en contra de pagar por pescar en zonas acotadas y también clama contra las restricciones temporales, que han reducido en un 75 por ciento, según sus cálculos, los días hábiles en los últimos años. El presidente de la Territorial levantaría la veda el 1 de febrero y la cerraría el 30 de septiembre, con un mes limitado a la pesca sin muerte, una modalidad de la que es partidario con matices.

"Hay que controlar la pesca sin muerte", expone García, "porque no se puede permitir que se claven docenas de salmones con hilos de trucha y al final salgan, o no, después de cuarenta minutos de lucha. O que se saquen las capturas durante un buen rato para hacer fotos y vídeos. En esas condiciones, con tanto estrés, aunque vuelvan al río esos salmones están muertos".

Aun así, para aficionados como Fran Ruiz está claro que "un pez en el río vale mucho más que en un congelador". Ruiz pone como ejemplo otros países que "tenían este problema hace 25 años y supieron adaptarse para proteger los salmones". Ruiz niega que en este mes y medio las orillas de los ríos asturianos estuviesen vacías: "Incluso he visto gente de fuera, de Madrid y de León. El problema es que cuando no hay salmones, nadie quiere perder el tiempo. Dentro de quince días o un mes veremos más gente porque habrá más peces. Por eso, lo más coherente sería cerrar la veda el 15 de junio y, a partir de ahí, sin muerte".

Pedro García y Fran Ruiz sí coinciden en que la normativa no contenta ni a unos ni a otros, por lo que la Administración vuelve a estar en el punto de mira.

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