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Los expertos proponen impulsar el turismo náutico, sin desarrollar y con perspectivas positivas

Los expertos proponen impulsar el turismo náutico, sin desarrollar y con perspectivas positivas

El turismo náutico está sin desarrollar en Asturias, al contrario de lo que ocurre en Galicia y Cantabria, las comunidades autónomas costeras limítrofes. El Principado, donde hay aproximadamente unas 2.000 embarcaciones de recreo, cuenta con unos 2.600 amarres, de los que están ocupados una media del 70%, aunque algunos, gestionados por el Principado, rozan y alcanzan el 100%.

La región tiene tres puertos deportivos concesionados, es decir, de gestión privada. Son el de Gijón, el de Avilés y el Marina Yates, también en Gijón. A ellos se suman los pantalanes que gestiona el Principado en Llanes, Ribadesella, Lastres, El Espartal, Candás, Luanco, Cudillero, Luarca y Figueras.

La diferencia de precios entre los de gestión pública y privada es considerable. Por ejemplo, un barco de entre seis y ocho metros de eslora, que es tradicionalmente lo máximo que se ve en Asturias, puede costar en un puerto deportivo privado unos 1.700 euros al año, mientras que en uno público se reduce aproximadamente a la mitad.

Flor Guardado es la directora del puerto deportivo de Gijón y una de las expertas del sector náutico en la región. Según explica, el perfil más habitual del propietario de una embarcación en Asturias es el de un jubilado o persona próxima a la jubilación. "Éste es un factor que ha influido en el mercado además de la crisis. Por un lado, no se compraban embarcaciones nuevas y, por otro, muchas personas vendieron las suyas por cuestiones de edad y las han enviado a la zona del Mediterráneo".

La directora del puerto deportivo de Gijón también destaca que Asturias es "un poco peculiar" en el ámbito nacional porque "el sector turístico náutico no está muy desarrollado", y se desenvuelve en un marco "un poco endeble, distando mucho de la evolución del resto de comunidades autónomas limítrofes y costeras". El Principado, en su opinión, "no se ha mentalizado de que este sector puede ser una fuente importante de empleos y de ingresos". Si se apostara por él, "habría que crear una bolsa de trabajo y captar profesionales, y además se impulsaría la industria relacionada con la náutica. Ahora hay pocas empresas que se dediquen a esto, y no sólo podrían crecer las que ya están, sino que incluso podrían surgir otras nuevas, lo que supondría también la creación de más puestos de trabajo, y surgirían necesidades en el sector servicios".

Juan Atorrasagasti es el dueño y gerente de Astur Náutica, ubicada en Gijón y dedicada a la venta y mantenimiento de embarcaciones deportivas y de recreo y motores. "La situación es crítica. Nuevo se vende poquísimo y el mercado de segunda mano tampoco está muy boyante, aunque funciona mejor entre particulares", explicó. "La mentalidad general es similar a lo que ha ocurrido con los pisos. Se piensa que el que vende es porque necesita el dinero y va a regalar el producto, pero si eso pudo ocurrir en los momentos más críticos de la crisis, ahora ya no es así".

Las empresas del sector tampoco encuentran una salida en el mercado de embarcaciones de segunda mano porque, según Atorrasagasti, "con la crisis, los mantenimientos que se hicieron fueron mínimos, así que tenemos que comprar al propietario a bajo precio porque después hay que hacer reparaciones y mejoras para ponerlas a la venta, y además tenemos que ofrecer una garantía. Por eso nosotros no entramos en ese mercado, porque el que vende quiere hacerlo a un precio que él considera razonable y que para nosotros resulta caro, y el que luego nos va a comprar nos pide precios bajos que no compensan", explicó.

Juan Atorrasagasti asegura que el primer apoyo que debería de recibir el sector para iniciar el impulso es reducir el coste de los amarres, que los propietarios y potenciales compradores consideran muy caros. "Para una embarcación de unos 8 metros de eslora pueden subir a unos 1.700 o 2.000 euros al año. A eso hay que sumar el mantenimiento del barco, que se tiene que hacer una vez al año. El que va a comprar echa cuentas y desiste porque la temporada en que se puede navegar en Asturias se ha reducido de los meses de mayo a septiembre y consideran que no les compensa. Los pantalanes públicos son más baratos, pero con la crisis, todo parece caro".

El empresario náutico no quiere "vender" negativismo y aporta una parte positiva, y es que "ya hay cierta alegría en que se empieza a preguntar por la remotorización. Como en los pisos: en lugar de comprar lo que se está haciendo es 'rehabilitar' la embarcación, cambiando el motor, piezas, pintando, esas cosas", aseguró.

Miguel Ángel Manterola es el propietario y gerente de Exponáutica del Cantábrico, ubicada en Gijón y especializada en embarcaciones de recreo, pesca deportiva, motos de agua, accesorios, electrónica, motores y recambios. "En Asturias tardamos algo más que en el Levante en notar la caída fuerte de las ventas. En 2009 y 2010 aún vendíamos barcos, aunque fueran menos. Pero lo duro vino después, y ahora tardaremos en remontar. Empezamos más tarde y acabaremos más tarde, como le pasa siempre a esta región, aunque hay que tener en cuenta que allí tienen muchos clientes extranjeros y aquí llegan muy pocos", afirmó.

La segunda mano también se está estancando, aseguró Manterola. "La gente limitó el mantenimiento y las reparaciones a lo mínimo, y eso en las embarcaciones supone un deterioro rápido. Por eso, si se han abandonado y después se quieren vender, hay que hacer una inversión importante en mejoras o bajar mucho el precio. Pero nadie da duros a cuatro pesetas, así que ese mercado también se está estancando". Lo que sí está empezando a repuntar es la reparación, remotorización y la mejora electrónica. "Parece que la economía quiere empezar a remontar, y se nota en el mantenimiento, que da signos de cierto impulso. Pero aún quedan millas para llegar a niveles previos a la crisis".

Pese a todo, Manterola quiere trasladar un mensaje positivo: "La zona del Levante es un referente, porque la crisis empezó antes allí y ahora ya el mercado les empieza a funcionar. Aquí tardaremos más, porque lo que nosotros vendemos es ocio y hasta que la estadística de empleo no empiece a dar signos reales de que la tormenta está pasando, la gente no se gasta dinero nada más que en lo imprescindible".

Marco Antonio Ramos es el propietario y gerente de Náutica El Gobernador, ubicada en la localidad maliayesa de El Pidal, especializada en la venta y reparación de todo tipo de embarcaciones de recreo y fabricante de su propia marca (Sentinel). A la crisis económica global se sumaron en los últimos años varios sucesos que dejaron temblando su caja y puso en jaque el futuro de la compañía. En abril de 2009 sufrieron un robo de motores fueraborda de nueve embarcaciones valorados en total en 86.000 euros, a los que se sumaron otros 14.000 de los daños provocados por los ladrones. Pero lo peor se produjo en septiembre de 2012, cuando el fuego calcinó la nave de trabajos y arrasó algunos barcos que ya tenían vendidos.

"Pese a todo decidimos apostar por el negocio y seguir adelante. Somos de los pocos fabricantes de embarcaciones deportivas que quedan en el norte de España, y nos mantenemos con lo que fabricamos durante el invierno, la mayoría para el mercado nacional y algo para el extranjero. Pero en líneas generales el mercado se mueve muy poco. Cada año las ventas caían un 20% de media respecto del anterior, apenas se vende y en mantenimiento se gasta poco", aseguró Ramos. "Se mueve algo más el mercado de segunda mano. Nosotros compramos, reparamos y vendemos, pero los precios han bajado muchísimo". Y pone un ejemplo: una embarcación que nueva puede costar 300.000 o 400.000 euros hay que dejarla en 90.000, cuando su precio real, si el mercado estuviese activo, se situaría entre los 150.000 y 180.000 euros. Ramos asegura que la mejoría ya se empieza a notar en el Mediterráneo, "donde hay dinero y mucho turista extranjero". Pero en Asturias todavía no, "y además, los pantalanes para el amarre son caros".

El sector náutico asturiano confía en que éste sea el año de los últimos coletazos de la galerna que por poco los ahoga.

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