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Historias sobre la marcha

Historias sobre la marcha

A poco más de un metro de Pérez está Xosé Manuel Suárez, completamente perdido en el paisaje de Lieres (Siero). Da reparo interrumpirle. Entre sus pies está "Trastu", un perro con manchas blancas y marrones, y ojos almendrados. "Vamos hasta Irún. Y de ahí a Italia", explica el joven gijonés, con una gorra que no llega a tapar del todo su rasta. "No me gusta el tren, pero es el único medio de transporte en el que me dejan llevar al perro aquí conmigo", aclara Suárez, que ya viene de Finisterre. Su casa es la calle y su filosofía de vida es viajar por todo el mundo. "Hago malabarismos y tan pronto estoy en un país como en otro. Ahora voy a Italia porque tengo una colega allí", señala desprendiendo un intenso olor a porro. Según sus cálculos, en Italia estará dentro de cinco o seis días. "No tengo prisa. Voy escuchando música o leyendo. Y 'Trastu' ya está acostumbrado a todo esto. Es un trastu, de ahí su nombre", agrega con una leve sonrisa.

El tren avanza camino de Infiesto. Todo es verde, naturaleza y fincas con ganado. Un señor calvo, con traje y corbata granate, aparece a lo lejos. Es el revisor. De cerca se aprecia que la corbata no es en su totalidad granate, sino que tiene unos cuadrados blancos. Sin mediar palabra, coge el billete, lo mira y hace un rápido garabato. "Próxima parada: Arriondas", anuncia la grabación del tren. Los jóvenes del Sella y Jorge Pérez, el de la gorra de Venezuela, están a punto de llegar a su destino. Sin embargo, al gijonés Rafael Escandón todavía le quedan dos paradas más. Va en plan deportivo, con botas de montaña y unos graciosos calcetines azules con rayas amarillas. Junto a él está la bici. "Me bajo en Toraño, pero en realidad tengo que ir a Margolles, un pueblo que está a tres kilómetros de la estación. Por eso llevo la bici", precisa. Escandón califica el servicio de "tercermundista". "Hay muy pocos horarios y el tren ye muy lento, excesivamente lento. Paran en sitios que ni sube ni baja gente. Eso es una pérdida de tiempo absoluta", critica el gijonés, que habla con un marcado acento asturiano.

Lo mismo opina Jorge Montes, que se dirige a la playa de Ribadesella. "No tengo coche y voy a todos los sitios en tren. Tampoco tengo prisa, estoy jubilado, pero entiendo el cabreo de otros viajeros. Hay temporadas de muchos retrasos y tendría que haber más horarios. Yo creo que por eso la gente ha dejado de venir en tren. No puede ser que el primero que vaya hasta el hospital de Arriondas sea éste y pase a las diez y media de la mañana", comenta Montes, con una areta y un llamativo pirrcing verde en la oreja. Al otro lado de la ventana el protagonista es el río Sella. El verde de los prados es de un intenso verde oscuro, como si allí no hubiese llegado la sequía ni el calor. Saliendo de Ribadesella, los tres vagones del convoy quedan prácticamente vacíos. Al fondo se ve el mar, aunque rápidamente se esconde. No hay tiempo para la recreación. El azul vuelve a aparecer casi por sorpresa, camino de Llanes, con la playa de San Antolín llena hasta la bandera de bañistas. El tren pasa casi rozando la arena, invitando al viajero a darse un chapuzón.

"Esto es precioso", afirman Salvador Bravo y Paquita Ruiz, un matrimonio muy risueño de Melilla. "Vinimos para Asturias para pasar frío y mire qué días", dice Bravo señalando ese sol que entra de lleno en el tren. La pareja no viaja sola. En el regazo tienen a su perro "Chispa", un yorkshire "muy chiquito". Tan pequeño que a "Chispa" casi se lo lleva un halcón. "Fue hace unos meses cuando íbamos de paseo por Melilla. El ave vino y se tiró sobre el perro. Suerte que lo tenía sujeto con la correa y tiré de él, pero vaya susto que llevamos", relata Bravo, que muestra en su móvil una noticia sobre el ataque. De vacaciones en Ribadesella, el matrimonio se dirige a Llanes. "Nos gusta mucho la naturaleza y eso de ver las vaquitas pastando nos maravilla. Estamos mejor aquí que en Nueva York", remata Paquita Ruiz, ya casi al final del trayecto.

Después de tres horas, el Feve llega por fin a Llanes. Pero el viaje para LA NUEVA ESPAÑA no acaba aquí, sino que continúa por el Occidente. Tras hora y media de trayecto en autobús para volver a la capital de Asturias, arranca la excursión a Vegadeo. El billete sale por 12,05 euros y son cuatro horas de trayecto. El tren de la línea Ferrol es bastante viejo. Los asientos están cubiertos de un forro azul, bajado de tono y pasado completamente de moda. A la mente salta una pregunta: ¿cuántas personas se habrán pasado por ellos? Seguramente millones. El calor es sofocante, pero el aire acondicionado no funciona, y si lo hace, con muy poca fuerza. El tren arranca y los ruidos se multiplican. Parece un avión a punto de despegar. "En los últimos diez años, Feve no ha mejorado nada. Se ha estancado y los retrasos son continuos", asegura Adrián Álvarez, que viaja en Feve porque "la estación la tengo al lado de casa". El joven contempla las ruinas de la Fábrica de Loza de San Claudio.

El ferrocarril avanza hacia Pravia por una vía frondosa y muy estrecha. De hecho, de vez en cuando las ramas de los árboles impactan con fuerza contra el cristal. La presencia de túneles es bastante abundante, ya van más de diez. "Nosotros vamos cuatro días a un camping de Luarca", dicen Inés García, Pelayo Álvarez, Marta Mateos y Laura Vázquez, que piensan darlo todo en las fiestas de San Timoteo. Sin embargo, en el tren sus caras son de aburrimiento. "Se tarda muchísimo, y hay demasiado ruido y temblores", protesta Inés García, que espera con ansias la llegada a Luarca para celebrar su 19.º cumpleaños. El equipaje (mochilas, sacos de dormir y esterillas) ocupa dos asientos más.

José Antonio Montero, residente en Torrevieja (Alicante), no puede dejar de hacer fotos al paisaje. Con su teléfono móvil capta el río Nalón en todo su esplendor. "Estoy encantado, me gusta mucho esto", dice en compañía de su mujer, María Martínez. Después de varios días de tour por Asturias, toca conocer Cudillero. "Nos dijeron que era muy bonito, por eso venimos. En los próximos días iremos a Candás y Luanco", señala Montero, natural de Navarra. "Quedamos alucinados con lo limpio que está Oviedo. Ya mandamos fotos a la página de Facebook de

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