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FRANCISCO JOSÉ MIRÓ QUESADA | Editor y exdirector del diario "El Comercio" de Perú, catedrático de Derecho Constitucional, rector de la Universidad César Vallejo, politólogo y jurista

"Lo primero que hace la mafia con un periódico libre es meterlo en la vía judicial para amedrentarlo"

"No quiero ser apocalíptico, pero en el futuro el papel va a desaparecer y el periodismo será totalmente virtual, ahora estamos en una etapa de transición"

Francisco José Miró Quesada. luisma murias

Francisco José Miró Quesada Rada (Lima, 1948) tiene una biografía apabullante que se asienta en el periodismo. Miembro de una familia de gran influencia en Perú, propietaria de un poderoso grupo mediático que controla casi el 80 por ciento de la comunicación del país y que incluye varias cabeceras periodísticas y televisión, cuya cabeza visible es el diario "El Comercio", del que fue director y, en la actualidad, es editor; catedrático de Derecho Constitucional, politólogo y rector de la Universidad César Vallejo, Miró Quesada fue, además, embajador de su país en Francia. El país vecino y España tienen mucho que ver en su educación. Al primero, llegó con 19 años, en los prolegómenos de la revolución de 1968 y con De Gaulle en la presidencia; al segundo, poco después, para estudiar en Deusto. "Esa etapa estudiantil la considero fabulosa, a Deusto le debo mucho de mi formación y vocación intelectual, porque yo era un mataperro, no tenía mucha afición por el estudio, pero en Bilbao la agarré".

Gran conversador, con la riqueza y la calidez del español limeño, acompañado de su esposa, la escultora Ana María Westphalen, Francisco Miró Quesada viajó la pasada semana a Asturias para firmar un convenio, como rector, con la Universidad de Oviedo y para participar en un acto en la Academia Asturiana de Jurisprudencia, de la que ha sido elegido miembro. "Mi experiencia, en lo académico, ha sido dedicarme un poco al alimón a la enseñanza del Derecho Constitucional, sobre todo aquello que tenía que ver con los derechos de los ciudadanos y, fundamentalmente, a la ciencia política, tema de la mayoría de mis obras", afirma.

-¿Dejó el periodismo por la Universidad?

-No, mientras trabajaba en el periódico enseñaba en la Universidad. Entré a trabajar en el diario de mi familia, "El Comercio", que acaba de cumplir 176 años, en 1966, así que voy a cumplir 50 años de periodista y, como catedrático, llevo 38. Entré muy joven a enseñar en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, la más antigua de América, fundada por Carlos V. En 2013, cuando me jubilé de la dirección del periódico, el dueño de la Universidad César Vallejo, el ingeniero César Acuña, actual gobernador regional de la región de Libertad, con capital en Trujillo y que probablemente será candidato a la Presidencia del país, me ofreció el rectorado. Esta Universidad tiene un potencial interesantísimo y por eso acepté.

-Continúa como editor en el diario familiar. ¿Cómo están afectando al periodismo los cambios tecnológicos?

-No quiero ser apocalíptico, pero, en el futuro, el papel va a desaparecer, como desapareció el papiro, y el periodismo será totalmente virtual, por internet. Ahora estamos en una etapa de transición. Creo que esta revolución es tan profunda como la de la época de Gutenberg, y no sólo es tecnológica sino social y cultural. Están cambiando las relaciones humanas y creando un nuevo tipo de hombre y, por supuesto, de mujer. Cuando veo a mis nietas chateando con ese aparatito que todos usamos, parece una extensión de su propio brazo. Los niños ya tienen otro mecanismo de comunicación, están con sus padres y no hablan, la relación humana está cambiando.

-¿Y en este periodo de transición, cómo pueden sobrevivir los periódicos?

-Coincido con aquellos que sostienen que los periódicos deben de ser más explicativos que informativos, porque la información la tenemos al instante. Leo muchos diario, hoy (por el pasado jueves) ya leí el de ustedes. ¿Y qué cosas me han interesado estos días? En "Le Monde" que compré en el avión, una excelente entrevista a Daniel Chohn-Bendit y una información sobre cómo defender los derechos de los robots; al parecer, hay un abogado especializado en este asunto.

-¿Se hace mejor periodismo con tantos soportes?

-Creo que no, pero lo que voy a decir igual es un poco ofensivo para nosotros, los periodistas. No sé cómo es el caso de España, pero, en Perú, antes no había escuelas o facultades de Periodismo y, en nuestro diario, escribían extraordinarios escritores peruanos y latinoamericanos, y también extranjeros. Creo que las facultades encasillan, deben ejercer el periodismo economistas, filósofos, juristas, artistas, que escriban bien. Es lo único que salvará el periodismo del futuro.

-¿Una combinación de buena escritura y especialización?

-Que se explique bien el contenido. Quiero que alguien me explique bien en un artículo el tema de los migrantes del Oriente a Europa, una cosa bien hecha y elaborada porque, el resto, lo vemos por la televisión todos los días. De todas maneras, el periodista es un profesional y una cosa es una nota hecha por él y otra la realizada por una persona que no tiene la experiencia de utilizar los enfoques y la metodología del profesional. Debe tener mucha cultura y formación. He trabajado desde los 17 años en el periódico de mi familia y cuando llegué le pregunté a mi padre qué hacía, en qué me especializaba. Y él me respondió que un periodista tiene que hacer de todo y ya verá después por dónde va. Hay que formarlo, rodearlo de cursos de literatura, de arte, de historia, de ética, de filosofía, de economía, de ciencia política, de ciencia, enriquecer su cultura es muy importante. Aparecerá una especie de periodista docente, pero el problema es que tampoco estoy seguro de que eso salve al papel.

-Su periódico tiene una gran influencia en Perú, pone y quita gobiernos. ¿Recibió muchas presiones en su etapa como director?

-El director tiene un gran poder y, naturalmente, recibe llamadas tratando de presionar, pero debe primar siempre el interés público sobre el privado. Tratándose de personas públicas, las noticias siempre hay que publicarlas para que la gente se informe. Ése es uno de los problemas más críticos del periodismo. Si eres libre y diriges un medio poderoso, tienes que ser responsable y lo primero que hace la mafia es meterte en la vía judicial para amedrentarte. Tuve que ir a declarar numerosas veces a los Juzgados.

-¿Qué son las audiencias de "El Comercio"?

-Un canal de participación dirigido a los ciudadanos. El periódico convoca a 500 o 1.000 personas de un distrito de Lima y se invita al alcalde, al jefe de la Policía y al gobernador que representa al Gobierno, para que escuchen lo que dice el pueblo. Duran un promedio de tres horas y hablan doce personas sobre el tema que eligen, y el alcalde responde y rinde cuentas de su gestión. El periódico impulsa un mecanismo democrático que le da una presencia extraordinaria y, sobre todo, imparcialidad.

-¿Cómo se ve a la vieja Europa desde Perú?

-La gente informada está atenta a lo que pasa en Europa con el tema migratorio y a lo que sucede en Estados Unidos con Donald Trump. Los seres humanos siempre hemos migrado, hemos pasado de un lado a otro, desde el hombre cromañón. Y la emigración puede ser muy positiva, como he leído recientemente en un estudio. Los seres humanos carecemos de capacidad de autocrítica y le echamos al otro la culpa de nuestras desgracias y lo que demuestra este estudio es que las migraciones contribuyen hasta en un 57% por ciento al desarrollo de una nación. Además, Europa tiene una cosa muy importante para los que vivimos en países en vías de desarrollo o que no hemos logrado el desarrollo integral, que es el estado social, sé que es costoso pero, en el Perú, no hay seguro de desempleo y eso está mal. El paro en mi país es del 9 por ciento, pero hay mucho subempleo.

-El mercado, en este momento, aparece como el gran dictador global.

-El estado social contribuye a humanizar, a solidarizar las relaciones económicas entre patronos y trabajadores y entre las mismas personas, y trata de construir una economía con rostro humano, más hacia el hombre. En el Perú llegamos a crecer un 7% que ahora ha bajado al 3% por la crisis china, pero hay bastante desigualdad. Discrepo de la mayoría de los economistas, cuando dicen que sólo el crecimiento económico conduce a la igualdad, es un factor importantísimo para que la gente salga de la pobreza, haya inversión y empleo, y tenga un salario justo. Pero el problema de la igualdad es también cultural, social y educativo. Los ciudadanos participan poco en el proceso de toma de decisiones. Y me preocupa. He leído a Piketty y artículos en algunas revistas de economía muy serias, que dicen que el modelo que se está aplicando ahora aumenta la desigualdad social. Obviamente, en Europa, se siente mucho menos que en América Latina.

-Regresó a Francia como embajador. ¿Cómo fue la experiencia?

-Una maravilla. Uno se vincula con personas muy interesantes del país. Pero la principal satisfacción que tuve en París fue que mi esposa expusiera en galerías francesas, aunque lo hizo después de que yo dejara el cargo, para que no dijeran que se las ofrecían por ser la señora del embajador. Quiero mucho a Francia y a España, tengo a los dos países muy presentes.

-¿En qué se parecen y en qué se diferencian?

-Se parecen en lo imaginativo, en lo creativo y se diferencian en la organización, el estilo y el temperamento. El español es mucho más expresivo. Mi tío, el literato, ensayista y compositor de música criolla César Miró, cuando me paseé con él por París, recién llegado de joven, le pregunté por qué los españoles hablaban tanto. Me respondió que lo hacían porque era un pueblo culto, ya que los pueblos incultos no tienen nada que decir, me dijo. No quiero decir que los franceses no hablen, son también un pueblo culto que le da mucha importancia al arte y a la cultura y son casi "chauvinistas" y tiene una explicación porque, hasta hace poco, eran el centro de la cultura occidental. El español tiene un mundo más relajado, menos estresado y tenso que el francés. Ahora que estoy viendo la serie de Carlos V se puede ver la diferencia entre él y Francisco I, que además eran primos hermanos.

-¿Cómo era la España que conoció en su primera visita?

-El pueblo me gustaba, pero Franco no. Soy un hombre de temperamento democrático, toda mi vida me he opuesto a las dictaduras, aunque hay unas peores que otras. Santo Tomás decía que las dictaduras son un castigo de Dios contra los pueblos que pecan contra él; en consecuencia, los peruanos somos muy pecadores, porque hemos tenido un montón.

-¿Y cómo la ve ahora?

-Más laica, más humana, tienen eso tan humano del aprecio al amigo, veo a los españoles más "quijotes" que "sanchos". Y más cosmopolitas. Porque antes, ustedes, viajaban muy poco. Y me gustaría decir algo sobre Asturias.

-Adelante.

-Tiene una naturaleza bellísima y quiero destacar su valor histórico, lo que significó Pelayo y Covadonga en la Reconquista. Digo esto no porque los árabes estuvieran mal, es una civilización extraordinaria, sino porque nadie debe dominar al otro ni conquistarlo por la fuerza. La veo a veces muy limeña por su cielo, me acomoda en lo personal, y me gusta Oviedo, una ciudad tranquila y limpia.

-Periodista, político, jurista. ¿Se puede ser optimista ante una actualidad tan desgarradora?

-Por supuesto, si se pierde el optimismo se pierde la vida. Precisamente hoy he leído en "Le Monde", en la entrevista a Daniel Chohn-Bendit, que el mundo necesita utopías a pesar de que choquen con la realidad. Y hay que construir nuestras utopías con miras a poder realizarlas o acercarnos a ellas. Pero tampoco soy quijotesco, y creo que es muy importante poner la atención en el cambio climático. El problema va más allá de que todavía hay miseria, hambre, exclusión, explotación y guerras. Hay que prepararse ante un fenómeno que nos va a afectar.

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