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Arquitectura personal 1

Cuando eres más pequeño, tienes que fajarte

-Los Dacal somos de Candás. Me llamo José Enrique Rodríguez Cal porque a mi madre la inscribieron mal y nadie anduvo detrás de ello luego. Mis tías son Dacal.

-¿En qué entorno nació?

-De gente muy humilde. Mi padre y mi madre trabajaron de criados de chiquillos. Ella, Oliva, era del Regueral, a dos kilómetros de Candás, y estaba en la casa de José Latorre, que fue padrino mío. Mi padre trabajó algo en la mina y luego entró en Ensidesa, de especialista, que era como llamaban a los peones. Vivíamos muy modestamente.

-¿Pasó hambre?

-No, pero aprovechábamos todo. Con 9 años llevaba unos pantalones rojos que mi madre había hecho de una funda de mi padre.

-¿Cuántos hijos eran en casa?

-Cuatro. Avelino, el primero, 7 años mayor que yo. A mi hermana Victorina le saco 14 meses y a Bernardo, 12 años.

-¿Sus primeros recuerdos de Candás?

-Jugando con otros chiquillos en la playa, en el muelle, a doscientos metros de la plaza de La Baragaña, donde nací. Mi madre trabajaba en una fábrica de conservas y mi hermano, buen chaval, responsable, era el que nos cuidaba. Fue el boxeador Dacal, murió de enfermedad, con 51 años, y dejó muchos amigos.

-¿Fue a la escuela?

-Sí. El maestro tenía un guante negro en una mano enferma y era con la que daba cachetes. Me dieron con la regla en las uñas y en la mano y no estoy traumatizado ni me pasa nada. Es mi opinión. En la escuela no era de los listos ni de los tontos, pero siempre fui respetuoso y educado con los profesores.

-¿Cómo era su madre?

-Muy trabajadora. La estoy viendo venir a casa en Valliniello con el barreñón de cinc en la cabeza, cargada de lo que había comprado en el economato, y también lavando al aire libre. Era cariñosa, pero con cuatro hijos y necesidades..., a veces tiraba de zapatilla. ¿Quién no llevaba entonces algún churrascazo con la zapatilla en el culo?

-¿Y su padre, Enrique Rodríguez?

-Nunca me puso la mano encima; le bastaba con la mirada. No recuerdo ir con él de paseo o de la mano. Era de trabajar e ir a la partida. Fumaba Celtas cortos, pero no bebía. Era como los paisanos de antes.

-¿Hasta qué edad estudió?

-Hasta los 14 años. Cuando yo tenía esa edad, mi hermano marchó a la mili. Mi hermano trabajaba en una marmolería en Raíces. Mis padres le compraron, con mucho esfuerzo, una bici para que pudiera ir al trabajo. Con su partida al servicio militar desaparecía de casa un sueldo que hacía falta.

-¿Dónde entró a trabajar?

-En la panadería Hermanos Grediaga. Entraba a la una de la madrugada y tenía que limpiar los sacos, poniéndolos en un cajón de hierro con aspas para que cayera toda la harina. Los hermanos se llamaban Román Raúl y Fidel, vascos, de metro noventa. Se portaron muy bien conmigo.

-¿Por qué?

-Los sábados me llevaban a la playa en Luanco, comíamos empanada, tortilla, carne y yo jugaba con sus chavales. Conservo amistad con uno de ellos, Jesús Garrudo, campeón de Europa en 400 metros, a punto de ser olímpico en México, que presidió la Atlética Avilesina en los sesenta.

-¿Cuándo dejó la panadería?

-A los 16 años porque a veces me retrasaba o no iba. Ya estaba en el boxeo y no podía cumplir. Acabé marchando y trabajando en la construcción y en la Bilbaína de montajes.

-¿Cómo llegó al boxeo?

-Cuando fuimos a vivir a Valliniello coincidimos con Abel Martínez Sedeño, boxeador profesional, que un día se llevó a mi hermano al gimnasio de Educación y Descanso para enseñarle.

-¿Cómo era Valliniello?

-Un poblado al lado del monte, de casas muy humildes, sin agua corriente. Venía la cuba y salíamos todos los vecinos con calderos y cacharros. Vivíamos en dos habitaciones, una para los padres y otra para los hijos. Compartíamos cocina con otra familia.

-¿Cómo era Sedeño?

-Joven, de 27 años, bajo, peso ligero. Era un boxeador valiente, echao pa'lante, fuerte pero no técnico. La primera vez que lo vi boxear yo tenía 13 años. Fue un combate contra Tony Falcato, en La Exposición, lleno. Fue mi primera velada. Boxeaba mi hermano. Lo pasaba fatal porque no dejaba de ser ver a tu hermano llevar golpes.

-¿Cuándo entró por primera vez en un gimnasio?

-En 1964. Fui a llevarle la ropa de entrenar a mi hermano, que venía de trabajar. Cargaba la maleta desde Valliniello, andando, porque no me daban las 3 pesetas para el transporte. A la vuelta, mi hermano me llevaba a casa en la barra de la bicicleta. Como Avelino siempre tenía alguna perruca, comprábamos un negrito, un pastel hecho con lo que sobraba del día anterior, y lo compartíamos. Los negritos me siguen gustando.

-¿Le gustó el ambiente del gimnasio?

-Me cautivó desde el primer momento: el olor a linimento de los masajes, los paisanos entrenando o en el ring. Mi hermano me dio las primeras lecciones y, a la vuelta de un Campeonato de España en Las Palmas, me regaló unos guantes .

-¿Admiraba a su hermano?

-Sí. Era un boxeador difícil de ganar porque era listo. O le hacías K.O. o nada. Yo sufría viendo a mi hermano pelear porque no dejaba de ser que le pegaran. Miraba desde el vestuario, me quitaba si la cosa se ponía fea, preguntaba cómo iba. Alguna vez le vi llegar con un ojo morado o la ceja rota.

-¿Su hermano vio algo en usted?

-No pudo ver nada en mí. Tenía 13 años y pesaba 30 kilos.

-¿La agresividad tuvo que ver con que le gustara boxear?

-Yo era agresivo en el ring, pero no en la calle. De guaje me tengo peleado como todos los chiquillos, pero de paisano, con 17 años, nunca, y creo que si tengo que pelear, las mamo yo. Pero yo era muy físico y durante mi carrera me gustó mucho el sacrificio de dar el peso justo, comer poco, entrenar mucho, ir a la sauna y ver cómo me acercaba a los 50 kilos. Hacía entrenamientos en pleno agosto con un chubasquero puesto para quitar 2 kilos en 7 días y llegaba a casa, con la calefacción puesta, y me ponía en cuclillas al lado del radiador con la manta encima para seguir sudando. Con el tiempo el problema era que no tenía grasa que quitar, que era todo fibra. Tengo ido a la sauna el día del combate a sudar los últimos 200 gramos.

-¿Cómo eran los púgiles de sus inicios?

-No había ninguno universitario. Los gimnasios eran carboneras sin agua caliente y los vestuarios, unos cuartos donde se clavaba una púa en la pared y se colgaba la ropa. Cuando empecé a subir era tan chaval que peleaban con cuidadín. Aprendí algo de todos. Entrenaba una hora al día y a los 16 años fui campeón de Asturias de peso mosca.

-¿Qué vida hacía entonces?

-Trabajaba en construcción y montajes. No iba al baile porque era muy tímido y me costaba acercarme a una chavala. Me gustaba el cine, las películas de romanos y del Oeste. Todos mis amigos trabajaban. Si se acababa la obra o te echaban por protestar algo, al día siguiente tenías otro trabajo.

-Campeón de Asturias.

-En La Exposición contra Cela, uno de Gijón, al que gané a los puntos. Luego fui a Galicia a pelear con el campeón de allí. Cogí el Alsa en Avilés, pensando "soy campeón de Asturias", junto a otros seis boxeadores de Avilés Gijón y Oviedo. Volvimos el mismo día para no gastar las 500 pesetas de dieta.

-Su primer Campeonato de España.

-En el Price de Barcelona. Fuimos Vilela, que era ligero; Rubiera, de Oviedo, superligero; Manzano, de Oviedo, welter y Gitano Jiménez, pluma. No me acuerdo si a ésos fue Gómez Fouz. Todavía nos juntamos todos con Eugenio Prieto, el expresidente del Oviedo, que también fue boxeador, menos Vilela, que está en Venezuela. Viene Fred Emi, que fue campeón de España de profesional.

-Fue campeón de España con 19 años en Bilbao y, en seguida, internacional.

-Fue emocionante todo. Estaba trabajando en la Bilbaína de Montajes y vino a avisarme mi entrenador, Emilio Valle, de que habían llamado de Madrid y que el seleccionador nacional, Palenque, quería conocerme. Marché sin pedir la liquidación. Me llevaba mal con el encargado porque no me daba una hora de permiso: "Aquí se viene a trabajar, no a boxear". Salí para casa, al barrio de La Luz y le pedí a mi madre dinero para el tren. Me vi a las 8 de la mañana en la estación del Norte, con una maletina, y me presenté en el hotel San Antonio de la Florida. Palenque me presentó a los compañeros y, al día siguiente, me llevaron al dentista para ver la dentadura. Y luego, al sastre a hacerme un traje: chaqueta azul, pantalón gris, camisa blanca y corbata con las rayas de la bandera.

-¿No le probaron?

-Me vieron quedar campeón de España y luego, en Santander, en combate con el olímpico José Sánchez Escudero, el mejor amateur de España, 7 años mayor que yo. Le rompí una ceja y gané. En el vestuario, Roberto Duque, presidente de la Federación Española, me dijo "quiero verle en Madrid".

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