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Los picos del pinzón

Las once especies de fringílidos comunes en Asturias muestran una gran variedad de picos, adaptados a la explotación de diferentes tipos de semillas

La forma, el tamaño y la estructura del pico de las aves permiten inferir -por sí sólos o con ayuda de rasgos o información adicionales- de qué y cómo se alimentan. También pueden servir para discernir entre taxones similares y para determinar razas, orígenes geográficos, sexos y edades. Charles Darwin extrajo en buena medida su teoría de la selección natural de la observación de las diferencias existentes entre los picos de un grupo de pájaros de las islas Galápagos, bautizados en su honor como pinzones de Darwin (en realidad son escribanos). "Entre las trece especies de pinzones terrestres se puede trazar una gradación casi perfecta desde un pico extraordinariamente grueso hasta uno tan fino que podría compararse con el de una curruca", escribió. Abundando en esa apreciación, los científicos Peter y Rosemary Grant, especializados desde hace más de veinte años en el estudio de los pinzones de Darwin, han establecido que esa variación no sólo se da entre especies, sino también individualmente, de modo que ejemplares de especies consecutivas en esa serie (del pico más grande y grueso al más pequeño y fino) llegan a tener picos virtualmente idénticos.

El de los pinzones de Darwin no es un caso aislado, ni mucho menos. Dentro de la familia de los fringílidos (los verdaderos pinzones), ampliamente distribuida por América, África y Eurasia (en Australasia aparece también, fruto de introducciones), existe una amplia variedad de picos, que responde a razones adaptativas, es decir a la explotación de diferentes tipos de recursos. Eso sí, todos tienen en común su forma cónica y su robustez, así como un diseño interno idóneo para partir semillas, con ayuda de la lengua y de los potentes músculos que lo articulan; después, seccionan la parte mollar sirviéndose del afilado borde de la mandíbula inferior.

Entre las once especies de fringílidos regulares en Asturias (otras tres aparecen accidentalmente), sin duda el pico más singular y especializado pertenece al piquituerto común, cuyo nombre alude a una característica compartida por los cinco representantes del género "Loxia": las mandíbulas cruzadas en tijera. Esta herramienta está diseñada para extraer las semillas de los conos o piñas de las coníferas (piceas y pinos), con ayuda de unos pies adaptados para sujetar los frutos al modo de los loros. También es ésta la especie de fringílido que presenta una mayor variabilidad en el tamaño del pico, vinculada a las propias diferencias en la dieta de las distintas poblaciones, de forma que en algunas de ellas las aves tienen picos tan grandes como el del piquituerto lorito, propio de la taiga y cuyo apelativo alude a la similitud con el potente pico de los loros. Otro elocuente nombre, el del picogordo común, hace honor a un pico masivo adaptado a romper semillas tan duras como las de cerezas y aceitunas.

El camachuelo común no se aparta tanto de la tipología básica del "pico de pinzón", aunque el suyo es especialmente bulboso y corto, muy eficaz para extraer las semillas de los frutos carnosos y para cortar yemas, brotes y capullos, una costumbre que en Asturias ha dado pie a nombres populares como los de esgromeru y picaflor. Cuando pica las manzanas, los melocotones o las ciruelas (naturales y cultivados), deja la piel y la pulpa de la fruta colgando en torno al hueco abierto para acceder a las semillas. Muy sistemático, acaba con todo el alimento disponible en una misma rama antes de saltar a la siguiente y repetir la operación; consume hasta una treintena de brotes por minuto. El verderón común posee, igualmente, un pico robusto, que le permite partir semillas duras, si bien su dieta resulta extraordinariamente variada. A su vez, el verderón serrano, de pico similar pero más ahusado y puntiagudo, ingiere más semillas de gramíneas que ningún otro miembro europeo de esta familia.

Los picos más largos y finos corresponden al jilguero europeo y al jilguero lúgano. El primero se alimenta de pequeñas semillas, principalmente de plantas compuestas y en estado tierno, antes de que maduren, aunque en invierno también acude a los alisos y los pinos. Precisamente, las semillas de esos árboles, y las del abedul, son las preferidas por el jilguero lúgano, muy dependiente de las coníferas en época de cría y estrechamente vinculado a las alisedas en invierno, cuando también se abastece de los frutos caídos de eucalipto. Esta especie ha aceptado, asimismo, los cipreses ornamentales utilizados en jardinería, y desde mediados del siglo XX incluye en su dieta los frutos del haya (hayucos), el alimento esencial del pinzón real en invierno. Este pinzón, de pico "típico", también frecuenta en esa época (la única durante la cual reside en Asturias) los campos de cereal. A la hora de alimentarse puede ser muy agresivo con sus competidores y denota gran creatividad para obtener comida, por ejemplo siguiendo a los zorzales que aprovechan las manzanas caídas para comer las semillas de los frutos ya abiertos por ellos.

El pinzón vulgar, la "especie tipo", muestra predilección por las semillas de plantas herbáceas (gramíneas, crucíferas, poligonáceas y quenopodiáceas, sobre todo) y por las semillas, flores y brotes de los árboles de la familia de las fagáceas (hayas, robles y castaños), que consume en el suelo y en las ramas, respectivamente. Depende tanto de los terrenos forestales (sobre todo, en época de cría) como de los suelos despejados y las tierras agrícolas. A estas últimas se vincula, asimismo, el pardillo común, adaptado a explotar las pequeñas semillas de algunas de las plantas favoritas del pinzón vulgar. Es el vegetariano más estricto de todos los fringílidos europeos: sólo los pollos consumen insectos regularmente (en las otras especies, los adultos los incluyen en su dieta estival).

En el extremo opuesto al picogordo, el serín verdecillo posee un diminuto pico, corto y grueso, especializado en el consumo de pequeñas semillas (menores de 3mm) redondeadas y ricas en aceite (como las de crucíferas y compuestas), que extrae una a una con suma delicadeza, aunque en primavera también siente una gran apetencia por los capullos de abedul y los de otros árboles.

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