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Una familia con gen emprendedor

Los Fierro, originarios de Lugueros, en León, recalaron en el bajo Nalón y tejieron una próspera malla empresarial en los años de apogeo del carbón

Una sala de estar. álbum familiar de los fierro / reproducción del libro "el castillo de san martín"

"Arrieros somos". La conocida expresión le viene como anillo a la dinastía de los Fierro, originaria de Lugueros (León), donde los biógrafos localizan el origen de la familia, en tiempos "arrieros de clase media, pues su patrimonio se estimaba en 45.000 reales a mediados del siglo XIX, y por tanto dispondrían probablemente de tres caballos para dedicar a la arriería", según explica en el libro "El castillo de San Martín. Paso de ronda" Ángel Fierro, una de las personas que mejor conoce de puertas adentro a los protagonistas de esta historia.

Fue José Ildefonso Fierro, el "patriarca fundacional" quien llevó en 1865 a San Esteban de Pravia a los precursores de la familia en Asturias, Félix (16 años entonces) y Toribio (12 años). Que tenían vocación emprendedora lo atestigua el hecho de que los dos hermanos fundaron en 1872 la primera sociedad familiar: "Sociedad Fierro Hermanos". Toribio tuvo nueve hijos, de los que dos, el primogénito Ildefonso y Federico, aprovecharon el incipiente despegue portuario de San Esteban de Pravia propiciado por los tráficos de carbón para levantar un emporio empresarial que tuvo ramificaciones en el sector naviero, las fábricas de conservas de pescado, los seguros, la minería y la industria (montaron una fábrica de molienda y transformación de baritina -sulfato de bario, con aplicación como pigmento- en Soto del Barco).

La Sociedad Fierro Hermanos se disolvió en 1907, cuando tenía dos marcados ejes de negocio, el de tierra y el de mar. Toribio Fierro, padre de Ildefonso Fierro y abuelo de Ignacio Fierro, se quedó con los negocios " de mar", en los que pronto involucró a sus vástagos inculcándoles su espíritu emprendedor y el cariño por los terruños: el León de sus raíces y la Asturias de su florecimiento.

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