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José Antonio Martínez | Catedrático de Lengua Española de la Universidad de Oviedo | Memorias | 1

"Tuvieron que leerme la tesina porque coincidió con el día en que me casaba"

"Caso me dijo que de todo lo que desbordara el siglo XVIII no quería saber nada; Cachero estaba en EE UU, en Princeton, y fue Alarcos quien me ofreció entrar en la Universidad de Oviedo"

José Antonio Martínez, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Oviedo, junto a un busto de Clarín. María Gómez

José Antonio Martínez, catedrático de Lengua Española de la Universidad de Oviedo, se define: "Soy foriato; bueno, a medias. Nací en León, en Armellada de Órbigo. Al lado hay otros dos pueblos, La Milla del Río y Turcia. Hasta 1954, ocho años después de nacer yo, pertenecía al Arzobispado de Oviedo. Los de al lado, uno del Obispado de León, y el otro, de Astorga. Había una muria, un mojón, que lo llamaban de los tres obispos porque dividía las tres diócesis. Así que soy foriato pero no en cuanto a la diócesis. Los leoneses se reclaman de origen norteño y astur. Al Este, son castellanos, tierras de Sahagún. Y al Oeste, los maragatos, una etnia profesional en buena medida. Monopolizaron el comercio desde Sevilla, los coloniales, hacia Barcelona o Madrid. Y hacia La Coruña. Astorga era su gran nudo de comunicaciones y donde estaban los que no eran nómadas, las mujeres y los niños. Estudié en Astorga. Armellada, mi pueblo, viene de ara mediata, campo sembrado de mijo. Es una población amplia y enteramente rural. De ahí se salía por la vía del Seminario si se contaba, como en mi caso, con inquietudes, con verdaderas ganas de aprender".

Escolar precoz. "Tuve el privilegio de entrar, a los 3 años, en la escuela de párvulos. Aunque ahora los pedagogos dicen otra cosa, creo que cuando un niño quiere aprender a leer lo mejor es no frenarlo. Hay que dejarlo suelto. Tuve un entorno familiar con libros, no muchos pero ahí estaba el ´Quijote´ o una traducción del francés de ´Las mil y una noches´ que no entendía del todo pero veía que era subida de tono. En el Seminario hice cinco años de Bachillerato. Era de Ciencias y Letras. No lo terminé allí. Dudé si estudiar Biología o Letras. Me gustaba tanto la literatura, me gustaba tanto leer. En el Seminario tenía buen expediente y me sobraba tiempo, así que a leer. Recuerdo bien a un cura, Esteban Carro Celada, director de la emisora de Astorga, del que guardo muy buen recuerdo. En general, de todos los curas. Había un ambiente de estudio en serio. Daban Biología sin asomo de interpretaciones religiosas. La genética era una disciplina innovadora. No tengo ninguna queja".

Bousoño en los orígenes. "Y allí me familiaricé con un libro, ´Teoría de la expresión poética´, de Carlos Bousoño, que es de Boal como todo el mundo sabe. Un gran crítico y teórico de la literatura. En cuarto de Bachillerato lo leí y lo anoté. Bueno, acabé haciendo la tesis doctoral sobre las propiedades del lenguaje poético. Bousoño es un gran poeta y un buen teórico de la literatura. Fue la piedra fundamental sobre la que se levantó mi afición a esa parte de la filología, a todo lo que se refiere al toque entre poesía y lingüística. Hice cinco años en Astorga. Salí. Cursé sexto y la reválida a la Universidad. La hice en León, en la Facultad de Veterinaria, que era la única que allí había. Esos dos cursos los preparé en mi pueblo por libre".

Un diez de Gregorio Salvador. "Cuando me examiné en Astorga de sexto conocí a Gregorio Salvador, después académico. Estaba desterrado y represaliado. Procedía de la Universidad de Granada. Lo mandaron al instituto de Astorga. Creo que se había metido al estudio, comentario y rehabilitación de García Lorca. Era muy inquieto y con mucho carácter, pasaba por una pared con razón o sin ella. No llegó a conocerme entonces. El examen incluía un poema de Leopoldo Panero para comentar. Panero es el poeta de Astorga. Me dio un diez. No había matrícula para los libres".

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