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Cape May, la península de los pájaros

El condado de Nueva Jersey, un punto clave en la migración de las aves por la costa Este de Estados Unidos, ha sabido conciliar su larga tradición como destino vacacional con la conservación y con el turismo ornitológico

Cape May, la península de los pájaros

Cape May, en Nueva Jersey, es una de las más antiguas ciudades vacacionales de Estados Unidos. Un lugar apacible fuera de la temporada de verano, con unos 3.600 residentes (poco más que Ribadesella), y bullicioso en los meses estivales, cuando su población se multiplica hasta los 40.000 o 50.000 habitantes. Posee espléndidas playas de arenas blancas y un rico patrimonio de arquitectura victoriana. Pero su nombre no solo es conocido como un destino de ocio. También es uno de los más famosos lugares de observación de aves de la costa Este norteamericana y figura en la lista de los mejores destinos ornitológicos del mundo. Miles de "pajareros" de diversos estados del país y del extranjero frecuentan esta península estratégicamente situada en la vía de vuelo de la costa atlántica norteamericana, a modo de boca de embudo entre la extensa bahía de Delaware y el océano, y en el extremo meridional de una vasta superficie de marismas que por el Norte casi llega a Nueva York.

La zona resulta especialmente atractiva en los períodos migratorios de primavera y de otoño. La fama del lugar es antigua (ya se menciona su importancia ornitológica en un texto de 1633), pero fuera del círculo de aficionados a las aves esa dimensión pasa desapercibida: una vecina de Filadelfia (el aeropuerto más a mano para acceder a Cape May, a hora y media en coche) se extrañaba al contárselo en la cola de facturación de Barajas, aunque conocía el lugar, muy popular como destino vacacional en Pensilvania.

La migración de otoño es la más espectacular, principalmente por la abundancia y la diversidad de aves rapaces y de limícolas, de las que pueden verse hasta 17 y 25 especies, respectivamente, en una sola jornada. Durante la segunda quincena de septiembre (fecha del viaje que da pie a este artículo) cobra fuerza la afluencia de especies como el águila pescadora, el gavilán americano, el esmerejón, el halcón peregrino y el cernícalo americano, y en las marismas hay gran variedad de chorlitejos, correlimos y agujas. Además, aún permanecen muchas aves estivales (aunque la mayoría de las que invernan en latitudes tropicales se van antes del 15 de septiembre) y la avifauna residente resulta numerosa, de manera que la relación de especies potenciales es muy suculenta.

No obstante, es en mayo cuando Cape May suma el mayor número de especies de aves; una competición que se organiza anualmente a mediados de ese mes, la World Series of Birding, ha registrado hasta 231 especies en un día, una cifra con la que pocos lugares del mundo pueden rivalizar. No es esta la única competición que se desarrolla en Cape May en torno a las aves; de hecho, el espíritu competitivo forma parte de la manera americana de vivir el "pajareo". Ese tipo de eventos tiene mucho que ver, también, con el carácter fuertemente social de la observación de aves en Estados Unidos; en la plataforma de avistamiento de rapaces ("Hawkwatch") de Cape May Point llegan a reunirse cientos de aficionados los fines de semana en las fechas centrales de las migraciones, y la actividad se convierte en una fiesta: son continuas las exclamaciones que celebran las especies menos frecuentes o los lances de caza de las rapaces, que no sólo confluyen aquí por razones topográficas (es el pasillo terrestre obligado entre la bahía de Delaware y el Atlántico) sino también por la abundancia de presas (otras aves migratorias), muy importante para la supervivencia de los individuos jóvenes, mayoritarios, aún inexpertos en la caza.

Voluntarios del Observatorio Ornitológico de Cape May (CMBO por sus siglas en inglés) siguen día a día la migración de aves rapaces. Una media de 53.000 ejemplares de este grupo pasa cada año por aquí. Las estadísticas (hay datos desde 1931) muestran que la especie más abundante en otoño en cifras absolutas es el gavilán americano (hasta 61.167 por temporada, aunque este récord es de 1984 y desde entonces ha disminuido), seguido del cernícalo americano (21.821), el busardo aliancho (13.918) y el gavilán de Cooper (6.927). Durante la primera visita a la plataforma de Cape May Point, el día de llegada, se concentraron en un momento dado individuos de diez especies entre zopilotes, águilas, aguiluchos, gavilanes y halcones. ¡Un espectáculo formidable!

Frente a la costa de Avalon (más al Norte, pero aún dentro de la península), pasan cada otoño unas 800.000 aves marinas y acuáticas, y el puesto de observación ("Morning flight") situado en el área de Highbee Beach, al norte de Cape May Point, es un festival de paseriformes, pájaros carpinteros y otras aves viajeras en las primeras horas de luz.

Moverse por el condado de Cape May, cuya extensión territorial viene a coincidir con la de la península, es sencillo una vez se dominan las rutas principales y las carreteras locales que las conectan, y todo está a menos de media hora en coche (aunque merece la pena doblar ese tiempo para hacer una visita al Refugio Nacional de Vida Silvestre Edwin B. Forsythe, al norte de Atlantic City). Las zonas de "pajareo" están bien indicadas, con rutas claras y cómodas. Algunas, las más populares, suelen tener público todo el año; otras son tranquilas y solitarias. Y hay espacios verdes urbanos o periurbanos realmente sorprendentes, como Cox Hall Creek, una zona de bosquetes y prados húmedos muy próxima a Cape May, y el santuario ornitológico de Stone Harbor, una abigarrada mancha verde en pleno centro de la villa. No hay sitio malo, sean cuales sean las condiciones meteorológicas (muy variables a lo largo de un mismo día), si bien los vientos del noroeste producen en otoño las entradas masivas de migrantes, por ejemplo los bandos de cientos o miles de golondrinas bicolores.

Cierto que todo está muy urbanizado, y que en el pasado se han perdido superficies significativas de algunos hábitats, en particular dunas y bosquetes costeros, pero desde los años ochenta del siglo pasado se ha llevado a cabo un gran esfuerzo en conservación, en educación y en integración con la naturaleza, y se ha asentado un modelo de desarrollo urbanístico y turístico sostenible. Cape May mantiene su pujanza como ciudad vacacional, y al mismo tiempo se ha consolidado como destino preferente del turismo ornitológico. La península de las aves.

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