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FRANCISCO PALACIOS | Historiador

"En las huelgas del 62 mi madre perdió dinero por vender 'de fiao' , no como el economato"

"Superé los ejercicios para trabajar de locutor en Radio Langreo, pero el director me dijo que me hacía falta el carné de Falange y no entré"

El historiador Francisco Palacios, en Oviedo. luisma murias

-Nací en Ciaño, Langreo, en un año indeterminado y difícil.

-Que no quiere decir.

-Que se deducirá por los hechos. Mi padre era albañil del Ayuntamiento y mi madre tenía una tienda de ultramarinos entre Sama y la Felguera, en una zona muy industrial. Allí estaba Química del Nalón, había talleres que empleaban a cientos de trabajadores, el Sanatorio Adaro... Nací en zona de torres, término de reminiscencias medievales: Torre de los Reyes, la Torre de Abajo y la Torre de la Quintana. A principios del siglo XX eso se transformó con gente de distintas ideología y orígenes, personas originales, y convivían cerca los obreros y los ingenieros.

-¿Por qué originales?

-Había una mujer, Josefa Feito, de origen gallego, a la que habían matado a su hijo en la Revolución del 1934. La recuerdo insultando a la Guardia Civil desde su casa. Alguna vez la llevaron detenida, pero luego la dejaron por imposible. Debía de ser comunista. Era muy amiga de Joaquina, mujer muy religiosa y compasiva. Ahora las veo como una lección de vecindad.

-Supongo que la tienda de su madre será un gran escenario de su infancia.

-Trabajé en ella. Vendía de todo, vajillas y lentejas. Cuando nací, la casa estaba añadida a la tienda. La tienda iba muy bien, estaba en buen sitio y mi madre era muy trabajadora y emprendedora. Un gran carácter, de firmeza.

-¿­Cómo se llamaba?

-María Fe, una buena madre de una aldea de Ciaño. Su vida fue la tienda.

-¿Tiene hermanos?

­-Soy hijo único y recibí de ella todo el tiempo que podía dedicarme.

-¿Su padre?

-Buen padre. Ignacio, de Sama, un socialista al que la guerra le mató a dos hermanos. Me llamó Francisco por uno de ellos. Perder la guerra le atormentaba.

-Así que supo pronto la diferencia entre lo oficial y lo real.

-No hacía falta que me lo dijeran. En época de huelgas los "fiaos" eran masivos.

-¿Huelgas del 62?

­-Las viví muy intensamente porque veía las necesidades. Las empresas tenían economato, que durante la huelga no daba "fiao", crédito. Mi madre llegó a tener 100 libretas, es decir, 100 familias a crédito. Le quedaron deudas y se disgustó, pero era muy compasiva. Detenían a gente que yo conocía muy bien y sabía las estrecheces que estaban pasando. Muchos eran clientes o vecinos. Sufrieron cárcel y por aquélla se intensificó la emigración a Bélgica porque eran bien recibidos. En 1957 -esto no lo recuerdo, lo sé por lecturas y testimonios- hubo un encierro en el pozo María Luisa por lo poco que cobraban los mineros. Lo apoyaron los párrocos de Ciaño y Sama, que quisieron bajar a la mina y no los dejaron.

-¿Cuáles son sus primeros recuerdos?

-Temporadas en El Tendeyón (La Nueva), en la aldea con los abuelos maternos. Allí veía cuadrillas de guardias civiles y paisanos delante que iban en busca de "fugaos". Se calentaban y comían en casa de la gente, que se apartaba a su paso. Cuando volvían del monte los miraban a través de los visillos. Luego entendí los miedos y movimientos cuando bajaban los "fugaos".

-¿Su madre tenía ideología?

-Votó a la izquierda, pero durante el franquismo se dedicó a trabajar. En un libro de actas del Ayuntamiento me encontré que le denegaron el permiso para abrir la tienda por antecedentes políticos, no sé si de su familia o por mi padre, que había estado preso un tiempo después de la guerra. Le dieron el permiso meses después, en los cuarenta, por alguno de esos enchufes de las pequeñas comunidades, sin contar con el permiso del funcionario que se lo negó primero.

-¿Eran creyentes?

-No, pero tampoco anticlericales. Eran tolerantes. Hubo una época en que me di al misticismo religioso y mi padre ironizaba, pero nada más.

-¿Dónde estudió?

-Empecé en la escuela de Ciaño a los 7 años con otros 40 chavales. Fui un rapacín juguetón. Me gustaba el fútbol para jugarlo y para verlo. La primera vez que me llevó mi padre al fútbol fue a ver un Racing Club Langreano-Zamora. Tenía 8 años. Recuerdo oír "La Zarzamora", de Lola Flores, en el campo de Torre de los Reyes, uno de los primeros con grada cubierta y que en los años veinte vio jugar a Zamora y a Zarra. Me hubiera gustado ser futbolista.

-¿Cómo fue de escolar?

-Normal, con buena caligrafía. Tuve suerte con los maestros, relativamente tolerantes para la época. Apenas me pegaron.

-¿El Bachiller?

-Empecé en el Instituto municipal de Sama y coincidí con José Ángel Fernández Villa, que ya destacaba.

-¿En qué?

-Como futbolista y como persona de comportamiento astuto. Tengo una idea difusa, pero no pasaba desapercibido. A los 13 años mi madre me necesitó en la tienda.

-¿En su casa querían que estudiara?

-Rotundamente. Mi madre fue la que me llevó al ingreso, pero luego vinieron aquellos años de mucho trabajo y mi madre era una buena vendedora. Yo ayudaba y me defendía bien en la tienda. Trabajaba, iba a una academia en Sama y me examinaba libre en Gijón en el Instituto Jovellanos, donde eran profesores Martínez Cachero, José Miguel Caso y Francisco Vizoso, que daba Latín y era gallego, culto y melómano.

-¿Fue duro?

-Añoraba el instituto y echaba de menos jugar, pero trabajar y estudiar de los 14 a los 18 años fue una escuela de autodisciplina.

-Le gustaba estudiar.

-Sí, me gustaba saber. Y leer... Desde pequeño, los tebeos de "El jeque blanco". La primera novela que leí -"Los majos de Cádiz", de Palacio Valdés- me la prestó una vecina. Siempre fui muy aficionado al fútbol. Fui muy feliz en el Torre de los Reyes viendo entrenamientos y partidos.

­-¿De qué equipo es?

-Del Oviedo, pero también del Gijón.

-Su cuenca es del Sporting.

-Tiene su explicación. De pequeño iba a Oviedo con mi madre para comprar en Almacenes Guisasola y en Rojo Cortés y me trataban muy bien. Cuando fui alumno de la Universidad, también. Tenía un tío que era de Gijón y me llevaba al partido. Cuando se enfrentaban Sporting y Real Oviedo, si gritaba por los azules, me daba una patada: "Te pago la entrada y vas con el enemigo". Tres tíos míos jugaron en el Racing en épocas distintas. Uno jugó con Sesúmaga, internacional vasco de los años veinte que militó en el Barcelona y lo fichó el Racing gracias a la intervención de un abuelo de Antonio Masip, que era del mismo pueblo.

-¿Además del fútbol?

-Fui muy feliz en el cine. Lo primero que vi fue una película sobre el milagro de Fátima, pero lo que se me grabó en la adolescencia fue "Amanecer en Puerta Oscura", que protagonizó Paco Rabal y tenía carácter social. "Balarrasa", de Fernán-Gómez; "La venganza"... Más adelante leí bastante filosofía, primero Bertrand Russell, luego Platón -por indicación de Gustavo Bueno-, Nietzsche, Sartre...

-¿De dónde le vino su fase mística?

-No lo sé porque no tenía ejemplo en casa. En la parroquia de Sama coincidí con un profesor del instituto de Religión, no recuerdo el nombre, y me llevaba a casas de pobres. Aquello fue una semilla para dar el cambio ideológico en la Universidad.

-¿Sabía que quería ser?

-Al final del Bachillerato quería ser actor. Mandé una solicitud a la Escuela de Arte Dramático en marzo y me contestaron en septiembre, cuando el plazo había acabado. Antes de acabar el Bachillerato hice unas oposiciones a Radio Langreo, que era de la Cadena Azul. Superé los ejercicios y el director, que también dirigía el instituto, me dijo: "Estás aprobado, pero tienes que traer el carné". El carné de Falange. Le dije que no, que ni yo ni mis padres éramos de Falange. Me dijo: "Ya se arreglará". Hasta ahora.

-¿De dónde le vino la vocación de actor?

-Entre la adolescencia y la juventud asistí a un teatro que venía todos los años a Langreo, Lope de Vega, que era una especie de barraca. Mis familiares conocían a los actores, que les daban entradas. Allí vi "La herida luminosa", "Genoveva de Brabante"... Aquello me creó una inquietud: me gustaba recitar y representar.

-Pero ¿cómo empezó?

-El psiquiatra Fulgencio Soto Torres -que fue el suegro del geógrafo y buen alcalde Aladino Fernández- me llamó para hacer un soliloquio en "Destino Pepe", una obra suya escrita bajo influencia de Tono y Miura. Se representó en el teatro Victoria de Sama, en torno a 1962 o 1963. El teatro había pertenecido al PSOE con el nombre de teatro Manuel Llaneza. Cuando llegó la democracia se hicieron manifestaciones reivindicando la propiedad. Hoy es un bloque de viviendas.

-Hacer teatro significa grupo de teatro. ¿Con quién coincidió?

-Con Emma Tamargo, que hizo la oposición a la radio y luego estuvo haciendo un programa que se llamaba "La ventana electrónica" en TVE; los hermanos Colón, Juan Vicente, luego psiquiatra.

-¿Cuánto tiempo actuaron?

-Diez años. Primero se llamó Grupo Juvenil y luego enfermó Soto Torres e iniciamos una nueva etapa con "La tercera palabra", de Alejandro Casona, en el teatro Rozada, con lleno total porque fue muy publicitada por Radio Langreo. Ya había vuelto Casona a España. Su teatro no era muy peligroso y su regreso le interesaba al régimen. Después de "La tercera palabra" hicimos un teatro más social: "El tintero", de Carlos Muñiz; "El enemigo del pueblo", de Ibsen; "El sirviente". Nunca pensé en llegar a ser profesional.

-¿Cuándo empezó en la Universidad?

-A comienzos de los sesenta, en el caserón de la calle San Francisco. Hice los dos cursos comunes y luego Historia. Tuve de profesores a Gustavo Bueno, Emilio Alarcos, David Ruiz, al antropólogo Ramón Valdés del Toro.

-¿Por qué escogió Historia?

-Me gustaba más la filosofía, pero aquí no había. Seguí trabajando durante la carrera, estudié en Oviedo, a veces oficial, la mayoría de las veces libre oyente, y en esas condiciones me habría sido más difícil hacer la especialidad de Filosofía en Salamanca. Al final elegí Historia.

Francisco Palacios es un historiador que no quiere dar su fecha de nacimiento, con el valor que se da a esos datos en esa disciplina. Veamos lo que le cupo hasta ahora en la vida a este hombre pudoroso. Se jubiló de la enseñanza en 2001. Tiene dos hijos -Pablo, de 41, y Raquel, de 35- y una nieta, Ángela, de 9 años, que está mucho en su casa. Ha escrito "El Racing Club Langreano (1915-1961)", "Pedro Duro, un capitán de la industria española", los prólogos a los tres tomos de "Langreo en el pasado", "Historia de la prensa en Langreo" y, el más complejo, "Caciquismo, lucha localista y revolución en el Langreo contemporáneo".

Este langreano conoce muy bien el terreno que pisa y la historia bajo sus pies y ambas cosas están detrás de cuanto escribe en sus colaboraciones en LA NUEVA ESPAÑA.

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