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En la iglesia, una boda y un funeral

Una de las comidas favoritas del detective Kurt Wallander era el bocadillo de arenques acompañado de una buena jarra de cerveza. Probablemente, de esa deficitaria alimentación que Mankell describe en los libros surgieran sus problemas de diabetes. El Fridolfs era uno de los restaurantes más descritos en los libros, de los favoritos del detective. Ahora el café vende un pastel llamado Wallander.

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