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La primera huella indiana

Lo que ahora pasa por delante de la verja de hierro que cierra "Casa Víctor" es la carretera AS-334, que viene de Llanes y va camino de Bustio. El Redondo también se ha vuelto un barrio de urbanización residencial, pero aquí, sabiendo mirar, sigue siendo posible abrir las puertas de la intimidad de aquellos aventureros audaces que al volver a casa querían que quedase muy claro que se habían hecho inmensamente ricos. Alejandro Braña, que ha tratado de fotografiar el alma del indiano en el interior de sus casas, se dispone a guiar un viaje ilustrado en el tiempo sin salir de la capital ribadedense, de aquí donde casi todo lo colonial se desprende del legado de tres familias y tres perfiles distintos de emigrantes afortunados: las cinco casas para siete hermanos de los Sánchez Escalante, el esplendor y alguna ruina de los Noriega o la filantropía y la ambición y el poder omnímodo de Manuel Ibáñez Posada, el atípico indiano ilustrado. Todo concentrado en una población que no llega al millar de habitantes ni a las 600 viviendas.

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