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GUILLERMO VÁZQUEZ MATA | Asesor médico de la Orden de San Juan de Dios en la epidemia de ébola

"Quien se mueve por valores no se da por vencido, no así quien trabaja por incentivos"

"La epidemia de ébola puso de manifiesto que si damos la espalda a África, tarde o temprano eso repercute en Occidente"

Guillermo Vázquez Mata, en su reciente visita a Oviedo. miki lópez

El médico granadino Guillermo Vázquez Mata acaba de recoger de manos del Rey, y junto a los representantes de los Hermanos de San Juan de Dios, el premio "Princesa de Asturias" de la Concordia. Desde hace ocho años, este especialista en medicina interna e intensiva, excatedrático en Granada y Barcelona, asesora a la orden religiosa que se ha volcado con la epidemia de ébola en Guinea, Liberia y Sierra Leona, que ha dejado más de 10.000 muertos en África. Es uno de los grandes especialistas en cooperación internacional que existen en España. De hecho, una de sus luchas es que las tareas de cooperación formen parte de la formación obligatoria de los médicos españoles. Como médico, elogia la labor de los curas y monjas que trabajan en los países azotados por el hambre y la enfermedad. "Están allí y, si hace falta, dejan allí la vida", subraya. Dos hermanos españoles de San de Dios fallecieron, de hecho, a causa del ébola. Vázquez Mata tiene claro qué es lo que los mueve: "Los hombres que tienen valores nunca se dan por vencidos, no así los hombres que se mueven por incentivos". Ha tenido nueve hijos y, por tanto, poco margen de maniobra económica. Es ahora cuando empieza a salir al cine. Recomienda vivamente ir a ver "El desconocido", protagonizada por Luis Tosar, sobre el escándalo de las preferentes.

-El superior general de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, Jesús Etayo, dijo poco antes de recoger el premio "Princesa de Asturias" que hace falta una "redefinición ética de la hospitalidad". ¿Cómo haría usted esa redefinición?

-En Occidente nos hemos acostumbrado a movernos con gran abundancia de recursos. Unos mil millones de habitantes del planeta disfrutan de esa abundancia, pero quedan otros cuatro mil quinientos millones que están muy lejos de este estándar de vida. Hospitalidad es compartir con esa gente.

-Los desequilibrios parecen tan grandes que quizá nos interese compartir. ¿Corremos el riegos de hundirnos todos juntos? Se lo digo desde un punto de vista egoísta.

-No, es un punto de vista realista. La epidemia de ébola lo puso de manifiesto. Cuando das la espalda a estos países, tarde o temprano lo que les pasa a ellos te repercute a ti. Había miles de muertos en África, y lo sabíamos, pero no le dábamos demasiada trascendencia hasta que aparecieron los primeros casos en EE UU. Entonces la gente tomó conciencia de que la globalización tenía esos riesgos y que debía combatir y controlar conjuntamente esos riesgos.

-Usted estuvo en el corazón de una epidemia con miles de muertos en África, ¿qué opina de la polémica que se desató en España por la infección de una enfermera?

-Fue un poco triste, ¿no? Predominó una reacción egoísta. Los medios de comunicación no supieron encauzarlo. Pero hubo un aspecto positivo, indistintamente de la crisis de pánico, en España se pusieron en marcha con una gran eficacia todo tipo de recursos para controlar este tipo de epidemias. Y el modelo español sirvió para que otros países de nuestro entorno reaccionaran. El problema no sólo fue español. Estados Unidos, que es el paradigma de la medicina moderna, tuvo una reacción más lenta. En España hacemos las cosas bien.

-Durante esos días ocurrió el episodio con el perro "Excalibur". La gente muriendo en África, dos hermanos de San Juan de Dios fallecidos en España, una enfermera aislada y grave? y la gente manifestándose por el sacrificio de un perro. ¿Qué opina?

-La primera pregunta que me haría, y no sé la respuesta, es: ¿hubo alguna institución veterinaria que quisiera hacerse cargo de ese perro? En segundo lugar, en ese momento se sabía con certeza que esos animales no transmiten el ébola o, al menos, no se ha confirmado que lo transmitan. Hay otro aspecto más doloroso, nos manifestamos contra el sacrificio de un perro, pero nadie se manifestó en defensa de los niños que estaban muriendo en África.

-¿Si no se hubieran producido víctimas en Occidente seguiríamos dándole la espalda a la epidemia de ébola?

-Es posible que no se hubieran tomado las medidas que se tomaron.

-¿Se atreve a hacer una proyección de la evolución del ébola en África?

-Hay que hablar de tres cosas diferentes. La primera es el ébola. La transmisión inicial se produce, de manera predominante, por comer carne de selva, carne de murciélago; es carne barata, muy apreciada. A medida que hemos ido deforestando África, las grandes poblaciones de murciélago han ido extendiéndose y eso hace posible que en cualquier momento puedan aparecer murciélagos infectados en cualquier otro país. Por tanto, en los próximos años volverá a resurgir el ébola y, a lo mejor, pronto en los mismos países. En segundo lugar, en esta última epidemia de ébola hemos desarrollado una vacuna de la cual tenemos la evidencia que está funcionando bien. Pero es una vacuna posexposición, cuando aparece el ébola tienes que vacunar a todo su entorno. Esta vacuna puede convertir el ébola en una enfermedad controlable. En tercer lugar, hay otra tragedia paralela, de la que nunca se habla, cuando se inicia el ébola en estos países africanos, su estructura sanitaria, que ya estaba desorganizada, se destruye completamente. Y esto quiere decir que embarazadas de alto riesgo, enfermos crónicos con sida, con diabetes, niños con malaria... dejan de controlarse. Todo lo que se construye durante la epidemia de ébola son hospitales de ébola. Por cada paciente de ébola que falleció pudieron fallecer varias decenas de mujeres embarazadas y de niños y de enfermos crónicos. Se perdió el control sobre ellos.

-La verdadera epidemia entonces fue la falta de cualquier control sanitario.

-Eso es. Lo que hizo la Orden de San Juan de Dios tiene mucho valor. No ha sido puesto en su peso real. El poner en marcha los hospitales de San Juan de Dios en plena epidemia de ébola tuvo el valor de afrontar una realidad que estaba oculta, tratar a la población que era vulnerable.

-Usted ha escrito que el ébola es la epidemia de la pobreza.

-Es la epidemia de la gran pobreza. Todo el país queda destruido. Es una cadena que repercute en todos los ámbitos. Imagínese, coja una familia con un miembro con ébola. Esa familia, cuando despierta por la mañana, como todas las familias africanas, su primer pensamiento es ¿comeré hoy o no? Eso es inimaginable para nosotros. Ellos comen una vez al día o una vez cada dos días. Pues si el cabeza de familia se pone enfermo, esa familia deja de comer. Alrededor de la tragedia del ébola, de los enfermos que no se pudieron tratar, se generó la tragedia de las familias afectadas, tan profunda como la propia tragedia del ébola. Era una cadena de acontecimientos que generó la desestructuración completa de estos países.

-Por lo que está diciendo es una enfermedad de un sistema.

-Sí, es una enfermedad de todo el sistema de un país.

-¿Cómo llegó a los hermanos de San Juan de Dios, por la ciencia o por la fe?

-Yo he sido siempre médico, inicié mi cooperación en África hace 22 años. He trabajado mucho con los colegios de médicos para promocionar la cooperación dentro de la actividad médica, para que sea una forma de desempeño profesional. Mi cooperación con los hermanos de San Juan de Dios nace de una cosa muy sencilla, y es que la solidaridad y la proximidad son los valores de la profesión médica. Y ésos son también los valores de muchas órdenes religiosas y de los hermanos de San Juan de Dios. Los valores de la medicina son siempre los valores de la solidaridad, son siempre valores humanos. Son siempre valores éticos. Esto se debe enseñar siempre. Los valores éticos hacen que te relaciones no con los mil millones de personas de los países desarrollados sino con los cuatro mil quinientos millones que tienen menos de medio dólar, mucho menos de medio euro, para vivir al día.

-¿Debería de existir en la formación de los médicos la obligación de pasar un tiempo de su vida en labores de cooperación?

-Desde el Consejo Médico de España y desde el Colegio de Médicos de Granada estamos insistiendo mucho en que los valores de la cooperación y del voluntariado formen parte de la profesión médica de manera reconocida y de manera visible. No sólo podemos estar en relación con la alta tecnología, también tenemos que estar en relación con los países en vías de desarrollo. No para sustituirlos sino, especialmente, para formar a la gente de allí, para darles los recursos que necesitan para empezar a crecer por sí mismos. Le pongo un ejemplo, en la epidemia de ébola en Sierra Leona y Liberia, que entre los dos países suman casi 11 millones de habitantes, sólo había cien médicos nativos. Si tú no consigues que en esos países haya facultades de Medicina y de Enfermería, con el modelo africano, respetando sus costumbres, la situación de desastre será permanente. La cooperación tiene que estar en las facultades de Medicina y en la formación de residentes. Mire, Cuba siempre ha sido vilipendiada, pero hay otras cosas que sí hace bien, fue el país que en plena epidemia de ébola envió más médicos. En la Escuela Latinoamericana de Medicina se han formado más de 24.000 enfermeras y médicos de los países en vías de desarrollo. Si eso lo ha podido hacer Cuba, ¿por qué nosotros en países más modernos y más desarrollados no hemos sabido copiar su ejemplo?

-Supongo que cuando asiste a la polémica de los recortes sanitarios en España le producirá un cierto estupor.

-Hombre, es difícil de opinar, porque es verdad que España tiene que mantener su nivel de cobertura pública, que es una de las cosas que ha cohesionado al país. La sanidad y la educación. La sanidad tiene también otros valores. Uno de ellos es que la tecnología de la medicina moderna es un motor de cambio, de progreso. La inversión en las nuevas tecnologías es imprescindible en nuestra medicina occidental. Hay que entender que con las nuevas tecnologías, las estructuras clásicas están empezando a quedar obsoletas. Muchas tendrán que cambiar. La medicina del siglo XXI no será idéntica a la que hicimos en el siglo XX. Con las nuevas tecnologías se empiezan a generar nuevos paradigmas.

-¿Podría dar algún ejemplo?

-En el siglo XX la autopsia de los cadáveres era imprescindible, era la única manera de identificar las enfermedades correctamente. Hoy en día con las técnicas de imagen y de microescopía electrónica puedo saber lo que le ha pasado a esa persona sin recurrir a la autopsia. Anteriormente, la medicina se basaba en diagnosticar enfermedades desarrolladas, en el siglo XXI yo puedo diagnosticar las enfermedades o antes de que se inicien o justo al inicio, cuando aún no tiene clínica. La clínica ha dejado de ser el puntal de la medicina, pero eso cambia.

-¿Ese adelantarse a la enfermedad nos puede llevar a un cierto determinismo?

-Si tú le hubieras preguntado a mi abuelo qué hubiera querido, hubiera dicho "que los nietos tengan salud, que llueva para que la vaca tenga pastos...". Nunca hubiera pedido volar en avión, hacer un crucero? Estamos delante de un cambio tan profundo de tecnologías y de paradigmas que ninguno de nosotros es capaz de predecir lo que vamos a vivir de aquí a veinte años, es muy difícil saberlo. De ahí la importancia de que el ciudadano siga conservando capacidad de decidir, capacidad de opinar y de controlar por medios democráticos el desarrollo de los próximos diez o veinte años. Más allá de la tecnología y más próximos a los valores.

-Pues no sé si el sistema ya nos está adelantando y si seremos capaces de controlarlo a través del voto.

-Bueno, eso son los movimientos que están emergiendo ahora. Es la respuesta a esa política alejada de la población.

-¿Y usted también tiene esa sensación? No le pregunto si es de Podemos.

-Hay un ejemplo que siempre me ha llamado la atención, cuando le preguntan a un político de mucho nivel cuánto vale un café y dice 80 céntimos... Eso es una muestra de distanciamiento de la realidad. A mí lo que me interesa saber es cuántas familias han sido desahuciadas, qué ha sido de ellas, cuántos niños han quedado sin casa, si se ha seguido suicidando gente... Ésos son los valores morales que no están basados en mercantilismos, los mismos valores que yo aplicaría en África.

-¿Cuál es la epidemia del siglo XXI?

-En Occidente, la obesidad. Una obesidad que no tiene justificación. Mientras, en los países en vías de desarrollo la gran epidemia es el hambre.

-¿La opulencia no está matando?

-Es la venganza del sistema.

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