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Interinos

Superan el 25% de la plantilla de profesores de la red pública asturiana y cubren buena parte de los centros del Oriente y el Occidente l Uno de ellos, el IES de Cangas del Narcea, sirve de escenario para explicar los problemas y las virtudes de un colectivo que sostiene el sistema educativo en la región

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Once de la mañana. Suena el timbre del recreo. Los timbres de la Educación Secundaria tienen algo de cuartel o de fábrica de las de antes. El IES de Cangas del Narcea reúne a 641 alumnos de ESO, Bachillerato y Formación Profesional, que salen en tropel para disfrutar de ocio y bocata.

El IES de Cangas cuenta este año con una plantilla de 73 profesores, de los que 35 son interinos. Personal contratado, sujeto a movilidad, con derecho a trienios y sexenios, también al mantenimiento del contrato durante los meses de verano, pero ajeno aún a los pluses de la evaluación docente.

El sistema público educativo asturiano vive en la temporalidad. El mensaje desde la Consejería de Educación es siempre el mismo: hay que reducir la tasa de interinidad. Pero nunca se consigue. Al contrario.

En los últimos años ha aumentado ese porcentaje por la escasa oferta pública de empleo en Asturias, por el corsé que han supuesto las llamadas tasas de reposición, marcadas desde el Gobierno central, y por el alto número de jubilaciones, consecuencia de una plantilla general docente muy envejecida. La más envejecida de España.

En números redondos, uno de cada cuatro profesores de la red pública asturiana es interino. De esos 2.800 profesores contratados, uno de cada tres lo es a media jornada. Son más de 800. Desde un punto de vista pedagógico, mantener un 25 por ciento de profesorado interino es un absurdo mantenido en el tiempo, pero ellos, los contratados, sostienen el sistema.

Elsa Menéndez, 33 años, es interina a media jornada. Poco más que mileurista, por tanto. Es profesora de Física y Química. Su departamento está compuesto por tres profesoras, todas interinas, "aunque mis dos compañeras, que son fantásticas, ya llevan años de interinidad". Las cuentas le salen "porque mis padres tienen casa en Cangas y yo misma estudié aquí, en el mismo instituto donde ahora doy clase".

Elsa será madre en diciembre -será una niña, de nombre Claudia- y su baja será ocupada por otro profesor interino, suplente de otra docente interina a media jornada. Casi de trabalenguas. En la asignatura de Física y Química no faltarán candidatos, pero en otras materias hay dificultades para cubrir vacantes, tal y como denuncian algunas asociaciones de padres y madres en las últimas semanas.

El IES de Cangas tiene el 48% de interinos respecto a su plantilla. No es un caso único, aunque sí de los más significativos de la región. En la primera convocatoria de interinos para el presente curso, la más numerosa, 347 maestros y profesores se fueron con destino a los colegios e institutos de tan sólo ocho concejos asturianos del Occidente. A Cangas del Narcea quedaron adscritos más de cien interinos sobre una plantilla global en el concejo de poco más de doscientos profesores, y a los centros de Tineo, unos ochenta. Al otro lado del mapa regional, el municipio de Llanes se llevó en esa primera llamada laboral masiva a setenta y cuatro profesores temporales, de los que más de treinta iban destinados a Secundaria.

María Díaz es desde hace dos años la directora del IES de Cangas del Narcea. Recuerda que fue diez años interina. Profesora de Inglés, acabó la carrera en 1991 "y no pude presentarme a una oposición hasta varios años después", ya cerca del final de siglo, porque no hubo convocatoria. Más del 90% de los maestros y profesores asturianos pasaron por la interinidad, ese periodo bisagra que para algunos se convierte en crónico y que al menos sirve para hacer méritos a la hora de los baremos para la oposición.

Pero el IES de Cangas funciona, y muy bien, según todos los parámetros y a pesar de la periferia -que influye- y de la inestabilidad laboral. Una tasa elevada de profesores interinos genera principalmente un problema, y es la dificultad para poner en marcha y, sobre todo, mantener, programas educativos plurianuales. Alguien lo define como comenzar de cero cada mes de septiembre.

"Me gustaría implicarme más en ciertos proyectos, pero siempre tengo la duda de si estaré aquí el año que viene porque asegurado no tienes nada. Y dices: ¿y si pongo ­en marcha algo y después dejo a la gente ­colgada?".

Lo dice Raquel Fernández, que lleva ocho cursos como interina en el IES de Cangas. Es de Gijón y tiene piso alquilado en la localidad canguesa "porque la alternativa son tres horas de viaje en coche, entre la ida y la vuelta, y el riesgo que supone la carretera". Su especialidad es el Inglés, pero forma parte del departamento de Orientación Educativa. "Somos cinco profesores y de ellos hay cuatro ­interinos".

La Consejería de Educación anunció anteayer la convocatoria de oposiciones docentes para 2016, con un número aún no definido de plazas, pero que rondará las 400. Es un proyecto que deberá ser debatido con la Junta de Personal Docente y que afectaría a más de treinta especialidades de Secundaria y Formación Profesional.

Sin interinos el sistema quebraría. Los profesores contratados no salen más baratos, pero resultan mucho más cómodos. Personal móvil, con capacidad infinita de adecuación a las circunstancias. Y con otras ventajas añadidas. María Díaz, directora del IES de Cangas del Narcea, habla de lo fructífero que es "recibir todos los años a gente nueva que viene de otros centros educativos con nuevas ideas, con distintas formas de hacer las cosas. Suelen ser profesores más jóvenes que muchos de los que tienen plaza fija, que llegan con mucha fuerza".

María Fuertes estudió Matemáticas en la Universidad de Oviedo, se pasó seis años en Andalucía ("recorrí seis provincias distintas, todas muy, muy lejos de casa"). Su casa, claro, es Asturias. María es de Gijón y por fin vio cumplido su sueño de retornar a su tierra para trabajar en Cangas del Narcea. De siete personas de su departamento, cinco son ­interinas.

Una de sus compañeras de asignatura, Ana Belén Miranda, lleva cinco años de interina y en ese tiempo dio clase en nueve centros de ocho concejos distintos. El curso pasado trabajó en tres. "Cada instituto tiene su autonomía", dice, "y no queda otro remedio que hacerte con la forma de trabajar de cada instituto". Esto da flexibilidad, si uno no se muere de los nervios. Es su primer año en Cangas del Narcea, con horario de veinte horas lectivas más nueve suplementarias, Ana Belén Miranda tiene por delante casi 23.000 kilómetros de trayecto Grado-Cangas-Grado "en un Volkswagen de los ­antiguos".

Amparo Rodríguez Hevia personifica esa capacidad de adaptación de los docentes interinos. Profesora de Filosofía, comenzó a hacer una sustitución el 13 de octubre, acabó esta semana. Se pone a la cola. En los últimos ocho años vivió cursos en blanco, otros de sustitución en sustitución. "Las listas se mueven bastante", asegura. Da Filosofía a los chicos de Bachillerato, y Valores Éticos en 4.º de la ESO. Vivir la interinidad en forma de sustituciones, aquí y allí, ahora sí y mañana no, es cualquier cosa menos cómodo "y aun así yo me considero muy afortunada", reconoce.

Un escolar de un instituto de la periferia asturiana puede tener un profesor distinto de Matemáticas o de Lengua en cada uno de los cuatro cursos de la ESO y en los dos cursos de Bachillerato. Desde el análisis pedagógico, alguien puede encontrar ventajas a esta circunstancia; la mayoría de las familias lamenta ese ir y venir docente, que puede causar, cuando menos, desorientación.

El IES Cangas del Narcea mantiene desde hace años un protocolo de "bienvenida a los nuevos". No es de extrañar la necesidad de conocerse a marchas forzadas, sobre todo cuando la Administración estruja los plazos de reparto de destinos hasta rozar lo inadmisible.

La cosa es muy simple, hay reuniones de trabajo "y alguna cena" para saber quién es cada cual y saber a qué atenerse. Días decisivos porque de ellos salen alianzas para compartir coche en los trayectos y hasta gastos de piso en alquiler. O se marcha uno con la casa al hombro o se condena a convertirse en un tragakilómetros. Hay en esto cierta frontera difusa en el Occidente de Asturias. Cangas del Narcea aún "anima" al coche; de Cangas al Oeste, lo mejor es buscar acomodo. Los gastos de kilometraje desde casa al centro de trabajo no son abonados por la Administración.

"En Cangas del Narcea se disfruta de la montaña y el aire libre", señala Raquel Fernández. María Fuertes alquiló un piso "casi enfrente del instituto", un lujo que no se pueden permitir muchos profesores en España. Le sacan partido a un destino que no tiene el atractivo de Oviedo o Gijón, pero que ofrece muchas otras ventajas. Ellas y sus compañeras protagonistas de este reportaje reivindican "la vocación por la enseñanza" y descubren "una cercanía con las familias" que quizá no se encuentren en un instituto de ciudad grande.

Muy probablemente, alguna de ellas se convierta en el próximo verano en funcionaria a todos los efectos tras las oposiciones anunciadas esta semana por Educación. Interinas o fijas, sus clases y la relación con los alumnos "será la misma".

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