Tradicionalmente, la comida en Japón se
componía de arroz blanco y verduras encurtidas;
ahora este tipo de ascetismo culinario
se sigue prodigando, pero ya no es tan habitual,
salvo en los conventos budistas. Las familias
japonesas solían tener en sus hogares
un barrilito con las distintas clases de hortalizas
fermentadas: el nabo, la berenjena, la
col y el daikon. Luego vinieron los encurtidos
etiquetados por las firmas industriales,
que son los que proliferan en estos momentos.