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La Habana (Cuba)

Cuba se inspira en el modelo turístico español para atraer a los norteamericanos

Hemingway, vetado en 1959, renace en La Habana como reclamo para los visitantes

Cuba se inspira en el modelo turístico español para atraer a los norteamericanos

La Revolución cubana acelera su reconversión turística mirando de reojo a España en busca de un modelo de calidad que impulse el despegue económico de la Isla, muy empobrecida por el bloqueo financiero y comercial impuesto al régimen comunista hace más de cincuenta años por los Estados Unidos, cuya Embajada en La Habana es desafiada de frente por la Tribuna Antiimperialista José Martí, construida para reclamar el regreso a Cuba del balserito Elián González. Las autoridades cubanas se proponen crear 25.000 camas turísticas en cinco años en todo el territorio nacional ante la previsible avalancha de turistas norteamericanos a partir de 2016 tras el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países. A las entradas por el aeropuerto habanero José Martí se sumarán las de los visitantes que lo hagan en los ferries que unirán de inmediato Florida con Cuba. La isla caribeña estudia en estos momentos el borrador de propuesta para la cooperación turística remitido el pasado mes de julio a La Habana por el ministro español de Turismo, José Manuel Soria, para transformar un sector vital de la economía antillana.

El reto no es sencillo para un país que ha visto agravada su crisis desde el hundimiento de la URSS y la caída del Muro de Berlín y que malvive de los ingresos que le dejan los poco más de tres millones de turistas que recibe al año y de las inversiones de China, Venezuela y España.

La Isla cuenta ahora con 63.000 plazas hoteleras, la mayoría en complejos de cuatro y cinco estrellas gestionados ya muchos de ellos por españoles, los primeros que se apuntaron a crear una industria turística en Cuba durante la década de 1990, cuando el Gobierno de Fidel Castro puso los espectaculares atractivos de su país al alcance de los extranjeros para mitigar las estrecheces de una mísera economía sostenida artificialmente hasta entonces por la URSS. La Habana logró así ponerse de moda y los siete kilómetros del malecón habanero, el banco más largo del mundo, se llenaron de turistas que se mezclaban con los cubanos ávidos de unas divisas imprescindibles para sobrevivir.

Frente al malecón se alzan imponentes el Hotel Nacional, el Cohíba y el Riviera, construidos en los años 30 por los magnates y la mafia italiana asentada en Estados Unidos, que se resarcía de la Ley Seca junto a famosos actores y actrices con continuas visitas a la Isla caribeña. Cerca de la Plaza de Armas y de la mítica Bodeguita del Medio se mantiene desde la década de 1920 el Hotel Ambos Mundos, en el que se alojó entre 1932 y 1939 Ernest Hemingway antes de comprarse la Finca Vigía, en la que vivió hasta 1960, cuando los revolucionarios le dejaron muy claro su veto porque era persona non grata en el país comunista. Un año después, en la mañana del 2 de julio, el escritor decidiría quitarse la vida de un disparo en su casa de campo de Ketchum, en el Estado norteamericano de Idaho, poco antes de que, según su viuda, diera los toques finales a "París era una fiesta", una novela que nació en Cuba y que fue en parte escrita en España. Hemingway sufría una fuerte depresión motivada por su decadencia física, pero fue la imposibilidad de volver a la Isla en la que tanto disfrutaba de la pesca y de la bebida la que le cerró todas las puertas y le dejó sin salida.

En la habitación 511 del Hotel Ambos Mundos, Hemingway rindió su particular homenaje a los toros escribiendo "El verano peligroso", sobre la violenta rivalidad entre los maestros Dominguín y Ordóñez en 1959. Los comunistas de entonces no lo querían, pero las nuevas autoridades han convertido la habitación del escritor en uno de los reclamos de aquella Revolución para los visitantes y la exhiben con orgullo, junto con las 17 fortificaciones construidas por los españoles en el siglo XVII para proteger la Isla de los piratas y los corsarios, y la Plaza de la Revolución, dominada por la imagen de Ernesto Che Guevara del fotógrafo Alberto Korda, que decora la fachada del Ministerio del Interior con el famoso lema "Hasta la victoria siempre".

La Habana, en permanente y pausada restauración, se queda ya corta para alojar a los miles de turistas que se acercan cada año a la Isla, que ahora quiere ampliar su oferta con rutas alejadas de la capital, en las que presume de un rico patrimonio cultural, histórico y natural, dotado con 253 áreas protegidas, 257 monumentos nacionales, siete sitios declarados por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad, seis Reservas Naturales de la Biosfera y trece Refugios de Fauna.

En Las Terrazas, al oeste de La Habana y en plena Sierra del Rosario, Cuba reinventa el turismo ecológico, social y de salud en una tierra que ocupaban los indígenas siboneyes hasta la llegada de los conquistadores españoles. Es un espacio verde de cafetales, de descendientes de esclavos africanos y de guajiros, campesinos bautizados con la expresión inglesa "war hero" (héroe de guerra), que lucharon contra los españoles en 1898 ayudados por los norteamericanos.

En Pinar del Río, la provincia más occidental de Cuba, conocida como la Cenicienta, aparecen las grandes plantaciones de tabaco diseminadas por la Sierra de los Órganos de la Cordillera de Guaniguanico. En el municipio de Viñales, donde se asentó la inmigración canaria, se explota la Cueva del Indio, descubierta en 1920, con restos de los aborígenes de la zona. Pinar del Río es también la tierra montañosa de Los Malagones, la milicia campesina organizada por Fidel Castro en 1959 para luchar contra los que se oponían a la Revolución en la zona. El Mural de la Prehistoria de 120 metros de ancho por 100 de alto cubre uno de los múltiples mogotes del valle de Viñales. Fue encargado por Castro en 1961 a un discípulo de Diego Rivera.

Al noreste de La Habana y Varadero, destino principal del turismo de sol y playa, se encuentra una de las primeras villas fundadas por los españoles: San Juan de los Remedios, donde se celebra el mejor Carnaval de la Isla en una plaza presidida por la iglesia mayor de San Juan Bautista. En la misma provincia está Santa Clara, ciudad en la que descansan desde 1998 los restos de Ernesto Che Guevara junto a los de los 29 combatientes que murieron con él en Bolivia en 1967 mientras intentaban exportar la revolución socialista al país sudamericano. Santa Clara, de arquitectura colonial, fue escenario en 1958 de la crucial batalla liderada por Ernesto Che Guevara que obligó al anterior presidente cubano, Fulgencio Batista, a huir del país.

Dos años antes, el 2 de diciembre de 1956, había arribado a la playa de Las Coloradas, en el punto más meridional de la Isla, el yate "Granma" (abreviatura en inglés de grandmother), en el que llegaron desde el exilio de México Fidel Castro, su hermano Raúl, el Che Guevara y otros 79 revolucionarios para iniciar las luchas guerrilleras que culminaron con el triunfo de la Revolución cubana, el 1 de enero de 1959.

En el centro de la Isla está Trinidad, ciudad fundada por el Adelantado Diego de Velázquez, que se especializó en el cultivo, con esclavos de África, de la caña de azúcar introducida por Cristóbal Colón en Cuba en el segundo de sus viajes. Los habitantes de Trinidad, bañada por el Mar Caribe, llaman la atención del extranjero por pasear por las calles con sus pájaros "negritos" a los que quieren "socializar" desde la jaula. Su potente canto inunda las viviendas, las plazas y hasta los centros de trabajo, a los que los trinitarios llevan a sus "negritos" para que les acompañen.

En la península de Majagua, a la orilla de la bahía de Jagua, la "Perla del Sur", emerge la villa de Cienfuegos, que debe su nombre al capitán general de Cuba de origen asturiano José Cienfuegos Jovellanos. Fue fundada en 1819 por colonos franceses alentados por los españoles, que deseaban contar en la Isla con una ciudad de blancos para contrarrestar las mezclas raciales que existían en el resto del territorio cubano, donde a pesar de la separación de clases y razas, españoles, indígenas y negros se mezclaban a las primeras de cambio, dando lugar a esos bellos rasgos de los que tanto presumen los cubanos. La ciudad, cuyo centro histórico urbano es Patrimonio Cultural de la Humanidad, se llamó en un primer momento Villa Fernandina de Jagua, en honor a Fernando VII y a los aborígenes que poblaban y pescaban en esta zona abierta al Mar Caribe.

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