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La fuerza del grupo

Diversas aves forman grandes bandos en otoño e invierno, se agrupan para dormir o crean alianzas con otras especies, todo ello para aumentar la eficiencia en la búsqueda de comida y como defensa

La fuerza del grupo

"Nubes" de chovas piquirrojas y piquigualdas, más o menos entremezcladas, sobrevuelan las montañas y se posan en los pastizales de diente. Grandes manchas negras -bandadas multitudinarias de estorninos pintos volando en prodigiosa sincronía- se estiran, encogen y cambian constantemente de forma en los atardeceres, junto a las arboledas. Decenas o cientos de lavanderas blancas, las populares mariagarcías, se agolpan en el arbolado ornamental de las ciudades para dormir juntas. Y en los bosques y las campiñas se crean alianzas temporales entre especies diversas que el resto del año no se tratan o lo hacen casualmente. Todas estas formas de gregarismo estacional son características del período de otoño e invierno, de los meses del frío y del hambre.

Precisamente, el grupo proporciona una mayor eficiencia en la búsqueda de alimento en tiempos y lugares en los que escasea, si bien las jerarquías de cada especie o entre unas y otras siempre producen parias, que deben pelear cada migaja. Además, el grupo defiende: para un depredador resulta más difícil elegir presa y atacarla, y para las presas se multiplican las opciones individuales de no ser elegidas y de sobrevivir si lo son. Y en las crudas noches de invierno, dormir bien pegado a otros combate eficazmente el frío.

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