La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La fábrica del tiempo

España gasta cada año 120 millones en predicciones y control meteorológico l El objetivo principal es "proteger vidas y bienes" l Por cada euro invertido se evitan 10 euros en daños l Así se contribuye desde Asturias a esta labor sustentada en miles de datos

La fábrica del tiempo

Todavía hoy se pregunta cómo aquella señora consiguió el número de teléfono que la ponía al habla directamente con quienes elaboraban las predicciones en el Centro Nacional de Meteorología de Madrid.

-Dígame.

-Buenas. Les llamaba para preguntarles si mañana va a llover a las doce en la calle Velázquez, es que iba a ir a misa y quería saber si podré ponerme el abrigo de visón.

Manuel Mora, entonces predictor del tiempo destinado en Madrid y hoy delegado en Asturias de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), se armó de paciencia y respondió:

-Depende. ¿Podría decirme si usted vive en los números pares o en los impares?

Mora refiere esta anécdota para explicar hasta qué punto la sociedad demanda precisión y certeza total al hombre del tiempo. Medio en broma dice que el meteorólogo no puede permitirse, como el médico, dictaminar que el paciente tiene "pronóstico reservado". Tal precisión se les exige en vano. El acierto total nunca se conseguirá, aunque ahora el margen de error se ha reducido, sacándole más jugo a los modelos matemáticos de predicción gracias a la potencia de los superordenadores (la Aemet incorporó en 2014 a Cray X1E, que es 65 veces más potente que el anterior) y a que cada década se consigue ampliar un día más el plazo de predicciones fiables. La atmósfera es un fluido y, como tal, se comporta de acuerdo a ecuaciones complejas, no lineales, imposibles de resolver con exactitud. Es decir, la superposición de causas no es igual a la superposición de efectos. Son ecuaciones que dependen de múltiples parámetros cuyo grado de conocimiento es limitado y que tienen una dinámica caótica. En matemáticas, el caos quiere decir que la resolución del problema depende de las condiciones iniciales. Por eso es importante conocer el estado inicial de la atmósfera. Cuantos más datos se metan en el sistema, más fundada resultará una predicción que, no obstante, siempre tendrá que aportarse en términos probabilísticos. Probabilidad de lluvia, de que salga el sol... Más allá de los cinco días la predicción flaquea.

A esa cosecha minuciosa e imprescindible de datos sobre temperaturas, humedad, nubosidad, lluvias, intensidad y dirección viento, etcétera, se dedica fundamentalmente la veintena de funcionarios que la Aemet tiene en Asturias, en sus tres centros: el del observatorio del Cristo, en Oviedo; el observatorio de Gijón (en Capitanía Marítima) y el del aeropuerto. Recogen y transmiten continuamente los datos de la red de observación repartida por la región, donde se combinan las estaciones automáticas con un equipo de observadores colaboradores, algunos con tradición familiar y ya por la tercera generación. La cosecha de cifras, que parten ya codificadas para su computación, alimenta los modelos matemáticos que fundamentan las predicciones para Asturias, que se hacen en el centro de la Aemet en Santander. La Aemet "fabrica" a diario por toda España un notable caudal de datos procedente de 90 observatorios con personal, 700 estaciones automáticas de observación, 7 estaciones de radiosondeo en tierra, una estación en el buque "Esperanza del Mar" y dos en las oficinas meteorológicas móviles de Defensa, quince radares meteorológicos, quince equipos detectores de rayos, 4.500 estaciones atendidas por colaboradores altruistas. Y, además, los satélites.

Todo eso, unido al personal (1.295 funcionarios), cuesta cada año 120 millones de euros al Estado español. La mayor parte de la factura se la llevan los satélites. El gasto, a primera vista, es importante. Pero, según los expertos, la inversión renta. "Una de nuestras principales misiones es la protección de vidas y bienes", subraya Mora. "El coste de una vida humana que se puede salvar gracias a una alerta meteorológica desde luego no se puede calcular, pero está estudiado que por cada euro que inviertes en el sistema de predicción meteorológico tienes un retorno entre 6 y 10 euros por daños materiales que puedes evitar". En la última década, según la Organización Meteorológica Mundial, se produjeron fenómenos climáticos extremos sin precedentes. La cifra de fallecidos por olas de calor se incrementó en un 2.000%. Por contra, gracias a las alertas, se redujo con respecto a la década anterior un 43% el número de fallecidos por crecidas.

Manuel Mora destaca el "valor económico" de las predicciones al tomar cualquier tipo de decisiones. En todos los ámbitos de la vida. Un ejemplo histórico. El historiador inglés Anthony Beevor arranca su monumental obra sobre el desembarco de Normandía con una escena clave: cuando el teniente coronel Stagg pronosticó que habría una breve tregua en el mal tiempo sobre el canal de la Mancha justo el 6 de junio de 1944. Eisenhower dio la orden. Si se hubiera equivocado, los aliados se hubieran enfrentado a la peor tormenta en el canal en 40 años. Si lo hubieran aplazado, la moral habría decaído y probablemente los alemanes habrían desvelado el verdadero objetivo. Aquel el hombre del tiempo cambió el mundo.

Sin llegar a tanto, Estela Sánchez, responsable de la atención a usuarios en Aemet Asturias, conoce de primera mano la importancia del tiempo atmosférico sobre la vida cotidiana. A diario tramita las predicciones que demandan distintas empresas (Aucalsa, concesionaria de la autopista del Huerna, por ejemplo, tiene un servicio muy detallado sobre riesgo de nevadas) y peticiones de ciudadanos, la mayoría relacionadas con pago de seguros o responsabilidades patrimoniales: certificados para verificar si tal día hubo una riada que dañó la vivienda o, la más común, si cayó un rayo que pudo causar la subida de tensión que dañó un equipo informático asegurado. Otra muy común son las peticiones de ganaderos cuyas ordeñadoras se han quemado también a causa de fenómenos atmosféricos eléctricos y en litigio con las compañías suministradoras. Hay de todo. La más sorprendente: un vecino del centro de Asturias, afectado por una enfermedad dermatológica, pidió un informe de los últimos treinta años, de todos los municipios españoles, para saber dónde había menos humedad. Buscaba un sitio seco donde la salud de su piel pudiera mejorar, argumentaba.

Compartir el artículo

stats