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Curar sin abrir el corazón

La cardiología intervencionista gana protagonismo en el tratamiento de infartos y anginas de pecho

Curar sin abrir el corazón

Cada día se operan más corazones sin necesidad de realizar una gran incisión en el tórax. Anginas de pecho e infartos de miocardio son las enfermedades que más frecuentemente se tratan mediante cardiología intervencionista. Este procedimiento consiste en la introducción de un catéter (un tubo estrecho) por una arteria de la pierna o del brazo que llega al corazón y permite actuar sobre él de forma muy poco invasiva. "Más que sustituir a las intervenciones abiertas, las complementa", subraya Pablo Avanzas, cardiólogo intervencionista del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), quien en las líneas que siguen expone las claves de una disciplina que actualmente vive una nueva revolución con las válvulas aórticas implantadas sin abrir el pecho.

¿Qué es?

La cardiología intervencionista es la subespecialidad de la cardiología dedicada al diagnóstico y tratamiento de enfermedades por medio de catéteres. A diferencia de las cirugías que requieren una herida y abrir el tórax para llegar al corazón, en los procedimientos intervencionistas se introduce un catéter por una arteria de la pierna o del brazo. El catéter sigue el trayecto de la arteria, accede al corazón y por esta vía se realizan los procedimientos, diagnósticos o terapéuticos.

Dos hitos históricos

Existen dos hitos en la historia de la cardiología intervencionista: las primeras cateterizaciones con posterior tratamiento de la enfermedad de las arterias coronarias, y el implante de las válvulas aórticas percutáneas. El Dr. Werner Forssmann llevó a cabo la primera cateterización de un corazón humano. En 1929, realizó una incisión en una vena de su brazo, e introdujo un catéter dentro de la aurícula derecha de su propio corazón. Recibió el Premio Nobel de Medicina en 1956 por sus estudios pioneros en cardiología. El segundo hito, que supone la revolución actual de la cardiología intervencionista en la que estamos inmersos, es el implante de válvulas aórticas percutáneas. Es decir, el implante de válvulas cardíacas sin abrir el pecho, mediante catéteres. Tuve el honor de implantar en el antiguo HUCA, junto con el Dr. Morís, la primera válvula autoexpandible de España, en diciembre del 2007.

Anginas, infartos...

El mayor volumen de pacientes que tratamos son aquéllos con enfermedad de las arterias coronarias (angina de pecho o infarto de miocardio). En segundo lugar, los que padecen una estenosis de la válvula aórtica, a los que se implanta una válvula percutánea. Un tercer subgrupo es muy variado: cierres de comunicaciones interauriculares, cierres de orejuelas, implante de mitraclip, tratamiento de las oclusiones coronarias crónicas... Más que sustituir a las técnicas quirúrgicas que realizan estás intervenciones de forma abierta, las complementa. Son fundamentales las sesiones clínicas conjuntas para estimar qué tratamiento es el más adecuado para cada paciente.

Más ventajas que riesgos

Las ventajas son incuestionables, ya que hay ciertas condiciones que se benefician en exclusiva de estos tratamientos, por ejemplo el infarto de miocardio. Entre los inconvenientes, siempre existe un riesgo mínimo derivado de la propia naturaleza del procedimiento. La indicación de las técnicas de hemodinámica puede realizarlas cualquier cardiólogo.

Dos años de preparación específica

La cardiología intervencionista requiere un nivel de subespecialización muy alto. Después de terminar la carrera de medicina y especializarse en cardiología, exige un periodo de entrenamiento mínimo de dos años en un centro acreditado para la formación (el HUCA está acreditado). Además, cada cinco años tienes que volver a acreditarte justificando unos niveles de actividad mantenida a lo largo de los años.

Es cara, pero ahorra

Si bien es cierto que muchos casos del día a día se tratan de forma individual, aquellos procedimientos complejos (cada vez más frecuentes) requieren un abordaje multidisciplinar con otros profesionales, como cardiólogos clínicos, especialistas en imagen, cirujanos cardiacos y anestesistas. Debemos destacar el papel silencioso, pero clave, de la enfermería, también muy especializada. Por otra parte, la cardiología intervencionista requiere una alta dotación tecnológica en cuanto al lugar donde se realiza (sala de hemodinámica) y al material utilizado (de última generación y de alto coste). Con todo, el coste de las técnicas percutáneas suele ser menor que el de las quirúrgicas. El elevado precio del material se compensa con una menor estancia hospitalaria de los pacientes en comparación con los que son intervenidos de forma abierta.

Asturias, nivel alto

Coincidiendo con esta última revolución de la cardiología intervencionista que antes citábamos, ha aumentado exponencialmente el número de pacientes con estenosis de la válvula aórtica que se remiten a las salas de hemodinámica para realizar un tratamiento percutáneo de su problema valvular. En Asturias hay tres salas de hemodinámica (dos en el HUCA y una en el Hospital de Cabueñes) y el nivel es ciertamente muy alto. Todos los profesionales estamos acreditados y altamente cualificados. Aparte de las prestaciones clásicas, el HUCA ofrece en su cartera de servicios otras prestaciones relacionadas con técnicas complejas, como el implante de mitraclip para el tratamiento de la válvula mitral o los cierres de la orejuela.

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