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FRANCISCO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ | Catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Oviedo

"El creciente tamaño de los bancos impide ya que el Estado pueda garantizar los depósitos si hay quiebra"

"Imponer sanciones y disciplina en el sector financiero es esencial para evitar crisis futuras, pero no se hizo porque los gestores de las cajas tenían claros vínculos con quien tenía que hacerlo"

"El creciente tamaño de los bancos impide ya que el Estado pueda garantizar los depósitos si hay quiebra"

Lehman Brothers, un gigante de la banca de inversión, logró sobrevivir a una guerra civil en Estados Unidos, al crack de 1929 y a la posterior depresión económica, pero no llegó a superar la infección de las hipotecas subprime. Su muerte en forma de quiebra allá por 2008 marcó el inicio de la actual crisis. Y dejó entrever las costuras de un problema financiero mucho más grave a nivel mundial. Su desplomé arrastró a otras entidades, algunas grandes y muchas más pequeñas, también en España. El catedrático de Economía Financiera y Contabilidad de la Universidad de Oviedo y presidente de la Asociación Nacional de Finanzas, Francisco González (Lantero, Tineo, 1967) ha seguido al dedillo el devenir de las fusiones, concentraciones y rescate del sistema bancario español. Hace unos días, con motivo del 40.º aniversario de la Facultad de Economía y Empresa del Cristo, ofreció una conferencia sobre las lecciones que se han aprendido y las que no de esta crisis financiera.

-¿Hemos aprendido algo de esta crisis?

-Siempre se aprende en periodos de crisis. Nuestras autoridades han aprendido la necesidad de definir y coordinar la regulación y supervisión a nivel internacional, y de ahí que el proceso de la Unión Bancaria haya avanzado más durante estos años que si no hubiese habido crisis financiera. La sociedad ha aprendido lo importante que es tener un sistema financiero desarrollado y eficiente porque ha visto los problemas que surgen cuando una parte del sistema bancario no funciona adecuadamente. Sin embargo, son muchas más las lecciones que deberíamos haber aprendido y que no está claro que lo hayamos hecho.

-¿Como cuáles?

-Las malas prácticas surgen por la condición humana y las personalizamos en exceso sin darnos cuenta de que la clave está en el diseño de incentivos que configuran nuestras instituciones y leyes. Serían estos dos últimos aspectos sobre los que deberíamos poner énfasis para mejorarlos y cambiarlos. Es preciso aceptar que las entidades bancarias tienen incentivos al asumir riesgos cuando invierten con un 90% de fondos ajenos proporcionados por los depositantes y sólo un 10% de la inversión se realiza con capital propio. Por ello, la regulación y supervisión financiera deben tener un carácter mucho más dinámico para ser eficaces. La intervención y rescate de entidades bancarias debe ser más rápida, diferenciando entidades viables de las insolventes, e imponer mayores pérdidas y sanciones a los responsables de la insolvencia. No hacerlo es la semilla de crisis futuras. También sería necesario reforzar la autonomía de las autoridades reguladoras y supervisoras de la decisión política y del propio sector bancario.

-¿Y por qué no se ponen en marcha ese tipo de medidas?

-La crisis financiera en España ha tenido dos características básicas que han condicionado la intervención. La primera es su dimensión. El Estado no podía disponer de 61.000 millones para rescatar a las cajas de ahorros. Esto ha retrasado la intervención hasta que la "troika" (el BCE, FMI y la CE) diseñó un mecanismo de rescate del sector y ha originado costes elevados en términos de menor crecimiento económico. La segunda característica es que ha sido una crisis de la "banca pública", de las cajas de ahorros, y esto ha retrasado la intervención, además de condicionar la imposición de unas sanciones y disciplina reducidas a los responsables debido a que "sancionador" y "sancionado" tenían claros vínculos.

-Entonces, ¿se actuó tarde?

-Sin duda. Siempre es difícil saber la intensidad de un problema de insolvencia, y en el caso español dependía básicamente de cómo se valorasen los activos inmobiliarios existentes en los balances bancarios, pero está claro que nuestras autoridades negaron el problema de insolvencia más allá de lo razonable y durante demasiado tiempo se insistió en que sólo había un problema de liquidez.

-¿Qué deberían haber hecho?

-Desde mediados de los años 70 ha habido 134 crisis bancarias sistémicas en 94 países que han sido estudiadas. De esa investigación sabemos que cuando aparecen crisis financieras es importante que las autoridades diferencien lo antes posible entidades viables de no viables para no perjudicar a las primeras y minimizar la factura del rescate y su impacto sobre el crecimiento. La aportación de capital para garantizar los depósitos es obligada pero la imposición de pérdidas y sanciones a propietarios y gestores también. Cualquier ayuda pública debe ir acompañada de condiciones en la reestructuración de activos y de cambios en los equipos directivos y órganos de gobierno. Por el contrario, aumentar los requerimientos de capital por igual a todas las entidades o aportar fondos vía deuda a tipos de interés elevados son medidas contraproducentes.

-Ha habido voces que abogaban por fomentar una banca pública.

-Los estudios muestran que en muchos países la banca pública asigna peor el crédito que la banca privada y favorece en menor medida el crecimiento económico. El programa de concesión directa de crédito a pymes del Instituto de Crédito Oficial (ICO) entre 2010 y 2012 fue un fracaso y la tasa de proyectos fallidos superó el 40%. Un buen desempeño de la actividad bancaria requiere evaluar bien el riesgo de quien solicita fondos y ésa es una tarea compleja y no sólo es decidir que hay que dar fondos a un determinado sector o región.

-¿Entonces se hizo lo correcto al transformar muchas cajas en bancos?

-Es difícil de valorar todavía. En la mayoría de los nuevos bancos se ha reducido la influencia política, pero muchos de los directivos de las nuevas entidades no están sometidos a la disciplina de entidades cotizadas y controlan los consejos de administración en lugar de ser controlados por ellos.

-Sostiene que hay muchos directivos que se han ido de esta crisis con total impunidad. ¿Por qué no se fue más duro con ellos?

-Sin duda. Habría que diferenciar la responsabilidad de una mala gestión, que debiera ser penalizada con el desplazamiento del puesto directivo, de las responsabilidades fraudulentas cuya evaluación correspondería a los tribunales. Estos últimos casos son los que más resonancia social están teniendo, pero ambos tipos de disciplina son relevantes y la salida de responsables de una mala gestión con retribuciones e indemnizaciones millonarias, pensadas para periodos de no crisis, no desincentiva que se repitan malas prácticas en el futuro. Al menos una razón por la que no se ha impuesto la disciplina adecuada ha sido que muchos de estos responsables en las cajas de ahorros tenían claros vínculos con los encargados de imponer dicha disciplina.

-¿Qué consecuencias a futuro puede tener no meter tijera a estas indemnizaciones?

-La imposición de sanciones y disciplina es fundamental para reducir la probabilidad de crisis futuras. Si los gestores y propietarios anticipan que no van a soportar pérdidas de una mala gestión o de asumir excesivos riesgos mientras que disfrutan los beneficios de tales prácticas tenderán a realizarlas incluso en mayor medida. Hay estudios que confirman que la probabilidad de crisis bancarias depende de cómo las autoridades intervinieron en crisis pasadas.

-¿Falta independencia en la banca?

-Es fundamental que las autoridades reguladoras y supervisoras sean independientes del propio sector bancario que regulan y supervisan, y también independientes del poder político. Esto se sabe desde hace mucho tiempo y por ello prácticamente todos los bancos centrales tienen sus "leyes de autonomía", que en el caso del Banco de España es de 1994. Sería conveniente reforzar dicha normativa endureciendo los regímenes de incompatibilidades y reduciendo la influencia gubernamental. De hecho, en el caso español, la intervención más adecuada y las mayores condiciones han sido impuestas por la "troika". Desde fuera.

-¿La Unión Bancaria en Europa puede ser una solución de cara a prevenir futuras crisis?

-Sería fundamental, pues el creciente tamaño de las entidades y la globalización de sus actividades impiden que un Estado individual pueda garantizar los depósitos en caso de quiebra bancaria y supervisar adecuadamente. Por eso, la Unión Bancaria supone trasladar a nivel europeo los mecanismos nacionales y resulta algo obligado. Sin embargo, estos mismos mecanismos nacionales no han evitado crisis bancarias desde los años 70. Además, resultaría necesario también dotar de autonomía e independencia a los mecanismos de la Unión Bancaria para evitar los errores vistos en la crisis actual y de esto no se está hablando. Por ello, las crisis bancarias no son todavía una "especie en extinción".

-Con este caldo de cultivo, ¿las futuras crisis pueden ser peores que la actual?

-Lamentablemente sí. Desde mediados de los 70 observamos que las crisis bancarias son cada vez más frecuentes y más costosas. Como el tamaño de las entidades es cada vez mayor, es más probable que la crisis de una entidad de tamaño grande ponga en peligro la estabilidad de todo el sistema. Esto dificulta que se pueda intervenir de forma adecuada y los costes en términos de menor crecimiento económico sean cada vez mayores.

-¿El sector bancario español ha quedado tocado con esta crisis? ¿Se prevén más fusiones y concentraciones?

-Las tasas de rentabilidad son reducidas porque muchas entidades están todavía reestructurando su negocio y acomodándolo a un entorno de menores tasas de endeudamiento en empresas y familias. Los bajos tipos de interés sólo permiten márgenes reducidos y dificultan mayores rentabilidades. Estas tasas reducidas de rentabilidad favorecen que se busque ganar eficiencia y poder de mercado incrementando el tamaño y favorece que haya fusiones. Además, algunas entidades buscarán aumentar el tamaño para ser consideradas "demasiado grandes para dejarlas caer" y poder obtener ayudas en caso de problemas.

-¿Se está recuperando realmente la economía?

-Está claro que hemos superado la crisis financiera en la medida que no hay entidades con problemas de insolvencia. Lo que faltan son proyectos rentables y eso está relacionado con los problemas de competitividad de la economía real y no con problemas financieros.

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