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Los universitarios chinos de la provincia donde nació Confucio estudian en Oviedo

La colosal inversión china en Latinoamérica envía a los jóvenes a España, para aprender antes el idioma, por ser un país más seguro

Los universitarios chinos de la provincia donde nació Confucio estudian en Oviedo

Confucio envía a sus "nietos" a estudiar a Asturias. La Universidad de Oviedo va a abrir en China su primera sede extranjera para impartir un curso de español que sirva como puente para captar alumnos asiáticos y también como puerta para aquellos titulados en Asturias que deseen hacer prácticas o lectorados en China. Y lo hará en la cuna del pensador chino, nacido en el pueblo de Zou, estado de Lu, provincia de Shandong, la segunda más poblada y más rica del país, situada al Norte y con 94 millones de habitantes. Li Meng, la persona que trabaja como enlace entre la institución académica asturiana y las universidades chinas, insiste en que la referencia a Confucio es importante. "Confucio fue, sobre todo, un pedagogo y su influencia en esta zona de china está muy patente. En general, existe una especial preocupación por parte de los padres de Shandong de que sus hijos se formen académicamente. Están más dispuestos a hacer un esfuerzo económico mayor para que obtengan un máster en el extranjero, por ejemplo. Mucho más que los padres de las provincias del Sur, que se inclinan más porque sus hijos se orienten pronto a los negocios". Li Meng -que, como muchos chinos, tiene un nombre en español, y el suyo es Alicia- afirma que los alumnos de Shandong son "los mejores" de China, los más aplicados y prometedores.

Los "nietos" de Confucio están empezando a llegar a Asturias para formarse y con ello la región se suma a una corriente que puede cambiar la sociedad mundial: la apertura de China al exterior. La potencia económica y demográfica del gigante asiático obliga a tener muy en cuenta cada uno de sus movimientos, por pequeños que parezcan. Cada año, explica Li Meng, las universidades chinas reciben entre 6 y 7 millones de personas. Tantos como salen con sus títulos bajo el brazo. Cada año, 400.000 chinos dejan su país para estudiar en el extranjero. Actualmente, en España ya son el principal contingente entre los universitarios extracomunitarios. Las últimas cifras, de 2013, revelaban que hay 5.722 estudiantes chinos en nuestro país. La cifra se duplicó en sólo un lustro. En Asturias, desde que la Universidad de Oviedo comenzó su colaboración con las instituciones académicas chinas, en el curso 2012/13, unos 150 estudiantes han estudiado o cursado estudios en la región. Este año se dio la bienvenida al mayor grupo hasta la fecha: 46 jóvenes. Es una cifra que fácilmente puede duplicarse o triplicarse en los próximos años, aunque la vicerrectora de Internacionalización, Covadonga Betegón, insiste en que no buscan una captación masiva de estudiantes chinos. Entre otras cosas, porque se acabaría con uno de los efectos que ellos mismos persiguen: integrarse entre el alumnado español para, sobre todo, aprender y manejarse en un perfecto castellano.

¿Y qué pinta un chino estudiando en Oviedo? Pues la respuesta corre en dos direcciones. Por una parte, detalla la vicerrectora Betegón, contribuye oxigenar y a inyectar aires internacionales entre el alumnado universitario asturiano. Ya que la montaña no va a Mahoma (el 90% de los estudiantes asturianos no sale a estudiar a otro país), al menos es Mahoma quien viene a la montaña. En este caso, Confucio.

Además, y aunque no sea ése el principal objetivo, la llegada de los alumnos de las universidades de la provincia de Shandong contribuye a frenar la acusada caída de la matriculación en la institución académica asturiana. También aquí -en lo que debería ser el cerebro de la sociedad asturiana, su fábrica de talentos- se deja sentir el cáncer demográfico. En el curso 1998/99, según Sadei, había 39.735 personas matriculadas en la institución que fundara en el siglo XVI el inquisidor Valdés Salas. Y en el curso 2013/14 había 22.014 matriculados.

Interesa que haya chinos en las facultades asturianas porque contribuyen a sostener nuestra Universidad y, además, nos abre los ojos y vincula a uno de los países que tiene en sus manos las riendas del siglo XXI. Y a los estudiantes chinos les interesa Asturias -en realidad, les interesa España: el Principado es demasiado "micro" para aparecer en un mapa mental multimillonario- por una razón principal: somos el trampolín hacia Latinoamérica, uno de los grandes frentes de negocios de la economía china.

España es la estación de partida. Primero, por nuestro idioma. Y el 60% de los alumnos chinos viene a cursar español. Y eligen este país no sólo por la supuesta "pureza" del castellano. También se matriculan aquí porque hay más seguridad ciudadana que en las repúblicas americanas. Detrás de ese cada día más notorio papel de las universidades españolas como incubadora de los nuevos hombres de negocios chinos en Latinoamérica, hay cifras de asombro. Como toda la estadística de China. El presidente Xi Jinping anunció recientemente que su país tiene prevista una inversión de 250.000 millones de dólares en Latinoamérica en los próximos diez años. Buscan acceso a materias primas para sostener su crecimiento económico. Pero también aumentar su mercado y su influencia internacional. Hay quien sostiene que China será en esta centuria para Latinoamérica lo que Estados Unidos fue en el siglo XX. Este año, los expertos creen que se convertirá ya en el principal socio comercial de casi todos los países iberoamericanos. Ya lo es de Chile, Brasil y Perú. De México, Argentina y Venezuela es el segundo.

El interés de los jóvenes chinos por el idioma español -acaso más que por España- empieza a ser más que evidente. Según datos del Ministerio, ya hay estudios de castellano en 40 universidades de China y en otros 20 institutos. Cuando vienen a completar su formación universitaria a España, lo hacen principalmente a Madrid (un 43%), a Barcelona (16%), a Castilla-León (Salamanca, un 13%), Andalucía (Universidad de Granada, un 12%) y Valencia (8%). Asturias se está sumando ahora a esa corriente.

"Vamos poco a poco. Abrirse camino en China requiere paciencia, mucha paciencia", explica Covadonga Betegón, la vicerrectora de Internacionalización. Se ha convertido en la principal agente comercial del producto académico asturiano en el gran país asiático. Continúa la labor que inició la anterior responsable de este vicerrectorado, Ana María Fernández. La Universidad asturiana acaba de recibir una ayuda de 174.000 euros del Ministerio de Educación, en el marco del Campus de Excelencia Internacional (CEI). Estos fondos se emplearán para el proyecto de expansión en China, pero también para el desarrollo de programas de doctorado conjuntos con la Universidad Ruhr de Bochum (Alemania) y para que algunos alumnos efectúen pasantías y elaboren trabajos de fin de máster en las denominadas empresas "tractoras" del CEI: Arcelor, Thyssen, Telefónica, EDP y TSK, entre otras.

La aportación ministerial al CEI permitirá seguir avanzando en un camino que apenas se ha iniciado, aunque la Universidad de Oviedo ya tiene convenios con nueve universidades de la provincia de Shandong, que cuenta con la mayor concentración del país de instituciones dedicadas a la enseñanza superior. Esos convenios tienen por objetivo tanto el intercambio de alumnos como la matriculación en Asturias de estudiantes chinos para estudiar, primero, un año de español, y luego, hacer el máster.

China es muy grande. Demasiado. Por eso hay que acotar bien el objetivo. Como indica Li Meng, el enlace entre la institución asturiana y las universidades chinas, las familias de altísimo poder adquisitivo no están a nuestro alcance. Ellos miran hacia las más prestigiosas y caras instituciones académicas de Estados Unidos y Australia como destino académico para sus retoños. Eso deja a la Universidad de Oviedo fuera de las expectativas de 16,3 millones de hogares chinos que están ya catalogados como familias millonarias. Sólo entre 2012 y 2013, el número de millonarios en ese país creció un 82%. Pero en China lo que nunca falta es gente. La clase media es el "target" de la oferta educativa asturiana, familias que, entre el padre y la madre, pueden ingresar unos 4.000 euros mensuales. Un tercio de esos ingresos se lo llevará la aventura educativa del retoño en el extranjero. No obstante, como subraya Covadonga Betegón, no sólo contribuyen los padres. Estos alumnos, por la política de contención demográfica china, son casi todos hijos y nietos únicos. Son la única carta que puede jugar una familia para que sus genes pasen a la siguiente generación.

"¿Y por qué eligen Oviedo? Madrid y Barcelona son las ciudades más famosas, juegan con ventaja frente a nosotros -explica Lin Meng-, pero entre los alicientes de la Universidad de Oviedo está que tiene 400 años de historia. Que Oviedo es una ciudad pequeña, muy segura, donde los desplazamientos se pueden hacer a pie. Y que Oviedo y Asturias tienen un entorno limpio". Este último aspecto -la alta calidad ambiental que hay en el Principado- pesa tanto a la hora de elegir destino académico como a la de valorar favorablemente la estancia en la Universidad de Oviedo. Zhang Yue, de 22 años, lleva medio año en la capital asturiana. "El medio ambiente es muy limpio, apenas hay basura", sentencia esta joven, que se ha puesto Anita como nombre en español y cuyo objetivo es convertirse en profesora de español, aunque aún no está segura del todo. A su lado, su compañera Hongmez Zhao, a quien llaman Mei, apunta: "He leído que Oviedo es una de las diez ciudades más limpias de Europa". Lin Meng llama la atención sobre este aspecto: "Pues claro que el medio ambiente de Asturias es importante para ellos, sobre todo cuando los niveles de contaminación en las ciudades chinas empiezan a ser preocupantes y los días sin polución son contados. Aquí, en cambio, el cielo es azul y el aire está limpio".

A los chinos que estudian en la Universidad de Oviedo les gusta lo pequeño y lo verde de la ciudad y la región. Pero también lo real que es el español. Por "real" quieren decir que no es lo mismo aprender a hablar castellano en Oviedo que hacerlo en Cádiz, por poner un ejemplo de acento muy acusado. Y cuando hablan de la gente, dicen que "hay pasión". Este es otro aspecto en el que Li Meng incide también: "España siempre ha hecho un esfuerzo por acercarse más a América Latina y siempre ha vivido de espaldas a China. Y eso que el pueblo chino y el español son más semejantes de lo que parece: a los dos nos gustan las tradiciones, nos gusta hablar de negocios sentados a la mesa, nos gusta hablar en voz alta, nos gusta reírnos, nos gustan las fiestas...".

Las fiestas. Cuando al grupo de cinco estudiantes chinos que posan para este reportaje se le pregunta si salen de fiesta, parece que se produce un respingo. Tres de ellos, muy serios, dicen: "No, no, no, estudiar". Dos de ellas, en cambio, con sonrisa feliz y ojos achinados (más), sugieren: "San Mateo€". Claro que les gusta. Lo único que no llevan bien son los horarios españoles. "No es saludable. Todo es tarde: acostarse tarde, comer tarde, levantarse tarde€ El médico chino diría que no es saludable", dice Hongmez Zhao.

Quienes los tratan en clase dan fe de que son alumnos especialmente trabajadores, muy preparados, muy aplicados. Quizá en exceso obedientes. "Hay que tener en cuenta que esa docilidad proviene de una educación muy estricta, que ya comienza con la educación primaria", apunta Li Meng. "Sí, es verdad. No participan mucho en clase. Son tímidos, vergonzosos", concluye esta titulada en Turismo de 45 años que lleva dos décadas en España y que se enamoró de la lengua y la cultura españolas a través de su padre, Meng Xianchen, catedrático de Filología Hispánica y traductor al chino de "Platero y yo".

LAS CIFRAS

400.000 El número de chinos que salen cada año a estudiar.

150 Son los alumnos chinos que pasaron por Oviedo.

5.700 El número de estudiantes chinos que hay en España.

14% El porcentaje de extranjeros de posgrado en Asturias.

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