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ANTONIO ABELLÁN | Demógrafo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)

"Hay que repensar el envejecimiento y cambiar el umbral de 65 años como comienzo de la vejez"

"Los jóvenes-viejos, las personas entre los 60 y los 70, tienen comportamientos de consumo y de ocio parecidos a los de otras edades, pero no hay empresas que hayan entrado en ese mercado"

Antonio Abellán, en su despacho del CSIC, en Madrid. modem press

El demógrafo Antonio Abellán es investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Encabeza los informes sobre envejecimiento que anualmente edita esta institución y lidera el blog "Envejecimiento En-Red", donde se comparten experiencias innovadoras en torno a los procesos de envejecimiento y a las personas mayores. Una de sus últimas propuestas rompe uno de los grandes dogmas de la tercera edad, tal como hasta ahora la teníamos concebida. Estos expertos consideran que hay que demoler la frontera de los 65 años como comienzo de la vejez. Los tiempos han cambiado, la etapa de buena salud de las personas se alarga y cada vez llegamos más tarde y mejor a la llamada tercera edad. Por eso Abellán y sus compañeros investigadores proponen un nuevo umbral móvil para el comienzo de la vejez. A su juicio, tiene muchas ventajas. En esta entrevista las detalla.

-Ustedes van a rejuvenecernos al menos una década por decreto estadístico. ¿Es algo así lo que proponen?

-Utilizar el umbral fijo cronológico de los 65 años no recoge algunos cambios ventajosos que han ocurrido, como los progresos en las condiciones de vida, en la salud y en la habilidad funcional de las personas. Ya no se deterioran tan pronto. Se retrasa la discapacidad y mejora la esperanza de vida. El umbral de fijo de los 65 años para la vejez no tiene en cuenta esos cambios. Nosotros proponemos un umbral móvil. Decimos que la vejez no empieza a los 65 años, sino que empezaría cuando la esperanza de vida restante de la persona es de quince años.

-¿Por qué quince años?

-Es arbitrario, como los 65. Pero decimos que cuando te quedan 15 años de vida es cuando se van concentrando los problemas de salud, las enfermedades crónicas, aumenta mucho la tasa de discapacidad...

-¿Qué consecuencias prácticas tiene este nuevo umbral de la vejez?

-Invita a las personas a una mejor organización de su vida, de sus inversiones y ahorros. También se podrían hacer mejores planes de política sanitaria. Se pueden calcular mejor los costes de salud porque ya sabemos que no podemos considerar viejos a todos los de más 65 años. Los mayores son un grupo más reducido, el que realmente va a estar mal. Y tiene un aspecto psicológico fundamental. No podemos decir que dentro de veinte años uno de cada tres españoles será viejo. Eso deprime y da una sensación de envejecimiento incorrecta. También tiene un efecto negativo: los gobiernos pueden retrasar la edad de jubilación. Pero las pensiones se deben medir por los años cotizados y por la sostenibilidad de la Seguridad Social, no porque alguien haya demostrado que 72 años es una edad más idónea para hablar de la vejez.

-El aspecto psicológico: ahora se dice que los 50 son los nuevos 40, y los 40, los nuevos 30?

-Sí, se ha comprobado ese efecto por esa ganancia de esperanza de vida y, sobre todo, de ganancia de vida previa a la vejez. Se ha extendido la sensación de que los 50 años de ahora son los 40 años de antes. La gente se dice: hombre, yo no soy tan viejo. Y es un efecto social, político, psicológico muy importante.

-¿Entonces hay un grupo de población entre 65 y 75 envejecido artificialmente?

-Exacto. Al no tocar el umbral fijo de 65 años, estamos automáticamente envejeciendo a los que tienen de 65 años en adelante. Por ejemplo, yo mismo ya soy un viejo, voy a cumplir 65, y, la verdad, no me veo viejo.

-¿Tanto pesa la etiqueta social?

-Sí. Socialmente a uno lo etiquetan, lo señalan. Hay que evitar esa visión social de que cada día somos más viejos. Y eso nos lleva a repensar la edad y el envejecimiento.

-¿En qué sentido?

-Todo el mundo asocia la vejez a pensiones y a gasto sanitario. Y, ahora, a ley de la Dependencia. Eso no es positivo. Si se repite, repite y repite, sin ser cierto, podemos acabar en una guerra de edades. Habrá partidos políticos que tomen medidas que benefician a unas edades y perjudiquen a otras. Sería espantoso. Estaríamos introduciendo la guerra no entre grupos, clases o regiones, sino dentro de la misma familia. No quiero que se siga tildando a los viejos de decrépitos y de gastadores de fondos públicos.

-En su último perfil sobre la población mayor en España indican que la tasa de pobreza entre los viejos es la mitad que en el resto de las edades.

-En nuestro blog "Envejecimiento En-Red" publicamos un post titulado: "En el reino de los ciegos, el tuerto es el rey". Los viejos cobran lo mismo, pero hay unos grupos de edad muy castigados, especialmente los jóvenes.

-Antes de la crisis pensábamos que los abuelos eran los pobres, y los jóvenes, la gente con posibilidades de hacerse ricos.

-Y ahora se ha dado la vuelta. Muchas familias aguantaron la crisis por la ayuda de los abuelos. La tasa de riesgo de pobreza de los viejos ha bajado y en otros grupos se disparó. Eso no ha pasado en otros países europeos porque tienen mecanismos para corregir los desequilibrios.

-¿Dice que nuestro seguro de vida frente a la crisis han sido las pensiones?

-Las pensiones y la familia. Los abuelos mantienen sus ingresos, tienen la casa ya pagada y pueden ayudar a los hijos en paro, incluso a los nietos. La política social en España se ha basado casi siempre en la familia, y la ayuda para conciliar, en los abuelos. Y luego preguntan ¿por qué no nacen más niños? Pues porque hay que ayudar a las parejas a conciliar la vida familiar con la laboral. ¿Y quién concilia? Pues los abuelos. Eso no es de recibo.

-Nuestros viejos son cada vez más viejos, octogenarios y nonagenarios. ¿Ése es un rasgo diferencial de España?

-Está pasando en toda Europa, pero en España es más acusado porque tenemos la mayor esperanza de vida, a los 85 años. La franja de edad en torno a los 80-85, cuando empiezan a aparecer los problemas de dependencia, está creciendo mucho. Pero no nos asustemos porque haya cada vez más viejos-viejos. Porque , ¿cuánto se ha ahorrado con la gente de 65 a 75 años que no consume gasto sanitario ni de dependencia? De ahí la importancia del envejecimiento activo. Se trata de que la gente entre en la discapacidad lo más tarde posible. La clave es acercar el momento de inicio de la discapacidad y de las enfermedades crónicas al momento de la muerte. Comprimir ese periodo. Eso es lo que deberían buscar todos los planes de salud, todas las políticas de envejecimiento activo.

-Para evitar que se dispare el gasto sanitario, ¿no?

-Sí, pero realmente el gasto sanitario se dispara más por la cartera de servicios y por el incremento del coste de la tecnología que por que haya más viejos. Hay otros factores, aparte de los viejos, que están incidiendo mucho más en el aumento del gasto sanitario.

-¿Entonces es un tópico decir que son los mayores quienes lastran la sanidad?

-Sí. Es un tópico. Porque no hay tantos viejos que consuman tanto.

-Asturias es una de la regiones más envejecidas de España, con un 20% de población en la tercera edad. ¿Hasta dónde puede resistir una sociedad el peso demográfico de tanta gente mayor?

- Efectivamente, las empresas pueden decir: si aquí sólo hay viejos, ¿cómo voy a montar yo una cadena de producción? Pero también hay que mirar al conjunto del Estado. Si nos centramos en un pueblo donde todo son viejos y preguntamos, ¿quién mantiene esto? Pues la respuesta es: lo mantiene el resto de España. Lo importante es saber dónde se está creando riqueza, la gente en edad laboral. En España, dado que la generación del "baby boom" está pasando por las edades laborales, tenemos la mayor fuerza laboral de la Historia. Nunca antes hubo tantos en edad de trabajar, ni los habrá. Dentro de unos años, los del "baby boom" se empezarán a jubilar.

-Ustedes hablan del año 2024 como inicio del proceso. ¿Será el principio del fin del sistema de pensiones?

-Nosotros damos señales de aviso. Y eso lo tienen que planificar los políticos, porque llegará un momento, hacia el año 2040, en que la cosa será más grave: mucha gente pensionable y menos en edad laboral. La medida es favorecer la fecundidad. Pero no se puede favorecer la fecundidad cuando la forma de compaginar la vida laboral y la familiar recae en los abuelos. La conciliación tiene que ser más eficaz. Hemos de conseguir, a todos los niveles de la Administración, que la fuerza laboral que viene esté más preparada. Hay que mejorar la productividad. Hay que conseguir que los trabajadores del mañana sean más productivos, mejores, ganen más para mantener a mayor número de personas en edad de jubilación.

-Ya que habla de ganar más. ¿La mejor medida para favorecer la fecundidad no es tener un trabajo y ganar un buen sueldo?

-Tener un trabajo es la mejor medida. Y si hemos conseguido que la mujer se integre en el mercado de trabajo y que las familias tengan dos sueldos, también habrá que permitir que puedan tener hijos. Porque, aunque tengan recursos, pueden plantearse que con hijos las mujeres ya no van prosperar, ascender en el trabajo.

-Ustedes constatan que entre 2007 y 2014 se ha reducido espectacularmente la brecha digital. Los mayores se conectan más a Internet. ¿En qué más ha cambiado la vejez en España?

-La brecha digital se cierra por razones de tipo biológico. Las generaciones más antiguas de analfabetos digitales se están muriendo y todos lo que se van jubilando ya están habituados al mundo digital.

-¿También consumen más?

-El mundo del consumo de los mayores es bastante desconocido. No ha habido iniciativas para potenciar ese consumo. No ha habido empresas que entren en ese mercado. Como estamos llegando a esa edad con mejores condiciones de salud, esos "jóvenes viejos" sí pueden tener comportamientos de consumo más parecidos a los del resto de las edades, pero las compañías de consumo, ocio sobre todo, no se han lanzado a a explorar e invertir en ese mercado.

-¿Son consumidores invisibles?

-Han pasado desapercibidos. No se les ha visualizado. Ése es uno de los motivos por los que hablamos de establecer un nuevo umbral para la vejez. Para llamar la atención: ojo, que aquí hay mucha gente de 70 años que está fenomenal. Como siempre se ha visto a los viejos como decrépitos, no se han fijado en ellos. Tratamos de darle la vuelta: son gente que están en un buen estado de salud, que pueden tener un ocio más activo? Es una forma de reactivar la economía.

-También constatan que aumentan los hogares unipersonales a esas edades.

-Eso tiene que ver con la esperanza de vida. Como cada vez se vive más, la pareja se rompe en algún momento por defunción. El hombre, habitualmente, muere antes. Muchos de esos hogares unipersonales son de mujeres. Pero sus condiciones de salud y las condiciones del entorno, de la casa han mejorado mucho gracias a la tecnología. Si esa persona tuviera que ir al bosque a cortar leña, no podría vivir sola, pero si ahora tiene un microondas, se calienta la comida con sólo dar al botón y puede vivir con 80 y con 85 años perfectamente sola. La tecnología ha ayudado a que estos hogares unipersonales no sean el fin del mundo. Les ha permitido a esas mujeres seguir en su hogar y estar en contacto con la hija.

-¿Las hijas son las que cargan con los mayores?

-Antes dije que la política social recaía en la familia, pero es una forma eufemística de hablar de la mujer. Es un eufemismo, porque es la mujer la que se hace cargo.

-Y los hijos, ¿qué hacemos?

-También, pero menos. Hay que pensar que normalmente las que necesitan más ayudas son las mujeres mayores. Son mujeres que están cuidando a mujeres mayores y normalmente ellas prefieren que sea la hija quien las cuide, sobre todo si tiene un problema de discapacidad severa, de limpieza, etcétera. Poco a poco irá cambiando, pero la hija ha sido el pilar de la política social en España. Sobre las hijas ha caído todo el peso de este proceso de envejecimiento, sobre todo el relativo a la discapacidad. Los políticos deberían sonrojarse. Dicen que ellos están haciendo la política social, pero en realidad la están haciendo las hijas, que están cuidando a las madres. Y ellas también tienen que llevar un hogar y posiblemente tengan hijos no emancipados. Y algunas, además, trabajan fuera de casa. Esta generación sándwich es un grupo de mujeres de edad intermedia, de 45 a 65 años, que soporta una carga familiar muy grande.

-¿Hay conciencia social del problema y de las posibilidades del envejecimiento español?

-Cada vez más. Cuando empezamos a hablar de la ley de Dependencia, hace casi diez años, lo primero que decíamos era que la dependencia era una cosa oculta, invisible, un problema del hogar, pero que había que arreglarlo. Había millón y pico de familias en esa situación. Con la mala pata de que fue aprobarse la ley de Dependencia y llegar la crisis.

-¿Y cree que podemos seguir pagándola?

-En el momento en que la ley dice que eso es un derecho subjetivo, es como ir a operarse de una apendicitis en un hospital. Ha sido la mala pata histórica de que ha coincidido con la crisis y recortes de todo tipo. No se gestionó bien y a las comunidades autónomas les vino encima la ley? Quizá fue un poco precipitada, porque las autonomías no estaban preparadas para asumir esto que les caía encima. Nadie va a derogar esa ley. Habrá que ir adaptándose a ver si salimos de la crisis, a ver si se empieza a invertir más en la cartera de servicios de dependencia?

-¿Cuál es el indicador en la población mayor que más le preocupa?

-La tasa la discapacidad, la gente que no puede valerse por sí misma. Hay que estudiar cuándo comienza la discapacidad al final de la vida, y si conseguimos comprimir ese periodo, acercarlo al momento de la muerte. Si se inicia antes, mal asunto, porque la esperanza de vida se está alargando y entonces vamos a vivir muchos años muy mal. Una vida mala, con baja calidad.

-¿Y cómo va ese indicador?

-En los años de la crisis hemos ido a peor. Parte de la discapacidad se debe a que algunas enfermedades tienen malas consecuencias. La discapacidad es no poder hacer las actividades cotidianas de la vida. Y si hay recortes, la persona enferma acaba no pudiendo moverse o lavarse o cocinar porque se ha retenido el tratamiento correcto, porque era caro o no se lo pudo pagar. En la crisis ha habido un aumento del periodo de tiempo que la gente mayor vive con problemas. Habrá otras explicaciones, pero es un efecto de los recortes. En algunas comunidades se ve clarísimo. Ha aumentado la tasa de discapacidad, ha aumentado el periodo de vida vivida con problemas.

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