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La "fábrica de directivos" cumple cuarenta años

La Facultad de Economía y Empresa logró desde su apertura en el curso de 1975-76 la "legitimación social de la empresa privada" en la región de la industria pública

Rosa Corujo, esta semana, en la Facultad de Economía y Empresa, donde asistió a una de las conferencias por los 40 años del centro.

Rosa Corujo fue la primera. La primera funcionaria destinada por la Universidad de Oviedo para poner en marcha la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales. Comenzaba el curso 1975-76. Esta leonesa alta, guapa y vital recuerda el día en que se abrió la matrícula. "El teléfono nos achicharraba", no dejaba de sonar. "Fue un boom". Se cumplen, por tanto, cuatro décadas de aquel boom. Y esos son sus ecos y consecuencias, con asignaturas aprobadas y pendientes, contados por sus protagonistas: alumnos, exalumnos, profesores, exprofesores...

José Luis García Delgado, exrector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), fue el primer decano elegido, tras el decano comisario Luis Carlón, ya fallecido. García Delgado, junto con Álvaro Cuervo, fue uno de los dos puntales de aquella facultad naciente, que ocupaba los antiguos almacenes de Rojo Cortés, en la calle González Besada de Oviedo, hoy oficinas del Vicerrectorado de Estudiantes. La ubicación ayudó. "Al estar en González Besada, la Facultad no era un reducto, estaba entretejida con la sociedad". Y eso era muy importante en unos años, los de la Transición, en que la sociedad estaba en efervescencia. La Facultad no sólo se incorporó a ello a través de las interminables asambleas estudiantiles. Sus ciclos de conferencias estaban muy concurridos. "Convertimos el antiguo garaje del edificio en aula magna con capacidad para 500 personas. Nunca bajaba de 350 o 400 personas la asistencia". Ofrecían buen cartel: Enrique Fuentes Quintana, Luis Ángel Rojo... La Facultad -que hoy está en el campus del Cristo y, con más de 3.000 alumnos, es el segundo mayor centro de la Universidad- siempre se ha enorgullecido de sus conferenciantes, de los primeros y de los que vinieron después: Galbraith, Giddens, Krugman...

Rafael Anes, catedrático de Historia Económica, hoy jubilado, es otro de los pioneros de Económicas. Atribuye al asturiano Aurelio Menéndez la clarividencia, como ministro de Educación, de impulsar la apertura de un nuevo centro para nuevos tiempos. Y claro que se acuerda de aquellas conferencias de González Besada. "Hubo alguno que se atrevía a defender el cierre de las minas. Eran los últimos setenta, principios de los ochenta. No fue bien recibido por más de uno. Aquello eran blasfemias", apunta con humor. García Delgado recoge el guante: "Ése era Pedro Schwartz, que siempre provoca un poco".

Conferenciantes de fuste traían aires nuevos y polémicos, pero ¿qué ha ido aportando la Facultad a lo largo de estos años a la sociedad asturiana? García Delgado subraya que trajo a Asturias, una región en manos del Estado a través del INI, la "legitimación social de la empresa". De la empresa privada, se entiende. Juan Vázquez, que fue otro de aquellos pioneros de la Facultad de Económicas, además de posterior decano, rector de la Universidad de Oviedo y presidente de la Conferencia de Rectores, considera que el centro sirvió para "introducir criterios de racionalidad económica" en la sociedad asturiana, "aunque a veces nos hicieron caso y otras no. O se nos hizo caso con cierto retardo", apunta con humor.

Josep Oliu, hoy presidente de Banco Sabadell, fue director del Departamento de Teoría Económica en la Facultad asturiana. A su juicio, el centro "aportó una visión del mundo basada en la racionalidad. Le permitió (a la región) descubrir que las empresas se mueven en un entorno competitivo y que todo el mundo debe desarrollar su actividad en ese entorno aportando algo". Oliu ejerció su docencia bajo el signo de la apertura, de la oxigenación: "Aprendí que el objetivo de muchos jóvenes asturianos era centrarse en su pequeña vida local y que ello no podría ser lo que la Universidad de Oviedo requería. Incentivé a todos a hacer un doctorado con los mejores profesores disponibles y contribuí a que salieran del mundo protegido al que les acostumbraba la sociedad asturiana". Oliu hizo "amigos estupendos" y también aprendió "cómo de buena es la merluza a la sidra".

Juan Vázquez señala otro efecto social, acaso más directo, de la Facultad: "los profesionales de la economía inundaron la región". Antonio Arias, síndico de Cuentas del Principado, alumno de la primera promoción, coincide con esta opinión: "Aportó una cantera de empleados de banda ancha, desde contables hasta altos directivos, para que las empresas pudieran elegir. Tanto para las pymes como para las grandes industrias".

El actual decano de la Facultad, Julio Tascón, abunda en este punto de vista: "Desde Jovellanos al premio Nobel del 1992 Gary Becker y hasta la actualidad queda reconocido que la mejor inversión, la más rentable, de un grupo social, a largo plazo, es en capital humano". Señala algunos de los "hijos" de la Facultad: el exsecretario de Estado de Economía José Manuel Campa; Mauro Guillén, profesor en la prestigiosa Wharton School; Manuel Menéndez, presidente de Liberbank; Marta Elvira Rojo, profesora en Berkeley y ahora decana en la Universidad Navarra; Alberto González, director general FADE; Francisco Blanco, actual consejero Economía; Ramiro Lomba, director de Sadei...

José Manuel Campa, exsecretario de Estado de Economía, es ahora director de Relaciones con Reguladores y Supervisores del Grupo Santander. "Mis años en la Facultad me dieron una formación excelente para después desarrollar mi vida profesional, no sólo en cuanto a conocimientos técnicos, sino en actitudes profesionales". Y añade: "La Facultad aportó a Asturias la formación de un conjunto amplio de profesionales. En nuestra época de estudiantes había toda una generación de profesores muy jóvenes, algunos formados fuera de Asturias, y algunos ya graduados de la primera y segunda promoción de la Facultad, que han crecido profesionalmente y han formado a la mayoría del entorno empresarial y económico de hoy. Todos ellos han contribuido a la transformación empresarial de Asturias".

Francisco González, catedrático de Economía Financiera y exdecano, subraya el "rigor académico" del centro y destaca su labor, no sólo en la formación de profesionales para el mercado regional o nacional, sino también de titulados que han alcanzado relevancia en puestos en el extranjero. Es el caso del leonés Mauro Guillén, profesor en la prestigiosa Wharton School de la Universidad de Pensilvania. Guarda una grata experiencia de su estancia en Oviedo, entre 1982 y 1987. Recuerda cómo a mediados de segundo curso abandonaron la sede de González Besada -sin espacio, donde se turnaban para hacer cola y así poder sentarse en primer fila y poder ver la pizarra- para subir al edificio actual del Cristo. "Allí todo mejoró, salvo que en invierno hacía tanto frío en las aulas que tomábamos los apuntes con los guantes puestos". Admite que "la Facultad ha formado ya a varias generaciones de economistas y directivos, algunos de los cuales consiguieron llegar lejos con sus carreras". "Trajo a Asturias a profesores bien formados y muy motivados". Sin embargo, matiza: "No creo que la Facultad contribuyera al espíritu emprendedor. De hecho, no conozco a ningún empresario famoso que saliera de sus aulas".

Entramos en el terreno de las asignaturas pendientes. Alberto González, director general de la Federación Asturiana de Empresarios (FADE), también estudió Económicas en Oviedo. Desde la orilla de la empresa echa de menos "una capacidad de relación más directa con el entramado empresarial de la región". Indica que la vocación de la Economía como ciencia social debería ser la de "mejorar el entorno" y que ese contacto con los hombres de empresa favorecería esto. No obstante, la carencia la extiende a todo el sistema universitario español. González indica que la Facultad cuenta o contó con "individualidades singulares muy potentes" -cita a Juan Vázquez, Álvaro Cuervo, Zulima Fernández y Ana Isabel Fernández- aunque, "como ocurre en toda la Universidad de Oviedo, en su conjunto no destaque". Eso sí, González valora que ha sido un centro joven que evolucionó "mucho y muy rápidamente". Pero, pese a ello, matiza: "Echo de menos más implicación intelectual de la gente de la Facultad en los problemas de la sociedad asturiana. Está bien conocer las series estadísticas, las tendencias, pero ¿cómo cambiar esa tendencia?, ¿cómo cambiar la región?".

Jesús Arango, exconsejero de Agricultura, y exprofesor en la Facultad, entre la nómina de los pioneros del centro, recuerda gratamente aquel "ambiente ilusionante" de los inicios. Pese a las limitaciones materiales. A veces, con aquellas bombillas, ni el encerado se veía con claridad. Hace balance y no ve que del centro haya brotado una escuela de pensamiento económico para la región. "Yo no lo veo por ningún sitio. Pero, bueno, yo soy un poco heterodoxo", apunta con ironía. Arango cree que ese pensamiento con propuestas orientado a lo regional sí partió, por ejemplo, de Sadei, el Servicio de Estudios Económicos e Industriales, que pronto cumplirá medio siglo.

¿Y el futuro? ¿Los retos de la Facultad? "Adaptarse a los tiempos, es decir, a los nuevos cambios que introduzcan las siguientes normativas dedicadas por el próximo ministro al ámbito de la Universidad pública", dice el actual decano, Julio Tascón. Y lo dice en el sentido de que echa de menos un pacto por la educación que aporte estabilidad y permita trabajar a largo plazo y no al albur de un giro político cada cuatro años. Y el llamado "plan Bolonia", "que nos ha puesto la gestión académica en un punto bastante problemático". Tascón opina que el nuevo marco educativo es un "dislate" que ha empeorado las condiciones del desempeño docente para la mayoría de los profesores universitarios. "Es preciso simplificar las cosas. Hay que mejorar la calidad de vida de los profesores, porque eso redundará en la calidad de la enseñanza", añade.

Juan Vázquez ofreció esta semana una conferencia en el marco de los actos de celebración de los 40 años de la Facultad, en la que esbozó las características de la nueva economía emergente: la economía de lo intangible y lo gratuito, la economía colaborativa, la de los servicios digitales que reemplazan a las manufacturas, la economía de internet con gigantes en la cúspide, pequeños jugadores en la base y nada en medio, la de la impunidad fiscal de las corporaciones globales. En definitiva, la economía de la disrupción permanente. Para eso, dijo, "también nosotros (los economistas) tenemos que cambiar". Y desde Asturias se puede cambiar. De hecho, como pocas regiones, sabemos lo que es cambiar a la fuerza. Recuerden aquella voladura controlada del carbón y del acero públicos llamada reconversión. Vázquez redefine a Asturias: "Es el rincón privilegiado de la destrucción creativa".

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