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FRANCISCO JAVIER SUÁREZ | Ex secretario general del Partido Comunista de Asturias

"Antes de que Areces rompiese el PC en Perlora todos pensaban en él como secretario general"

"En 1973 fue el golpe de estado en Chile y matan a Salvador Allende; me dije: 'Esto no puede ser, aquí hay que actuar', e ingresé en el Partido Comunista y me encargaron de las células de Veriña, en Uninsa"

"Antes de que Areces rompiese el PC en Perlora todos pensaban en él como secretario general"

Francisco Javier Suárez era el presidente de la mesa en la célebre conferencia del PC en Perlora (1978), en la que un grupo encabezado por Vicente Álvarez Areces abandona la asamblea y rompe el partido en Asturias. Aquel hecho, presenciado en directo, permite a Suárez evocar una parte de la historia regional en el marco de sus "Memorias" para LA NUEVA ESPAÑA, en las que entre hoy y mañana, lunes, recorre su itinerario político, pasando por la JOC, USO, CC OO y el PC, del que fue secretario general en Asturias hasta 1988. Después, continuó como diputado regional hasta 1991, año en el que se retira de la política y continúa con su trabajo en la entonces Ensidesa.

Capitán de Artillería. "Nací el 1 de noviembre de 1945, en Sueros, a dos kilómetros de Mieres, en la vega del río. Era un pueblo de mineros y siderúrgicos de la Fábrica de Mieres. Mi padre, Alfonso, era de Ablaña y fue capitán de la República Española. En la guerra, por la falta de cuadros militares, se creó una academia militar en Cimadevilla (Gijón), con cursos intensivos de tres meses. Salían de tenientes de Infantería (como Horacio Fernández Inguanzo) o de Artillería, como mi padre. Estuvo en Asturias en una batería de campaña y luego fueron a la defensa de Bilbao, y cuando cae le mandan a la cárcel condenado a muerte. Luego lo indultaron, y cuando salió de la cárcel volvió y conoció a mi madre, Bienvenida, de Mieres. Ambos navegaron juntos hasta el final de sus días. Mi padre trabajó en el pozo Nicolasa de ferrero".

Maestría Industrial. "El objetivo de los padres, con un esfuerzo viable, era mandarte a la escuela de Primaria de La Salle en la Fábrica de Mieres, y después a la Escuela de Aprendices. Allí aprendí el oficio de tornero y pasé a trabajar a la Fábrica. Trabajábamos de ocho de la mañana a cinco menos cuarto de la tarde, y después la mayor parte de nosotros cogíamos un autobús que fletábamos para ir a La Felguera a estudiar Maestría Industrial, dos años. Luego tenías la posibilidad de pasar a la Escuela de Peritos de Mieres, pero ahí estuve un año porque aquello era un reventaderu. Yo trabajaba 'a la gama' arrimado al torno, es decir, que tenía que hacer un número de piezas por hora y empezaba a las seis de la mañana para poder salir a las dos y a las cuatro llegar a la Escuela, hasta la diez. No tenía tiempo para estudiar".

Uniforme del Frente de Juventudes. "En cuanto a la política, nuestros padres no nos decían nada de lo que había pasado. Habían sido vencidos y creo que la inmensa mayoría había perdido también la esperanza. Su actitud era: 'Que los nuestros fíos no pasen por lo que nosotros pasamos'. El único sitio donde se hablaba de política era en la escuela y el maestro que tuve era un fascista redomado. Un día nos dijo que nuestros padres nos apuntaran al Frente de Juventudes y que el padre que no quisiera le mandara una notina. Obviamente ni dios mandó la nota, por miedo razonable. Después nos dijeron que había que comprar el uniforme y nos borramos todos. Ahí el miedo ya se topaba con la escasez económica. Este hecho tan sencillo muestra cómo eran las cosas en aquellos años. Cuando tenía 11 o 12 años apareció por Sueros un puntu de la parroquia de Xiana y nos dijo que iba a hacer una cosa que se llamaba la JOC (Juventud Obrera Católica). Me pareció un rapaz majo y allí nos apuntamos. Había que nombrar un responsable y uno de los mayores, al que luego conocí en el PC como luchador minero, Pedro Injerto (a su hermano lo mató un falangista), dijo: 'Na, que sea Javierín', pero no porque yo tuviese ningún prestigio, sino porque era un guajete que me tomaba las cosas muy en serio".

Autodisolución de la USO. "En la JOC había un discurso muy obrerista, en el buen sentido de la palabra, que me hizo interesarme por la lucha social y reivindicativa de los trabajadores contra el empresario. Luego marché a vivir a Mieres y volví a la JOC con 14 o 15 años. Formé parte de la dirección regional de aprendices y conocí a Prado Alberdi. Paco Corte, Severino Arias o Pity eran del grupo de preadultos y participaban muy activamente en las luchas de la minería. A mediados de los sesenta hubo un proceso que dio lugar al nacimiento de USO (Unión Sindical Obrera), según la gente de JOC iba pasando al sindicato. Llega el Mayo del 68 y se produce todo un referente dentro de USO. De la dirección regional, Severino estaba en la cárcel y aquí la gente con más influencia eran Paco Corte, Humberto Vallina y José Agüera Sirgo. Hubo un gran debate en vísperas de lo que iba a ser un congreso nacional de la USO. Nuestra reflexión era muy obrerista y anticomunista, aunque yo ya conocía a la gente del PC en Fábrica de Mieres. Se abre ese debate y se plantea que hay que superar la división histórica entre sindicato y partido y que hay que ir a una organización de la clase obrera, un frente común, de cara a una sociedad socialista autogestionaria. Pero la dirección nacional quería un sindicato al estilo clásico y vinculado a la Internacional Cristiana, y desconvocó el congreso. Conclusión, que los de la USO en Asturias nos autodisolvemos".

Segundo horno alto de Uninsa. "Quedé en el aire y coincidió con una etapa especialmente dura para mí, porque estaba bastante señalado por la jefatura de la Fábrica, porque había sido enlace de USO, y al llegar los traslados a Gijón (a Veriña, la nueva Uninsa, Unión de Siderúrgicas Asturianas) nos dejan fuera a veintitantas personas porque no querían contaminar aquello. Y en una segunda promoción también me dejan fuera, pero en 1972 me mandan por fin a Gijón, como tornero, aunque el ingeniero del taller central donde estaban los tornos no me quiso. El pollo no me conocía, pero yo venía precedido de una fama serrana. Entonces, como iba a inaugurarse el segundo horno alto, hicieron un curso de panelistas para maestros industriales y me mandan allí. Había sido una mala época, pero leí bastante y reflexioné mucho. Llegué a la conclusión de que el que tenía razón era el PC, pero entrar allí no era lo mismo que entrar en USO, y a lo que le tenía más miedo era al despido si te pillaban en algo. En 1973 fue el golpe de estado en Chile y matan a Salvador Allende. Entonces me dije: 'Esto no puede ser, aquí hay que actuar'. Conocía a gente del PC de Gijón y le dije a un amigo de La Calzada que quería verme con ellos. Vieron tres a casa y les dije: 'Preguntad por mí en Mieres, aunque allí yo discrepaba con vosotros'. Al cabo de una semana vuelven y me dicen: 'A los de Mieres les presta que ingreses; tú eres maestro y hay que penetrar en los sectores técnicos'".

Terroristas del horno alto. "Me nombran responsable de las células del partido en Veriña y de la comisión obrera. En el horno alto yo estaba en la sala de control y tenía menos posibilidades de moverme, pero por allí iban los gasistas y otros. Un día les dije: 'Vamos a tomar unas botellas de sidra', y nos juntamos 10 o 12. Fuimos creando comisiones por talleres y había unas elecciones sindicales del Vertical, las últimas. Por los maestros nos presentamos otro compañero y yo y los verticalistas me hicieron una campaña brutal de propaganda: 'No votéis a un tal Javier Suárez del horno alto, que ye comunista'. Salí elegido y eso me permitió tener 42 horas al mes para labores sindicales y poder moverme por la fábrica. Aquello empezaba a estar engrasadillo. Planteamos la que fue la primera huelga del horno alto y del tren de chapa. Estaba el problema de la prima de producción, que era un porcentaje muy alto de lo que se ganaba, y el horno alto es una instalación que tiene una característica: cuando va bien produces mucho más y trabajas menos, pero cuando va mal produces mucho menos y trabajas más. Los hornos iban peor que la madre que los parió. Por ejemplo, había emborricamientos porque el crisol se enfriaba y en lugar de haber arrabio líquido y escoria fluida quedaba todo pastoso o se solidificaba por zonas. Presentamos un escrito al jurado de empresa explicando el problema y no hubo contestación. Desprecio absoluto. Convocamos una asamblea y propusimos ir a la huelga. Si cogías un cuchillo se podía cortar el silencio aquel día, porque aquello era muy gordo para la gente. Hubo la huelga y el nuestro fue el primer horno que paró en España. El castigo fue de 21 días sin empleo y sueldo y montamos otra huelga contra el castigo. Conseguimos parar toda la cabecera de la fábrica (parque de minerales, Sinter, etcétera) y aparecieron unos policías de paisano que nos contaron una engañifa: 'Oye, que os llaman, el tema está resuelto; venga, os llevamos en coche'. Cogí a dos compañeros: 'Venid conmigo que yo solo con éstos no voy', y nos llevaron a la Comisaría de Oviedo, a la Brigada Social. A las siete de la tarde un policía me dice: 'Sois unos terroristas y tu amigo Mazuela dice que no va a hacer el mantenimiento del horno hasta que volváis'. Pensé para mí: 'Eso quiere decir que estáis jodidos'. Nos soltaron y seguimos con la huelga las 24 horas previstas. A partir de ese momento empezamos a ser conocidos en la fábrica; la gente se afiliaba a CC OO y crecimos como la espuma".

Una disculpa para romper. "En 1977 se legalizó el PC y fui elegido secretario general del Sindicato del Metal de CC OO. Gerardo Iglesias era el secretario general de la Unión Regional de CC OO, pero después de la conferencia de Perlora pasó a secretario general del PC y yo ocupé su puesto en el sindicato. En marzo de 1978 fue lo de Perlora, cuando rompe el PC. Voy a hablar de ello, pero no quiero entrar en polémicas con nadie. Yo era miembro del comité regional del PC y se convoca la conferencia. Todos estábamos de acuerdo, todos, incluido Gerardo, en que el próximo secretario general sería Tini Areces. Pero voy a una reunión del comité para elegir miembros de la mesa y de la comisión de candidaturas para Perlora y quedo mosqueado cuando algunos piden voto secreto. Y estoy más mosqueado todavía porque tradicionalmente para una comisión de candidaturas se elige a quienes sean representativos de movimiento obrero, y yo había propuesto a Gerardo (que no estaba en esa reunión), pero no sale elegido nadie del movimiento obrero. Me di cuenta de que entre los 17 que estábamos reunidos había seis o siete que votaban lo mismo en la papeleta, aun cuando lo normal es que hubiera cierta dispersión del voto. Conclusión, Gerardo no salió y fuimos barridos de la mesa y de la comisión. Al salir de allí hablé con Gerardo: 'Aquí está pasando algo raro'. 'Tú siempre igual', me replicó. 'Gerardo, aquí hay matu', insistí. Aparentemente no me hizo caso, pero sí tomo nota y empezó a enterarse. Efectivamente, ellos llevaban semanas por las organizaciones territoriales preparando la conferencia y planteando eliminar a los que estábamos al frente. Entonces forzamos la convocatoria de otro comité regional y cambiamos el tema de la mesa y la comisión de candidaturas. Cuando llegamos a la conferencia de Perlora éramos mayoría y yo presidía la mesa. La situación era tensa, pero ellos abandonaron Perlora con la disculpa de que me negué a dar la palabra a Herrero Merediz. Pero la verdad es que él pidió intervenir con una cuestión previa al debate de una ponencia y yo le dije: 'No, vas a hablar el primero porque pediste la palabra el primero, pero vas a hacerlo en el turno de palabras'. Entonces se levantó Tini Areces y se fueron. Fue exactamente así".

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