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Cristo miraba al cielo en Villaviciosa, pero inclinó la cabeza en el Metropolitan

Una restauración movió la posición del crucificado: una foto de 1890 permitió descubrirlo durante la muestra "Orígenes" l El Arzobispado copió la Cruz primitiva, y no la del museo, para evitar problemas con los derechos de imagen

La Cruz que salió de Fuentes y la que exhibe el Metropolitan son la misma. Pero un matiz, perceptible a simple vista, las diferencia. La imagen que los vecinos de la parroquia villaviciosina adoraron tenía la cabeza de Cristo erguida, mirando al cielo. En la de Nueva York, el crucificado inclina el rostro y vuelve la vista al suelo. Como si quisiera indicar a quienes lo contemplan ahora que definitivamente sucumbió ante tanto trasiego rocambolesco de esta obra de arte.

"La cruz", reza el texto con el que el museo neoyorquino la presenta, "muestra un Jesús crucificado y coronado flanqueado en los brazos por la virgen María y San Juan. Un ángel aparece en lo más alto, mientras Adán sale de su tumba en la parte de abajo. Un cristal de roca sobre la cabeza de Jesús cubre una cavidad en la que hay una reliquia no identificada. Barras afiligranas doradas adjuntas a cada uno de los brazos de la cruz servían como soportes de una colección de gemas, incluyendo relieves antiguos. Quedan sólo dos, uno que muestra una figura antigua de la victoria y otro, un desnudo masculino con un pez y una lanza, ambos adornos preciados que pegan muy bien en un objeto suntuoso".

Una inscripción latina, en la parte posterior, apunta: "En honor del sagrado Salvador: Sanccia (Sancha) Guidisalvi me ha hecho".

El final femenino de Sancha, aventuran los conservadores del Metropolitan, "indica que el donante o incluso el orfebre fue una mujer".

El mal estado provocó, probablemente a su llegada a EE UU, que la cabeza del Salvador se desprendiera por el cuello. Los restauradores modificaron la posición en un mal trabajo. El cambio se hizo visible durante la exposición "Orígenes", al contrastar la Cruz prestada por el Metropolitan para la magna muestra con una foto que se conservaba de 1890.

No hay mal que por bien no venga. La Diócesis encargó una réplica. El Metropolitan puso numerosos inconvenientes. Dos fundamentales: que no tuviera igual tamaño ni se aprovechara con fines comerciales. Astutamente la copia se plasmó tomando como modelo el retrato de 1890 y no el original expuesto. De esta manera, al no ser idéntica a la de Nueva York, el Arzobispado se cubría las espaldas ante posibles litigios con los responsables museísticos americanos por derechos de imagen.

Los vecinos de Fuentes pueden presumir: la Cruz sustituta que veneran en cada fiesta patronal, trasladada desde el Museo de la Iglesia, representa más fidedignamente a la primitiva que el original exhibido en el Metropolitan. Poco consuelo para su lucha y su paciencia. Pero moralmente consuelo.

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