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El bochorno se adelanta a abril

La primavera asturiana huele a "veranillo". La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) prevé para la estación que entra hoy temperaturas por encima de lo normal y precipitaciones similares a las del año pasado (alrededor de 2.000 litros por metro cuadrado). La combinación no es nueva, pues la primavera de 2015 fue la más cálida de la última década, con 11 grados por encima de los valores medios registrados entre 1981 y 2010. El bochorno apretará más este 2016. Los termómetros se situarán por encima de los 13 grados (lo normal para este período son 11,9), poniendo patas arriba el ciclo de la naturaleza. Sin embargo, la estación empezará con lluvia y temperaturas suaves. La borrasca dará paso al anticiclón a partir del miércoles, pero el delegado territorial de la Aemet, Manuel Antonio Mora, aconseja consultar día a día el pronóstico, ya que hay bastante "incertidumbre".

Los datos históricos de la primavera en la región reflejan inestabilidad, a la vez que una tendencia cálida. De hecho, 2015 fue el año en el que los termómetros marcaron más grados y las precipitaciones se mantuvieron sin cambios, dejando un balance seco. El observatorio del aeropuerto de Asturias registró 13 grados de media y 2.198 litros por metro cuadrado de lluvias, mientras que el de Oviedo, 12,8 grados y 2.576 litros. La primavera de 2014 también fue muy cálida, con una temperatura media de 12,8, y precipitaciones algo superiores: entre 3.177 y 2.742 litros. El año en el que más llovió fue 2013, con 4.784 litros en el aeropuerto y 4.991 en la capital asturiana. Fue por tanto una estación muy húmeda, con temperaturas normales, en torno a los 11,9 grados. Por su parte, los meses de abril, mayo y junio más fríos fueron los de 2009 con el mercurio llegando a los 11,2 grados, que en comparación con los valores de referencia 1981-2010 significan siete grados por debajo de lo normal.

El invierno que dejamos atrás pasará a la historia por ser el segundo más caluroso desde 1981 y el más soleado del siglo. Manuel Antonio Mora explica que el mes que dio la sorpresa fue diciembre, con 3,5 grados por encima de los valores medios de otros años y tan solo un 20% de precipitaciones. Un cóctel explosivo que facilitó la propagación de fuegos a finales del pasado año, como indicó Mora. Enero también fue cálido, mientras que febrero, extremadamente húmedo. Las olas de frío y la lluvia se concentraron en la segunda quincena de este mes, llegando a triplicar las cifras medias de precipitaciones. Las mayores chaparrones cayeron en el tercio occidental de la región. La peor parte se la llevó Degaña, que acumuló el 10 de febrero 70 litros por metro cuadrado. Por contra, la temperatura máxima se localizó el 24 de enero en Bargaedo (Piloña) con 24,5 grados y la mínima el 19 de febrero en el puerto de Leitariegos, con 9,1 bajo cero.

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