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MARC VIGIL | Avilesino, director de la serie "El Ministerio del Tiempo", líder de audiencia en TVE; de "Águila Roja" y de muchos capítulos de "7 vidas"

"Con 'El Ministerio del Tiempo' la gente habla de Cervantes y de Lope de Vega en Twitter"

"La forma de medir las audiencias está obsoleta: el impacto de una serie está en internet, en las descargas tan abrumadoras que tiene la nuestra"

Marc Vigil, en Madrid. modem press

Marc Vigil (Avilés, 1975) es el director de moda. Junto al productor Javier Olivares, está al frente de la serie "El Ministerio del Tiempo", que emite cada lunes por la noche TVE. En esta segunda temporada renueva el éxito de la anterior y, en el primer episodio, se convirtió en líder de audiencia. Captó el 14,6 por ciento de los telespectadores. 2,8 millones de personas siguieron el primer episodio, dedicado a Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid. El éxito audiovisual no es algo que extrañe a Marc Vigil pues antes trabajó en las series "7 vidas" y "Águila Roja". El próximo domingo, este director avilesino leerá el pregón de las fiestas del Bollo. Está inquieto, asegura. Tiene que terminar la segunda temporada de la serie y escribir sobre su relación con Avilés.

-¿Esperaba la repercusión que ha tenido "El Ministerio del Tiempo"?

-No me esperaba, desde luego, el resultado que hemos tenido, porque lo que hemos logrado no lo había visto nunca con una serie de una televisión en España. Digo "nunca" porque no había visto un fenómeno fan tan abrumador. Sabía que podría tener muchísimo seguimiento. Hemos generado un interés en una parte del público que había dejado de ver la televisión que se producía aquí y eso está bien. Lo hemos logrado, creo, por nuestra particular concepción de las ficciones, porque nos hemos quitado ciertos lastres. Todo esto, al final, ha dado con un grupo de seguidores que reivindica nuestro trabajo de tal modo que, ya digo, nunca había visto. Y a eso, vaya, todavía no me he acostumbrado.

-O sea, más que ustedes, el público.

-El público, el público. Eso ha sido lo que explica que, de repente, se haya producido el fenómeno fan de "El Ministerio del Tiempo". Artículos de blogs, camisetas, "merchandising", pósters... Es una cosa alucinante. Supongo que esto tiene que ver -supongo, no, tiene que ver- con un trabajo arduo. Javier Olivares, el productor y el creador de la serie, es un tipo muy bien conectado con el mundo de las redes sociales y él ha querido dar mucha importancia a todo esto.

-Usted empezó en los noventa, en aquel curso legendario que organizó la Escuela de Cine en el campus del Milán.

-Efectivamente, efectivamente. Pero bueno, no es del todo cierto. Yo empecé hace muchísimos años yendo al cine Canciller, el de Villalegre, y viendo "E.T." Ahí es donde empieza todo. La pasión por el cine empieza viendo películas. Me acuerdo de "E.T." porque creo que fue cuando le dije a mi padre que quería hacer películas, como Steven Spielberg. A partir de ahí, desde jovencísimo, lo que hay es una pasión absoluta por el cine. Así fue cómo empecé a relacionarme en Avilés con otros con mis mismos intereses. Íbamos al cine de la Casa de Cultura, hacíamos escapadas al Festival de Cine de Gijón... Y, de repente, estudiando Historia del Arte en Oviedo, aparece un curso que ofrece la Escuela de Cine de Madrid. Aquel curso, más que el comienzo de nada, fue la oportunidad que aproveché para juntarme en Asturias con gente que tenía los mismos intereses que yo. Este curso, al final, fue una colección de charlas de tipos que te cuentan sus experiencias y eso viene muy bien para tener una primera toma de contacto con lo que es la parte profesional del mundo del cine, pero lo principal es que pude juntarme con mi amigo Sergio Guardado -que es guionista y hemos trabajado juntos-, pero también con otros más. Y así fueron saliendo el corto de éste, el de aquél... Ahí fue donde comenzó todo, más que en las aulas.

-Aquel curso, que duró nada, dio su fruto: usted, Guardado, Carlos Navarro, Tomás Fernández.

-Vuelvo a lo mismo. Entre tú y yo, no te creas que la formación que nos daban fuera la leche. Lo importante de aquel curso fue que se convirtió en un punto de encuentro. En el curso conocí a Tomás Fernández, que era amigo de Sergio Guardado. Luego Fernández se va a escribir una serie que se llama "7 vidas" para Globomedia. Llamó a Sergio y también a mí, pero entonces estaba terminando la carrera. Se generan así los vínculos, nos vamos ayudando.

-¿Cómo fue eso de llegar a "7 vidas"?

-Sergio Guardado se había largado a Madrid. Había formado parte del grupo que crea la serie, donde estaba Tomás. No me había ido con ellos por eso que te digo, porque estaba terminando mi último año de carrera. Lo que tenía en mente era hacer mis cinco años de carrera y luego salir escopetado para Madrid. Bueno, pues llegué. Nos fuimos a vivir juntos Guardado, Oriol Capel, que es el productor de "Buscando el norte" y el director de "Perdiendo el norte", por ejemplo. También estaba con nosotros Koldo Serra, el director de "Bosque de sombras", que acaba de rodar ahora "Guernica". Nuestra amistad, de toda la vida, empezó no por el cine, si no por "skate". Mucha gente de Bilbao empieza a venir a patinar a Avilés y muchos de Avilés empezamos a viajar a Bilbao. Koldo Serra y yo nos dimos cuenta de que éramos bastante malos con el "skate" y por eso empezamos a hablar de cine y a grabar los vídeos de los que saltaban. Allí fue cuando pactamos irnos a vivir juntos a Madrid. Y eso fue lo que hicimos.

-Aquel piso fue al cine y la televisión lo que la Residencia de Estudiantes a la Generación del 27...

-(Risas) En aquel piso, fíjate, empezaron a parar en la cocina un montón de guionistas que estaban escribiendo "7 vidas". Y Koldo y yo, que éramos los que queríamos ser directores. Además, los actores. Blanca Portillo, por ejemplo. A partir de ahí cada uno de nosotros nos hemos buscado nuestra ruta y hemos ido creciendo en esta profesión.

-Cuando comenzaron, lo de trabajar en una serie de televisión no se llevaba.

-No se llevaba nada, es verdad.

-Lo que molaba era el cine.

-Fíjate que nunca lo vi así, a diferencia de mis amigos, que sí fueron directos a por el cine. Es verdad, tienes toda la razón: en aquella época el mundo de las series no tenía tanta fuerza como ahora. Aquel momento coincidió con la época en que empezamos a rodar cortos ya más profesionales, en 35 mm, a competir en festivales. Un montón de compañeros míos pasan del corto al largo. A algunos de ellos les ha ido muy bien, como a Jota Bayona, que dormía en mi casa cuando iba a Madrid. A otros, sin embargo, no les va tan bien. Yo opto por la formación. Venía de la publicidad, de los videoclips... y sentí la necesidad de tener horas de vuelo en la dirección de actores. Porque entendí que dirigir no es ese trabajo en el que tú te sientas, te dibujas una secuencia y ya está. Dirigir tiene eso, pero tiene muchísimo más. Dirigir es aprender a tomar decisiones, aprender a saber qué es lo que quieres, a comunicar cómo quieres contar una historia, a aprender que trabajas con personas, con actores, que pueden tener visiones diferentes de las tuyas... Dirigir es también aprender que tienes un equipo de producción, un calendario de rodaje, que surgen problemas y que debes resolverlos sobre la marcha sin que se pierda la esencia. Y así fue que me di cuenta de que la televisión era esa gran lanzadera: puedo estar cinco días a la semana trabajando con actores "top" del panorama nacional. Así que fue ahí cuando dije que había tiempo para mi película. Me dije: tengo muy claro qué es lo que me gusta, dónde quiero ir, pero lo que necesito es rodar, rodar y rodar.

-Y deja de lado las comedias y se pone a rodar la historia de un ninja en el Siglo de Oro: "Águila Roja".

-En la ficción televisiva ha habido todo tipo de géneros siempre, lo que sucedió es que con las televisiones privadas se empezó a producir lo que de verdad funcionaba. Y así fueron unas detrás de las otras: "Farmacia de guardia", "Médico de familia"... Las privadas condicionaron las producciones de TVE, que en vez de mirarse a sí misma empezó a hacer lo que funcionaba en las otras cadenas. TVE es la emisora de maravillas como "Historias para no dormir" o de aquellas series históricas. Esto cambió de repente, porque las productoras intentaban colar otros productos. Uno de ellos: "Águila Roja". Un ninja del siglo XVII... cuando me lo ofrecieron pues no lo vi muy claro. Cuando me llevé la sorpresa de su superéxito te das cuenta de que el resto de las teles quieren hacer lo mismo.

-Por curiosidad, ¿cómo se vende la historia del ninja este?

-No estuve presente en esa venta, pero lo que sí es verdad es que estamos hablando de Globomedia, que cada producción suya era un éxito. Pero, si te paras a pensar, "Águila Roja" no deja de ser una serie familiar: el padre con un conflicto, la obligación de sacar adelante a unos niños. Se sigue repitiendo el patrón, pero el envoltorio es diferente. Y eso a la gente le gusta, porque, de repente, ha visto otra cosa.

-"El Ministerio del Tiempo" es una serie de ciencia ficción, pero también una comedia, aventuras, misterio, serie negra...

-Javier Olivares y yo hablamos sobre esto desde el primer día. Tenemos una serie de género fantástico, pero cuando yo leo el capítulo 2 y el capítulo 3 me doy cuenta de que son muy diferentes: un "Estudio 1", pero también un capítulo disparatado, con Hitler, con Franco, de coña... Le digo: "Pues esto lo voy a llevar al extremo. Quiero que se juegue con esto a nivel estilístico". A Olivares le parece genial, porque es algo que viene de la escritura.

-¿Cómo es el trabajo de un director de serie?

-Un director de un capítulo toma el guión y lo levanta según un mundo generado previamente. Lo que hago como director de la serie viene después de que Javier Olivares me invita a participar en este proyecto, yo le digo es que es fundamental ver cómo vamos a contar esta historia, cómo se va a hacer. "El Ministerio del Tiempo" no es una serie a la que llegan los guiones y ya está. No, deben tener un diseño muy detallado porque tenemos que trabajar con muchos elementos: efectos visuales, sonido... Todo este tipo de cosas dan cierta verdad y estilo al produzco y de ellas me encargo yo. Le planteo a Olivares quién quiero que forme parte del proyecto: qué director de fotografía, qué sonidista... Olivares es escritor y yo le armo lo que escribe.

-Debe de ser un rollo estar pendientes de las audiencias a la mañana siguiente.

-Era. Era un rollo. Entras en una serie, miras las audiencias y piensas: "A ver si se renueva, que esto significa tantos meses de trabajo". Con "El Ministerio del Tiempo" nos hemos dado cuenta de que la forma de medir la audiencia en la televisión está totalmente obsoleta: el impacto de una serie está en internet. La audiencia no mide las descargas tan abrumadoras de la serie. El éxito de una serie no es lo que dicen las revistas. De lo que estamos contentos es del público que nos ve, que era ése que no se sentaba a ver la televisión, que comenta cada capítulo, de la repercusión que tenemos en las redes... No podemos depender de que salga un tipo guapísimo y que se levante la camiseta para incrementar dos puntos la audiencia. No. Es otra cosa. Y la cosa es que tenemos una serie que está muy bien. Éstos son los lastres de los que hablaba al principio: nos los quitamos todos, vamos muy sueltos y contamos estas historias sin necesidad de vigilar que la comprensión de cada capítulo sea del cien por cien para el cien por cien de la población. Eso es imposible. Te quitas estos lastres, ves el resultado de lo que haces y al final estás supersatisfecho.

-Cervantes, Lope de Vega... "hashtags" mundiales.

-Aquí me quito el sombrero ante los seguidores de la serie. Estaba leyendo el guión y, de repente, me encuentro con que Velázquez está haciendo un retrato robot de no sé quién. ¿Velázquez haciendo un retrato robot? "Nos pueden matar", le dije a Olivares. Pero, bah, te tiras al tema y ves a Velázquez normalmente y, cuando ves la reacción de los espectadores, alucinas. Lo mismo que con Velázquez pasa con Lope de Vega, con Cervantes... La gente habla de todos ellos en Twitter. Esto es alucinante. Los espectadores no son como creemos.

-En "El Ministerio del Tiempo" hay muchos actores asturianos.

-Ha sido casualidad. Los actores asturianos no están en la serie por ser asturianos, los están por ser buenos actores. José Antonio Lobato se trasladó a Madrid a hacer una prueba para hacer del "Empecinado". Cuando Olivares y yo lo vimos dijimos qué bueno es este tío. No pegaba para nada para ser el bandolero, pero le reservamos Leiva, un personaje mejor, que iba a durar dos capítulos. Nos los guardamos desde lo que vimos. En esa misma prueba estuvo Juan Blanco. Iba a ser el hijo de Alonso de Entrerríos, el personaje de Nacho Fresneda. Se quedó finalista con otro actor que se parecía más a Fresneda. Pero vimos que Juan Blanco podía ser el Lazarillo de Tormes. Fueron saliendo así las cosas.

-Terminaron la segunda temporada. ¿Qué pasa con la tercera?

-Me lo van preguntando, pero siempre digo lo mismo: no lo sé. Terminamos de rodar la semana pasada, vengo ahora de un sonido, me voy en nada a unas pruebas de FX, vamos con el agua al cuello, la semana que viene se vuelve a poner otro capítulo. Y así, hasta trece. Tenemos un pollo... que la nueva temporada es una cosa que veo muy lejos. Evidentemente, sé que se está hablando, pero estamos en un momento difícil. Como no hay Gobierno en España, las decisiones en Televisión Española son lentas. Por otro lado, tenemos una especie de sensación de alegría imperecedera. Estamos tan contentos de lo que hemos hecho que tengo mucha fe al "Ministerio". Hemos conseguido crear algo tan bueno que tiene que seguir por inercia. Ya veremos lo que pasa con la serie, pero seguro que pasan cosas buenas.

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