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Las dos orillas de la pesca revuelven los ríos asturianos

Proteccionistas y defensores de la práctica tradicional ofrecen una radiografía muy diferente del declive de la actividad, justo cuando comienza la temporada sin muerte, con escasez de salmones y truchas

Gil Rico, en el río Esva.

La pesca fluvial tiene dos orillas. En una hay vida y en otra hay muerte. Los pescadores que practican las modalidades proteccionista o la tradicional ven con ojos muy diferentes el estado de los ríos asturianos, aunque ambos desembocan en la misma conclusión: los salmones y truchas escasean, y las licencias caen en picado. En quince años, los permisos para lanzar el anzuelo en el Principado se han reducido un 35 por ciento, según datos de la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales. Los conservacionistas lo achacan a una sobreexplotación de las aguas, mientras que los defensores de la práctica tradicional, a las "constantes restricciones" para llevarse el manjar a casa.

Hoy empieza la temporada sin muerte sin apenas variaciones en la normativa, pero con turbulencias en sus ríos. La avalancha llegará el 24 de abril cuando comience la pesca con muerte, que se extenderá hasta el 15 de julio. Pese al debate que divide a los aficionados de esta práctica deportiva, todos ellos se alían para pedir al Principado mejoras en sus ríos. Insisten en que para llenar de vida las riberas, no sólo hay que apostar por la repoblación, sino por sanear las aguas. Los pescadores denuncian un abandono generalizado de los cauces con árboles tirados, matorrales y cada vez mayor presencia de depredadores, los más temidos, los cormoranes. Las empresas de turismo activo advierten que Asturias está perdiendo una oportunidad de oro al dejar morir sus ríos, ya que los extranjeros que pisan el Principado un año, ya no vuelven más.

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